•2: Reflejos Oscuros

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Narra Shadow

El amanecer es un momento que siempre me ha traído paz. La luz suave del sol colándose a través de las cortinas de mi departamento, el silencio casi palpable que envuelve todo... Es en esos momentos cuando puedo sentirme verdaderamente en control, al menos por un rato. La rutina de la mañana es mi refugio, una serie de pasos que sigo religiosamente para mantener el equilibrio en mi vida.

Me levanté antes de que el despertador sonara, como siempre. La primera cosa que hice fue revisar el teléfono, buscando un mensaje de Sonic. Sabía que él tenía dificultades para dormir, y aunque a veces lograba conciliar el sueño, otras noches sus demonios internos no lo dejaban en paz. Mi corazón se estrujaba al pensar en lo mucho que había sufrido, y en lo poco que había podido hacer para ayudarlo.

Él era la primera persona en la que pensaba cada mañana y la última en la que pensaba cada noche. Desde que lo conocí, había algo en él que me atraía, una fragilidad que intentaba ocultar bajo una fachada de confianza. Pero yo podía ver más allá de eso, podía ver el dolor que cargaba, la soledad que intentaba disimular con su sonrisa. Y cada vez que lo veía, no podía evitar sentir una necesidad profunda de protegerlo, de ser el apoyo que tanto necesitaba.

Mientras me duchaba, recordé cómo nos conocimos. Fue en una tarde gris, justo después de clases. Yo estaba en la cancha de la escuela, practicando para un partido, cuando lo vi. Sonic estaba solo, sentado en una esquina, con la mirada perdida. No era la primera vez que lo veía, pero ese día algo en su expresión me llamó la atención. Había un dolor en sus ojos que me resultaba demasiado familiar, un vacío que reconocí al instante. No pude evitar acercarme a él.

—¿Estás bien? —le pregunté, con un tono más suave de lo que estaba acostumbrado a usar.

ÉL levantó la vista, sorprendido de que alguien le hablara. Al principio, fue reacio a abrirse, pero poco a poco, empezamos a hablar. No fue un cambio repentino, sino una serie de pequeñas conversaciones que eventualmente se convirtieron en algo más. Con el tiempo, nuestras charlas se hicieron más profundas, más personales, y antes de darme cuenta, el azul se había convertido en una parte fundamental de mi vida.

Pero no se trataba solo de amistad. Había algo más, algo que me costó admitir al principio. Lo amaba. No de la manera en que se ama a un amigo, sino de una forma mucho más profunda, más intensa. Verlo sufrir, día tras día, era como una daga en mi corazón. Y cada vez que su madre lo maltrataba, sentía una rabia incontrolable arder en mi interior. Quería protegerlo, llevarlo lejos de todo ese dolor, pero sabía que no era tan simple.

Al salir de la ducha, me preparé un café mientras planeaba el día. Hoy tenía algo importante que decirle a Sonic, algo que esperaba lo ayudara. Había encontrado un psicólogo para él, alguien con quien pudiera hablar libremente, sin miedo a ser juzgado. Sabía que no lo tomaría bien al principio; él siempre había sido reacio a buscar ayuda, tal vez porque pensaba que eso lo hacía parecer débil. Pero yo sabía que era necesario.

Me senté en el sofá, tomando un sorbo de café mientras revisaba algunos correos. Mi madre me había enviado uno, como hacía cada semana. Estaba en otro país, viviendo su vida, pero se preocupaba por mí y se aseguraba de que no me faltara nada. Me enviaba dinero regularmente, aunque yo apenas lo usaba. Vivir solo en este departamento me daba la independencia que siempre había buscado, pero también me hacía sentir solo a veces.

El reloj marcaba la hora de salir. Me levanté, apurando el último trago de café y recogiendo mis cosas.

—Mierda, me quemé la lengua.

Living Darkness [Shadonic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora