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El aire fresco nos acariciaba y, para mí, era la sensación más agradable. Estábamos en una cafetería con un estilo casual y acogedor. Decidimos ocupar un lugar en la terraza ya que tenía una vista muy bonita; se podía apreciar un hermoso atardecer violeta.

Ya habíamos pedido nuestra orden. Margoth pidió un café y yo pedí un capuchino. Mientras esperábamos a Day, quien, por cierto, ya llevaba 15 minutos de retraso.

—¿Habrá tenido algún inconveniente? —preguntó Margoth con voz un poco preocupada.

—Pues, ya le mandé varios mensajes y me dejó en visto —le mostré la pantalla de mi celular.

—Qué raro. —respondió dudosa.

El mesero llegó con nuestro pedido, preguntándonos si se nos ofrecía algo más. Ambas dijimos que por el momento estaba todo bien y el mesero se retiró.

Di un sorbo a mi capuchino; el sabor era delicioso.

—Está buenísimo.

—¿Sí?

Asentí y le acerqué mi bebida.

—¿Quieres probar? Te va a gustar.

Me observó por unos segundos de más y probó mi capuchino.

—Es verdad, está muy bueno. Pero te aseguro que yo hago uno mucho mejor —lo dijo usando un tono de broma—. Un día de estos te voy a invitar a que pruebes el que yo hago.

—Me encantaría —le dije sonriendo.

En ese momento, un mensaje llegó. Abrí mi bolsa y saqué el celular para ver el mensaje; era Dayren.

Day: Ubicación.
Day: Ahí las veo *guiño* *guiño*.
Lorelei: Ya estamos aquí, estaremos en el área de la terraza. (Visto)
Lorelei: ¿Ya vienes? (Visto)
Lorelei: Daaaaay, respondeeee (Visto)
Lorelei: Ya pedimos, ¿estás cerca? Para ir pidiendo lo que vas a tomar. (Visto)
Lorelei: Ya nos preocupaste, ¿todo bien?
Day: Jajaja, qué lenta eres, my friend.
Day: Todavía hace falta que me conozcas más, ehhh.
Day: Anyways, diviértete.
Day: Y de nada (:

Ok, ahora todo tenía sentido. Una vez más me estaba ayudando a estar más cerca de Margoth, prácticamente me estaba haciendo las cosas más fáciles y poniéndome todo en la mano. De mí dependía hacer los siguientes movimientos si quería lograr algo con la hermosa mujer que tenía frente a mí, la cual me estaba mirando con curiosidad. Sonreí y guardé mi celular.

—Era Day. Le surgió un imprevisto y no podrá llegar.

—Ah. Ya. —su mirada era indescifrable, y sentí que no estaba convencida de mi respuesta—. Pues venga, hay que aprovechar la salida nosotras dos.

Siempre me consideré una persona con muy pocas habilidades sociales; el mantener una conversación con las personas era de los momentos que más odiaba y donde más incómoda me sentía, ya que por lo general no sabía cómo seguirles el hilo, me aburría fácilmente o no sé, nunca me sentí bien. Pero, con Margoth, todo estaba siendo diferente, más sencillo. Llevábamos casi dos horas aquí y en ningún momento se nos acabó el tema de conversación; de un tema pasábamos a otro y todo era increíble. Después de mucho tiempo, volvía a sentir que encajaba con alguien.

—Y no, te sorprendería saber que hay más de cien tipos de nubes —me dijo con un brillo en su mirada.

No sabía en qué momento pasamos a hablar de nubes, pero la manera en la que me contaba las cosas era fascinante. No podía dejar de verla admirada.

—¿Qué? O sea, ¿que no todas son nubes normales? —ella negó con una pequeña sonrisa—. ¿No? Entonces, ¿qué?

—A ver, técnicamente sí, son nubes en general —se rió brevemente—, pero, dependiendo de su forma, puedes conocer el tipo de nube que es.

Nosotras y las nubes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora