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advertencias:
lenguaje vulgar.
smut g.p.

—Pondré el preservativo.
-Yoko rompió la caja con los dientes al mismo tiempo que se sentaba sobre las piernas de Faye, mirándola. No habían cortado el contacto visual por varios segundos hasta que Yoko bajó su mirada para ver si el preservativo no estaba roto.

Después de haberlo analizado, lo sacó de su bolsa, lo enrollo en toda la extensión de la castaña y después lo acarició sobre el látex.

-Es grande.

Relamió sus labios y sintió el miembro de Faye palpitar en su mano, en señal de orgullo.

Volteó a ver a su compañera y tenía una gran sonrisa. Ella misma agarró su miembro y sostuvo la cadera de Yoko al mismo tiempo que la escuchaba gemir por la fuerza que la sostenía. Faye supuso que era una zona sensible de la menor, así que comenzó a repetir suaves caricias mientras besaba su cuello, escuchándola volver a gemir bajo. Escuchó el ruido de una palmada, y un gemido alto.

Había entrado en Yoko, pero no por completo.
La menor intentaba meter toda la polla de Faye en ella, pero no podía.

Gemía y se quejaba al mismo tiempo que saltaba con la misma fuerza. La castaña sintió como algo dentro de ella le pedía que parara, pero otra parte quería escuchar los pequeños quejidos de dolor de la menor.

La sujetó de la cintura y la cargó para depositarla en la cama con cuidado, y depositar varios besos en todo su cuerpo. Uno en su cuello, otro en su hombro, en ambos pechos y en su vientre, para abrir más piernas de la mayor que estaban desnudas y observar el pedazo de carne que pedía a gritos ser atendido. Rio bajito, y llevó dos dedos a la entrada de Yoko, que hasta que los dedos de Faye comenzaron a estimularla empezó a segregar lubricante, ayudando a la tarea de Faye en meter sus dedos.

En ese momento sólo quería escuchar los gemidos de Yoko pidiéndole por más, mover sus caderas y gemir con pequeños quejidos.

Amó escuchar un 'más' alargado en un gemido y un puchero. La castaña solo la veía mientras seguía metiendo dos dedos dentro de ella, y los movía. Escuchaba los ruidos perversos que venían de la vagina de Yoko.

Cada vez estaba más orgullosa de su decisión. Le iban a pagar 2000 dólares por follarse a una linda omega, ¿qué más podía pedir?

Sacó sus dedos y escuchó un gemido, pero entró de una embestida, logrando entrar por completo.

Lanzó un gran suspiro al momento de sentir las paredes de la mayor apretar su miembro. Gimió por la sensación y comenzó a moverse lento, haciendo círculos antes de completar la embestida. logrando entrar por completo.

Lanzó un gran suspiro al momento de sentir las paredes de la mayor apretar su miembro. Gimió por la sensación y comenzó a moverse lento, haciendo círculos antes de completar la embestida.

Se sentía tan bien y seguía teniendo el condón puesto, los gemidos de Yoko la lograban estimular a tal punto de que sentía ganas de correrse, y esas ganas se iban al momento de escuchar un ruego de más y algo en ella quería embestir a la menor más fuerte. Amaba los gemidos de perra que sacaba la omega.

Sus embestidas aumentaron al mismo tiempo que los gemidos entrecortados de Yoko subieron de tono y ahora eran gemidos de satisfacción. Pedía por más. Una de las manos que estaban aferradas a las sábanas y se aferraban a sus hombros. En todo el momento la mayor tenía los ojos cerrados, pero ahora los abrió, mirando a su menor para decirle:

—Sé ruda conmigo.

Se volvió a acostar para recibir unas estocadas más fuertes por parte de su alfa. Eran fuertes y decididas. Sentía las paredes de Yoko más apretadas y lubricadas, cosa que facilitó que las embestidas fueran más constantes y fuertes.

La habitación se inundó de un olor a cerezas y Faye llevó su nariz hasta el cuello de la menor, inhalando su olor. Cerezas.

Las cerezas la volvían loca, y también los gemidos de Yoko. Quitó la mano de la mencionada de su hombro para dirigir ambas suyas a la cadera y hacer las embestidas más fuertes y seguidas, logrando que soltará un gemido alto y entrelazar sus piernas en la cadera de Faye. Había llegado más profundo y con tanta facilidad. Las delicadas manos de la menor atrajeron a la castaña a su pecho, dejando que solo chupara sin dejar ninguna marca.

Los gemidos de Yoko cada vez aumentaban más, al mismo tiempo que las fuertes embestidas de la menor fueran más rápidas, logrando que soltara el gemido más fuerte de la noche, indicando que había llegado al orgasmo. Sintió otras leves estocadas de Faye para que después se dejara de mover y la escuchó gruñir en su cuello.

Sintió que movió su boca y mordió la sábana, evitando morder a Yoko. Había sido fuerte. Y Yoko pensó que quería alargar ese contrato en ese instante.

La castaña salió de su menor, quitándose el preservativo y para acomodarse su fleco, mirando a la mayor que tenía una pequeña dificultad para respirar.

- ¿Estás cansada?
-Asintió, y Faye sonrió. - Pues recupérate pronto, no traje doce caja de condones por nada.

Little Bunny [FayeYoko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora