•3: La Carga Silenciosa

42 6 8
                                    

El día siguiente amaneció nublado, un reflejo perfecto del estado emocional de Sonic. Después de la llamada de Aleena y el abrupto final de su encuentro con Shadow, el azul regresó a casa con el corazón pesado, y lo que sucedió esa noche quedaría grabado en su piel y en su mente como otra cicatriz más de las muchas que ya cargaba.

Al terminar la clase, Sonic no pudo contenerse más. Corrió a través del patio sin siquiera mirar a su alrededor. Los murmullos y las miradas curiosas de los demás estudiantes no importaban; solo había un lugar donde necesitaba estar, una persona que necesitaba ver. Las lágrimas caían sin control mientras corría, y cuando finalmente llegó al lugar donde sabía que encontraría a Shadow, colapsó frente a él.

—¡Sonic! —exclamó Shadow al verlo.

El azul temblaba. Sus manos apretaban los puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvían blancos. Sin pensarlo dos veces, su novio se agachó a su lado y lo abrazó, envolviéndolo con la misma seguridad que siempre le ofrecía. Sonic, en respuesta, se aferró a él con una desesperación que rompía el alma.

—Me pegó, Shadow... —murmuró, con la voz quebrada—. Otra vez...

Los ojos de el mencionado se llenaron de rabia contenida, pero sabía que no era el momento de dejar que ese enojo se desbordara. En su lugar, respiró hondo y mantuvo a el cobalto pegado a él, permitiéndole desahogar todo el dolor que había acumulado.

—Lo siento tanto... —continuó entre sollozos—. Lo intenté, traté de ser mejor, pero nada es suficiente para ella. Todo lo que hago está mal, y...

—Shh, tranquilo —susurró el bicolor, acariciando suavemente su espalda—. No es tu culpa, Son. No importa lo que digas o hagas, ella no tiene derecho a hacerte esto. Nadie lo tiene. Te lo digo siempre, amor.

Sonic se apartó apenas un poco, lo suficiente para levantar la mirada hacia él, revelando las marcas que había tratado de ocultar. Las heridas no eran profundas, pero eran visibles. Las había curado lo mejor que pudo, porque desde pequeño había tenido que aprender a cuidarse solo. No había nadie más que lo hiciera por él.

—Yo... —él trató de hablar, pero las palabras se ahogaban en su garganta—. No sé cuánto más puedo soportar esto, Shadow.

Las lágrimas seguían cayendo, y la mirada desesperada de Sonic hizo que el corazón de Shadow se rompiera en mil pedazos. No era justo. Ningún chico debería pasar por algo así, y menos alguien como Sonic, que ya había soportado tanto.

El moreno apretó los dientes, tratando de mantener la compostura. Quería decirle tantas cosas, prometerle que todo estaría bien, que lo sacaría de esa casa, que nunca más permitiría que Aleena lo tocara. Pero sabía que no podía hacer promesas vacías. No ahora.

—Mírame, Sonic —dijo suavemente, levantando el rostro de su pareja con delicadeza—. Lo que estás viviendo no define quién eres. Tú eres fuerte, incluso cuando sientes que no lo eres. Y no tienes que enfrentar esto solo, ¿entendido? Yo estaré aquí, siempre.

Él asintió débilmente, sus ojos aún empañados por las lágrimas, pero algo en la firmeza de las palabras de Shadow logró calmarlo un poco. A pesar de todo, sabía que había una verdad en lo que decía. Su pareja siempre estaba ahí para él. En los momentos más oscuros, era su luz, su ancla.

—Gracias... —murmuró, hundiéndose una vez más en el pecho de Shadow.

Finalmente, Sonic se calmó, aunque el dolor seguía presente en su interior. El oji-rubí sabía que esto no era algo que pudiera solucionarse en un solo día, ni siquiera en una sola conversación. Pero lo que sí podía hacer era asegurarse de que su novio nunca se sintiera solo en su lucha.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Living Darkness [Shadonic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora