Capítulo 29

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capítulo
"No sé si puedo hacer esto."

La voz de Jon, ronca, baja y dolorosamente norteña, resuena en la sala del trono. Es un tono que no encaja, que no pertenece al Sur, y sus ojos tormentosos revolotean sobre el lugar donde nunca se ha sentado un Stark.

El Trono de Hierro es más feo de lo que Sansa recuerda, todo de acero afilado y bordes dentados, y por un momento se pregunta cómo llegaron allí. Cómo están de pie, quietos e inquietos, ante un trono que nunca quisieron. Muchos lo hicieron. Muchos  murieron  por él... y sin embargo, aquí están. Robb se revuelve en sus brazos, sus pequeñas manos se extienden para agarrar las puntas de su cabello, mientras Catelyn se aferra a la pierna de Jon.

Qué imagen deben formar , piensa, lobos y dragones que vienen a hacer de Desembarco del Rey su hogar. Piensa que Cersei debe estar revolviéndose en su tumba.

Ese  pensamiento es suficiente para al menos traerle una sonrisa a su cara.

La mano que no sostiene a su bebé se extiende hacia Jon y entrelaza sus dedos. Él se da vuelta para mirarla, con expresión impasible y tranquila.

—Puedes —insiste ella suavemente—, eres un gran Rey... y el resto de Poniente te amará, como ya lo hace el Norte.

De padre Targaryen y madre Stark, él puede unir los reinos como nadie lo ha hecho antes. Y ella estará aquí, a su lado, en cada paso del camino.

Él le sonríe, dulce y tierno, muy diferente a antes. A ella le encanta la forma en que la mira ahora, le encanta la vida que han forjado juntos. Él levanta sus dedos entrelazados y le da un beso en el dorso de la mano.

Sus ojos se mueven del trono a él, a sus hijos, y siente una opresión en el pecho.

Ya sea que estén en Desembarco del Rey o en Invernalia,  este  es su hogar.

No es una coronación tradicional, el día en que toman el título de Rey y Reina.

Con los señores y damas de los Siete Reinos reunidos, Sansa recuerda con asombro la negociación en el Pozo del Dragón, hace tantos meses. Algunas personas no han venido: Daenerys y Cersei, Meñique y Ser Jaime, y otras siguen aquí, o han vuelto, aunque no quieran. De cualquier manera, los representantes de todas las grandes casas están aquí para elegirlos oficialmente, algo en lo que Jon insistió.

Jon no se sentará en el trono todavía. En cambio, se queda de pie frente a él, con las manos entrelazadas tras la espalda, mientras Sansa se sienta a su lado. Robb duerme en su regazo, mientras que Arya se encuentra al otro lado de Jon, con las manos entrelazadas sobre los hombros de Catelyn frente a ella.

—Como todos sabéis, mi familia y yo hemos sido traídos aquí porque yo soy el último en reclamar el Trono de Hierro —la voz de Jon es fuerte, autoritaria y sin miedo, y Sansa está orgullosa de él—. No es algo que yo haya codiciado... ni algo que mi esposa y yo queramos particularmente... pero si es lo que queréis  , representantes de la buena gente de Poniente, entonces lo aceptaremos. Intentaremos hacer lo mejor que podamos para ser buenos gobernantes, justos y equitativos, como nadie se ha sentado en este trono en décadas.

Ser Davos aparece primero, luciendo simple y humilde frente al esplendor de la sala del trono.

—Mi casa tiene poca importancia —comienza—. Represento a muy pocos y no sé mucho. Pero sí sé esto: no hay nadie mejor para guiarnos hacia el futuro. Los reyes pueden ser crueles y estúpidos, como todos sabemos. Jon no es ninguna de las dos cosas. Trajo a los salvajes al sur del Muro, unió a personas que se habían odiado durante siglos. Cruzó los mares y derrotó a los muertos. Derrotó a la muerte. No le importa el poder, no le importa el derecho de nacimiento, pero ha continuado los poderosos linajes de los Stark y  los Targaryen. Su hijo y su hija gobernarán con tanta justicia como él cuando nos hayamos ido. Hace lo que debe, porque sabe lo que es correcto.

No te amo (siempre te amaré)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora