Capítulo 54: Una vieja amiga

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Al momento de regresar, Sophia insistió en llevar al pobre cactus con ella, aunque fue un problema lograr pasar los controles, la pequeña planta consiguió subir al avión

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Al momento de regresar, Sophia insistió en llevar al pobre cactus con ella, aunque fue un problema lograr pasar los controles, la pequeña planta consiguió subir al avión.

La colocó en el jardín donde siempre recibiría el sol y también se encargó de limpiarla y regarla, con el tiempo se recuperaría. Sintió que el viaje le había aclarado la mente.

Siguiendo el concejo de Daniel, puso su empeño en continuar la escritura de su libro, se sentía inspirada, ahora podría escribir desde sus memorias, como la historia de una chica que aprendió a brillar luego de caer en el mismo punto cientos de veces, la gente podía odiar a BunnyS´M, Sophie Miller era un nombre prohibido, pero no conocían lo que Sophia tenía por contar.

Con esa resolución en mente reestructuró el contenido de su obra, utilizando las experiencias que ahora conocía, puso sus sentimientos en ello con la esperanza de que las personas que leyeran su historia encontraran el apoyo y el aliento que tanto ella necesitó para darse cuenta de que aún tenía mucho por ofrecer al mundo.

Samuel consiguió ingresar a la escuela, un poco tarde y bastante atrasado, era casi mitad de año, ahora pasaba menos tiempo en su casa y solo lo cuidaba cuando la señora Evans o la señora del servicio no podían hacerlo, pero de todas formas siempre regresaba los sábados a comer las galletas de su madre y colorear con su padre.

—Se te van a cuadrar los ojos— molestó el niño a Sophia, mientras ella se concentraba en escribir en su computadora.

—Sophie usa tus lentes, vas a dañar tu vista — regañó la señora Miller apoyando a Samuel.

—Estoy bien— respondió frotando sus ojos.

Debía terminar su obra antes de junio, recibió ayuda de Daniel para contactar a la editorial y a raíz de ello, le solicitaron un manuscrito de prueba, estaba nerviosa de que el contenido no fuese de su agrado, pero terminó por recibir una llamada una semana después. Querían el libro completo lo más pronto posible, su historia tenía lo necesario para convertirse en el siguiente best seller, o al menos eso esperaba. Por ello había estado más de quince horas por día frente a la computadora durante la última semana.

—Llévame al parque — exigió Samuel a Sophia sacudiendo su brazo.

—No puedo, iremos después— respondió concentrada en escribir.

—Sophie te hará bien el sol de la tarde —regañó su madre — hace días que no sales debido eso.

La señora Miller inicio un sermón sobre oxigenar el cerebro con aire, refrescaba las ideas, accedió para evitar seguir escuchándola y pronto se encontró caminando al parque en compañía de Samuel. Ya no usaba la sudadera con capucha ni su tapabocas, pero si una gorra por si acaso, pasaron por helados a la tienda, aunque habían comido galletas recién, pero Samuel exigió uno y ella no negaba los dulces.

Se encontró sentada en el columpio disfrutando su cono de helado mientras Samuel jugaba en el arenero con otro niño del barrio, ya tenía amigos a quien molestar, pero seguía acosando a su familia con sus órdenes, Sophia lo llamaba “pequeño dictador” nunca pedía favores y siempre hablaba con tono mandón, pero le caía bien y debía reconocer que cuidar de él le había ayudado a distraer su mente durante un tiempo.

Crónicas de una chica enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora