Tu mirada seguía fija en el suelo mientras entrabas al salón, los nervios te atenazaban, pero sabías que cualquier reacción podía ser peligrosa en ese ambiente. La tensión era palpable.
-¡Hasta que por fin llegas, Sano Manjiro! -rugió la voz áspera de un hombre mayor, claramente irritado-. ¡¿Qué son esas estupideces de llegar tarde a una reunión?! ¡Nunca debimos hacer tratos con mendigos! ¡Incluso tus sirvientes son más responsables que tú!
-Disculpe el retraso, señor. Tuvimos algunos inconvenientes en Shinjuku -respondió Sanzu, su tono calmado, pero en ese momento el hombre golpeó la mesa con fuerza, haciendo temblar los vasos.
-¡¿EH?! ¿Acaso me tomas por imbécil? ¡Malditos mocosos! ¡¿Están jugando con mi paciencia?!
El regaño del hombre resonaba en el salón, pero tú seguías mirando hacia abajo, deseando desaparecer de aquel lugar. Sanzu, por su parte, apenas le prestaba atención. Su expresión aburrida, como si estuviera escuchando un monólogo repetido, no hacía más que irritar al anciano. Otro hombre se acercó para intentar calmar la situación, susurrando algo en el oído del enfurecido anfitrión, y poco a poco la tormenta verbal fue disminuyendo.
-No entiendo cómo Kazuki decidió trabajar con unos mocosos como ustedes. Su fama les durará poco, ya lo verán -gruñó el hombre, su voz aún cargada de rabia, aunque controlada. Entonces miró a Mikey , buscando algún signo de reacción-. ¿Y tú? ¿No tienes nada que decir al respecto?
Mikey lo miró con frialdad, como si la ira del hombre fuera tan insignificante como el zumbido de un mosquito.
-Mi intención no era hablar con el segundón de Kazuki.
-¿¡Qué?! ¡¿A quién carajos llamas segundón, pedazo de mierda?! ¡Ven aquí y repítelo!
El hombre estaba fuera de sí, su furia a punto de desbordarse. Pero Mikey ni siquiera le dirigió una segunda mirada. Continuó caminando con paso tranquilo hasta su asiento, donde te colocó a su lado sin importarle el caos que había dejado atrás. Te sentaste a su costado, sintiendo la mirada de todos sobre ti, mientras Sanzu se acomodaba al otro lado, con una sonrisa divertida en su rostro, disfrutando del espectáculo.
El ambiente en la sala estaba cargado de odio. La mirada del hombre mayor era fulminante, como si en cualquier momento fuera a sacar un arma y poner fin a la negociación.
-¿Dónde está Kazuki? -preguntó Mikey, ignorando por completo la ira del hombre.
-El señor tuvo un contratiempo -respondió otro hombre de lentes, visiblemente más calmado-. Por eso el señor Kanto y yo nos encargaremos de la firma del contrato en su representación.
El anciano respiraba con dificultad, intentando mantener la compostura, pero su odio era evidente.
-¿Es que acaso somos un chiste? Acepté esta reunión porque dijo que estaría presente -dijo Mikey con tono firme, su mirada fija en el hombre que tenía enfrente.
-Lo sé, señor... pero la situación se ha complicado. Con los jefes de policía vigilando la zona y la captura reciente de uno de mis mejores hombres a mano de policía Takashi, nos ha sido más difícil movernos. Supongo que lo comprenderá después de todo usted está en las mismas, ¿no? -respondió el hombre, visiblemente nervioso, pero manteniendo la compostura.
-En ese caso, hubiéramos postergado la reunión. Esto es una pérdida de tiempo.
- Tu presencia con los Token es una pérdida de tiempo, muchacho despreciable! Solo suéltame Mikamura, dejame matarlo, concedeme ese placer!
-Mikey mantuvo su tono gélido ignorando completamente al hombre que aun buscaba pelea-. Kazuki quería cerrar ciertos términos, y su ausencia convierte esto en algo sin sentido.
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Donde tu estés yo estaré (Mikey X Lectora)
RomanceUn romance tóxico es la primicia de esta historia, donde una simple promesa terminará siendo tu perdición al ser el punto de obsesión de uno de los hombres más poderosos en el bajo mundo de Japón. Esto es una historia FICTICIA