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-Cariño, ¿Qué te gustaría desayunar? -Ese apodo.

Faye frunció su ceño cuando sintió el peso de Yoko arriba de ella, quería seguir durmiendo, pero la dulce omega que tenía arriba de ella no se lo permitía.

-Amor amor amor amor amor amor amor amor amor amor, levántate.

-¿Puedes dejarme dormir? —Un tono brusco, más su movimiento que fue igual. Arrugó su ceño cuando Yoko dejó de moverse e hizo un gesto con su boca, que comenzó a temblar. Sus labios se habían abultado en un puchero mientras sus cejas subían, ¿Estaba amenazando con llorar? La castaña se frustró un poco, pasó su mano por todo su rostro, y suspiró.

-Oye, no llores, no lo dije en serio

-Está bien, lo entiendo, soy una molestia para ti.

-Nunca dije eso.—Se acercó para besar su hombro, que estaba siendo tapado por su sudadera, misma que fue quitada la noche anterior por la omega.

-Perdón, estoy cansada.

-Me gritaste muy feo.-Faye volvió a pasar su mano por todo su rostro.

-No te grité.

-Si lo hiciste, y me miraste muy feo.-La omega que ahora estaba en su regazo con un puchero ¿Era más madura  que ella? La castaña se preguntó eso.-Solo te pregunté qué querías desayunar.-Sus manos limpiaron sus lagrimas, y Faye torció sus ojos. Había olvidado que las omegas en su celo eran mil veces más sensibles que las betas en su periodo.

-¡Ve! ¡Te harto, suéltame!

-Yoko,YOO, mira, no me molestas.— Aclaró, sosteniendo el rostro de Yoko, que se veía lindo aunque estuviera llorando. Un rostro sin arrugas, sin mocos, seguía siendo hermosa, pero esas lagrimas seguían bajando. —Es solo que estoy muy agotada, y cuando estoy muy cansada me pongo muy gruñona.

-Así le explicaba a su pequeña sobrina de 10 años cuando se despertaba de mal humor por no tener su digno descanso, y al parecer había funcionado.

La menor la siguió mirando con sus cejas alzadas en un gesto triste, y después comenzó a jugar con la cara de Faye.

-Eres muy gruñona.-Dijo en acento de bebé, y seguía teniendo su puchero.Faye lo besó, y tal vez eso alegró a la menor, si, la menor

-¿Quieres algo de desayunar, amor? Sintió algo en su estomago cuando Yoko le dijo amor, y alzó una torpe sonrisa, viendo a su omega.

-No tengo hambre, ¿Y tú? —La pelinegra negó con su cabeza, seguía teniendo un puchero.

-Perfecto, entonces, vamos a dormir. No dormiré contigo.-Ahora la mayor frunció su ceño. -Si no me dices amor.

Los omegas pueden ser demasiado dependientes del alfa por el que sienten algo, aunque estén rodeada en una habitación llenos de alfas.Faye movió su cabeza para dejar de pensar eso, y miró a los ojos a Yoko.

-Vamos a dormir...Amor.

-¿Ves? No es tan difícil. -Su corazón comenzó a latir al momento que sintió la cabeza de Yoko en su pecho, y después su dedo haciendo figuras ahí.-¿Quieres saber qué figuras estoy haciendo?

Faye solo respondió con un '¿mhm?' porque ya estaba conciliando el sueño de nuevo.

-Una jirafa.
-Puntos con sus dedos, haciendo las manchas.
-Un perro.
-Sus dedos haciendo triángulos, las orejas.

-Y un oso, tú eres uno, uno muy feo.-Una risa nasal por parte de la mayor, que la seguía escuchando aunque ya estuviera casi dormida. Sintió a la menor moverse, un beso en sus labios, y volvió a donde antes.-No es cierto, eres un oso lindo.

-¿Por qué un oso? Te pareces a uno.-Otra risa nasal. Su sobrina decía lo mismo.

-Soy más como un tigre.-Los mismos dedos dibujando algo en su pecho, pero pararon.

-No sé dibujar tigres.-Dedos haciendo círculos. Faye no tenia los ojos abiertos, pero sentía los dedos de Yoko hacer figuras.

-¿Cómo era un tigre? Ahora si abrió los ojos, la pelinegra estaba acostada entre su brazo y pecho, así que la mano de la mayor comenzó a acariciar el hombro de Yoko.

-No sé. -Y dices serlo. —Suspiro pesado. Ambas se quedaron en silencio mientras se repartían caricias.

Faye tragó saliva, acercó sus labios a la cabeza de Yoko, y la besó, gesto que pareció gustarle porque lanzó un gran suspiro. Tal vez solo le gustó a la omega, más no a Yoko en sí.

-¿Por qué un tigre? ¿Hay una razón? No sé, siento que me parezco más a uno.

-Yoko subió su mirada, y miró a la mayor. Achicó sus ojos, y se dispuso a jugar con el rostro de la castaña. Apretaba sus mejillas, movía sus cejas, y de vez en cuando la besaba, su nariz, sus labios, y su frente, para luego volver a acostarse en la misma forma.

-Eres un oso.
-Un tigre.-Corrige.
-Eres igual de cómoda que un oso.
-¿Cuándo haz abrazado un oso? Ahora mismo.-Faye chasqueó su lengua, e intentó mirar a Yoko con una ceja elevada.

-Tú eres un conejo. ¿Por qué?-Una mirada curiosa. Porque eres linda y tierna como uno.

Little Bunny [FayeYoko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora