MAR; VELAS Y RECUERDOS | 5

7 0 0
                                    

—Buenos días hermosa polvorita.

—Buenos días , fraude.

—¿Fraude?

—Pues sí, fraude.

—Y según tú, ¿por qué soy un fraude?

—Porque eras como aquellas fugaces que llegan y desaparecen rápidamente.

—Oye, estaba haciendo esto—señaló en ese momento el desayuno que había hecho para los dos. A Markus el dolor no le importaba mientras quedara como si fuera el mayor romántico del planeta. Mientras le sonreía ante el gesto, podía también notar como sus manos rápidamente dejaban la comida de lado para posarse en mis caderas—creo que merezco algo—susurraba atrás de mí, podía sentir su respiración en mi nuca, instantáneamente fui yo quien apoyó la cabeza en su hombro para poder fijar mis ojos en sus ojos—¿sabes? Me encantan tus ojos, es como si estuviera viendo el sol y la tierra al mismo tiempo.

—¿Vas a seguir siendo un poeta solo para besarme o vas a besarme ya? — Como si estuviéramos en un baile de balsa, sentí mis pies girando para quedar frente a él.

—Tu quieres matarme, África—mientras más cerca estaba de él, más calor sentía, pero no de aquellos calores molestos, no, era un hormigueo intenso. De pronto, Nina Simone sonaba en mi cabeza mientras sus labios tocaban los míos, la suavidad hacia parte de Markus, como si quisiera que todo fuera en cámara lenta para recordar cada cosa que estábamos haciendo.—Te dije que iba a besar todos tus labios—susurró apartándose, en ese instante lo sentí bajando hacia mis piernas, mientras me quitaba el pijama sentía como el frío de aquel pequeño momento se convertía en un volcán, aquella llama que salía dentro de mi quemando su boca, entendí lo que era perder el aire, cuando sus manos se apoyaron en mis glúteos para hacerme explotar con sus besos.

Podía jurar que no estaba allí mientras más me llevaba hacia su boca, era como si el hielo y el fuego se mezclaran en un mismo momento. No paró hasta saber que lo había disfrutado, Markus sabía muy bien dónde tocar, besar, acariciar.

Cuando volvimos a lo normal, vi como sus ojos brillaban deseando mucho más, sin embargo con todo el control del mundo, los cerró para suspirar, lo que menos me esperaba en ese momento después de recomponerse y volver a ponerme las prendas era recibir aquello, no obstante allí estaban, sus brazos rodeando mi cuerpo, su cabeza se posándose en el hueco de mi hombro y sus manos haciendo pequeños círculos en mi espalda.

—Me gustaría quedarme siempre así—le oí decir—pero tenemos que desayunar y...

—Markus...—Estaba ilusionado, lo pude notar, porque sus ojos parecían los de un perrito viendo algo que amaba—bien...¿Necesito que me hagas un favor?

—¿Un favor?

—Es que...Supongamos que tenga que irme a León, ahora...Y no tenga a nadie que cuide a los gatitos...

—Puedo intentarlo, polvorita, aunque si muero...Vas a tener que hacer un discurso de aquellos en mi velorio.

—Deja de ser dramático, Markus...Aunque si no quieres...

—Claro que quiero, polvorita, voy a tener otra excusa para quedarme contigo más tiempo, así que, me encanta.

—¿Estás seguro?

—Estoy seguro desde que tuve la oportunidad de estar en paz contigo.

—Y vaya que paz...

—Si quieres podemos repetir está paz. Pero no te la puedo garantizar por mucho tiempo, porque realmente me hundes en la locura, África.

—Si no eres uno de esos románticos perdidos, eres una leña.

—Una leña ¿qué te enciende?

—En todo caso, yo te enciendo a ti.

—De cualquier manera nos quemamos juntos.

Sus manos estaban acariciando mis labios, no hizo nada más, pude sentir en ese instante como era hermoso tener esa conexión, no era necesario otra cosa que su mirada para decir todo aquello que quería.

—Es mejor que me lave de nuevo los dientes para desayunar, porque si no, voy a querer continuar con lo que comenzamos y realmente no quiero que te atrases, aunque, no estaría mal un pequeño baño juntos...

—Mierda, se me había olvidado.

Faltaban dos horas para despegar, no había hecho ni la maleta, lo miré alarmada y sin decirle nada me giré para comer aquello que me había preparado. Lo vi irse de la cocina sonriendo, Markus estaba feliz, yo también, pronto estaríamos lejos, sin embargo, mucho más cerca de lo esperado.

TRES VECES CONTIGO[EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora