3.- Querer y sus dificultades

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3.- Querer y sus dificultades

Zoe

Estaba esperando a que Ethan me avisara para ir a prepararnos. Había ensayado durante toda la mañana con la banda en nuestra cochera que habíamos bautizado hace un par de años como «El Cielo Negro», fue una idea de Rory que nos pareció adecuada. Ahora se me hacía extraño llamarle cochera a ese lugar.

Mientras hacía tiempo me la pasé cotilleando el perfil de Marco, porque la rarita no tenía redes sociales. Sin embargo, eso ya no importaba porque el capullo de Marco tenía muchas fotos de ella y la presumía como si fuera un coche nuevo.

—¿Quién es?

—¡Papá! ¡Eres un cotilla!

Se formó un silencio. Mi padre me miraba con una mirada inquisitiva, de igual manera mi reacción fue simple, fruncir el ceño. Tras unos minutos me di cuenta de que se me había cortado la respiración después de tanta tensión. Mi padre me había pillado desprevenida.

—No es nadie.

—¿Te gusta?

—No. Es la chica con la que estoy castigada en los descansos.

― ¿Ese es el perfil de su novio?

―Ella no tiene redes sociales ―aclaré.

Me fijé en la bebida energética que estaba encima de la mesa mientras pensaba en como desviar la conversación. No me gustaba que él supiera ese tipo de cosas, además de que a mí no me gustaba Lisa ―por ahora, al menos―, era solo una chica guapa rodeada de gente superficial.

―Si que sabes mucho de esa chica...

― ¡No me gusta!

―Yo creo que un poco sí.

― ¡Papá!

―Vamos no pasa nada, a veces debes mostrar que eres una persona y no una pared.

Le dediqué una mueca de asco y, a los pocos minutos, solté un suspiro de cansancio.

—¿Cómo que estas castigada? Ya decía yo que me había llegado un mensaje de la directora.

—Ella tenía que ensayar una obra de teatro en los recreos y yo ensayo la guitarra en los recreos, discutimos y nos castigaron.

—¿Por una discusión?

—Dicen que tenemos que ser como el lema de la escuela: «Perfección, tradición y aliados» —dije con una sonrisa forzada.

—¿Quieres que te cambie de colegio?

Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—Tu madre me insistió tanto que no pude decir que no.

—Ya, a mamá le hace demasiado ilusión que vaya a esa escuela, pero nunca me ha dicho por qué.

Mi padre se rio para sí mismo.

—¿Tiene algo que ver contigo?

—Esa historia te la contaré el día en el que me presentes a alguna novia.

―Pues te morirás antes de que te la presente.

Mi padre soltó una carcajada y yo me volví hacia él. Se sentó en el sofá que tenía al lado. Era uno color carmesí, de esos modernos que te hacían masajes. Se lo autorregaló y cada vez que se sentaba tras un día largo de trabajo, le daba la sensación de que era un sillón hecho de oro.

―Mira el lado bueno, así la podrás conocer ―dijo mi padre con una sonrisa maliciosa―. ¿Quién es?

—Lisa Mitchell.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2024 ⏰

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