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— Recuerda que debes portarte bien — Dai dice, acariciando la cabeza de su pequeño hijo con suavidad. — Debes escuchar y debes obedecer todo lo que tu profesor te diga, ¡apegarse a las órdenes es la principal característica de un buen shinobi!

Dai guiña un ojo y levanta el pulgar, llorando un par de lágrimas dramáticas cuando Gai da un salto feliz y asiente con convicción, luciendo entusiasmado con la idea de obedecer cada orden que su profesor le diga como si ya fuera todo un shinobi cumpliendo con su deber en el campo de batalla.

— ¡Lo haré, papá, y si no cumplo con mi palabra entonces daré mil vueltas al pueblo! — Gai chilla con entusiasmo y da una vuelta sobre sí mismo como un perrito ansioso, lo que nuevamente lo hace llorar con sentimentalismo.

— ¡Bien! Aunque tampoco olvides quién eres en el fondo, hijo mío. — Su mano le da otra caricia en la cabeza a Gai antes de señalar hacia al exterior, apuntando el rostro de la amable y paciente shinobi de guardia, quien todos los días espera más de cinco minutos a qué Dai termine de despedirse de su hijo para finalmente poder llevárselo junto a sus compañeros en la recolección matutina de estudiantes. — ¡Ahora ve y enorgulléceme!

— ¡Sí, papá! — Gai grita y le da un último abrazo en la pierna antes de correr junto a la chunnin de guardia que solo suspira con exasperación antes de dirigir a todos los pequeños niños hacia el siguiente punto lejos de aquí, saliendo a toda velocidad de las inmediaciones del bosque.

Dai suspira hondo y cierra la puerta de su casa, girando lentamente hacia atrás y...

— Argh, ¿por qué siempre tarda tanto tiempo en irse? — Orochimaru gruñe, agitando su kunai con impaciencia incluso si está parado a mitad de su sala con casualidad y relajación, como si estuviera en su propio hogar y como si esta fuera una escena cotidiana.

Luego de que Orochimaru entró a su casa con la excusa de matarlo y terminaron teniendo sexo en el piso de su cocina, Dai realmente creyó que el legendario Sannin jamás volvería a verlo porque sonaba demasiado convencido de alejarse y porque tal vez Dai no había manejado la situación correctamente. Tener a Orochimaru frente a él una vez más había sido demasiado excitante y no pensó las cosas con claridad. Especialmente, no lo hizo porque desde su primer encuentro había estado muy cachondo y todo en lo que había podido pensar era en que quería tocarlo de nuevo, fue por esa razón que no dudo en hacerlo otra vez, pero tal vez también fue por eso que Orochimaru-San se había ofendido de alguna manera.

Además, Orochimaru es alguien afamado y solitario, conocido por su crueldad y por la forma en la que prácticamente desprecia a todo el mundo porque a todos los considera inferiores. Su reputación y su estatus son demasiado importantes para él y lógicamente nunca se involucraría de ningún modo con alguien cuya dignidad está en el suelo.

Sin embargo, Orochimaru volvió al siguiente día. Y sorpresivamente para Dai, no regresó con la intención de hablar con él y aclarar las cosas como dos adultos razonables e inteligentes, sino que todo lo que hizo fue fingir otro ataque, decirle un montón de insultos y boberías sobre los shinobi antes de tirarse en el piso y abrir las piernas.

Así que Dai y Orochimaru tuvieron sexo de nuevo, algo que ilusionó y emocionó a Dai antes de que Orochimaru escapara de su casa otra vez, nuevamente sin darle alguna explicación sobre sus intenciones o sobre lo que se supone que estaban haciendo de un modo tan abrupto que la mente de Dai se llenó de miedo y dudas, cuestionándose lo que era moralmente correcto para la situación y si tal vez se estaba aprovechándose de alguna manera de las visitas extrañas de su compañero shinobi.

Solo que Dai no tuvo que cargar con esos sentimientos negativos por más de una noche porque Orochimaru también volvió al siguiente día, alegando un montón de cosas raras sobre el odio y la muerte que Dai ignoró a favor de azotarlo en la mesa y comenzar a follarlo de nuevo.

Adorable enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora