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Vuelven a la barra riéndose de unas cosas que hablan, aunque se interrumpen con el sonido del móvil de Sandra y es una llamada que hace a la nueva rubia girar los ojos.

—Quiero vacaciones —murmura antes de contestar y Tatiana se ríe—. Ya vuelvo. Voy a buscar un lugar que no me corte la señal.

La chica bajita de ojos verdes asiente y se queda sola aun con cierta sensación molesta.

O quizás no es molesta.

Solo no saber quién la observa es lo molesto. 

Nunca le falla su intuición. Al querer darse vuelta para darle otra repasada al sitio, el chico de la barra le habla y ella ni siquiera le presta atención a sus palabras. Tanto por la música, como por esa distracción.

—¿Disculpa? —se rasca la cabeza frunciendo las cejas.

—¿Si quieres algo?

—Vodka.

El asiente y Tatiana bufa tratando de buscar a Sandra con la mirada para irse del sitio, pero ni siquiera se percató a que lugar se fue.

—Aquí está.

—Gracias.

Le sonríe amable y da una vuelta en su taburete poniendo una mueca cuando una de las luces del club da por completo en su cara encandilando su vista, al mirar a la zona VIP.

—Oye —llama al chico y la mira atento—. Para subir...

—Clientes VIP. Enlaces con socios.

—¿Y si yo quiero subir?

—Pagas entrada.

—¿Y que tanto hay arriba?

—Bailarinas. Juegos. Recurren más que todo...

—Hombres —gira los ojos, tomando del vodka y el asiente riendo—, raro.

—Debo seguir atendiendo.

—Te seguiré molestando por ser el único en hablar inglés.

—No hay problema.

El chico se va recibiendo una mala cara por parte de Tatna, aunque ni siquiera se da cuenta. Quiere hablar con alguien. ¡Quiere a Sandra!

—Esta estúpida a donde se fue —vuelve a mirar en todas las direcciones y sus ojos vuelven a la planta de arriba, curiosa. Solo observa alguien darse vuelta, desapareciendo entre las sombras y luces del lugar.

Baja del taburete, dejando vaso vacío en la barra, decidida a buscar a Sandra en el enorme sitio. Intenta llamarla, pero aun sale ocupado lo que la lleva a pensar que tal vez este en alguna zona muy apartada por la llamada.

Y mientras Tatiana da unos cuantos empujones molesta por ser tan bajita, alguien trata de localizarla con la mirada y la ubica fácilmente con la chica dando saltos tratando de ver por encima de las personas.

—¡Damon!

El pelinegro se detiene al oír el lejano llamado de Erick que lo observa indignado con los brazos extendidos.

—¡Ya vuelvo!

Termina de bajar las escaleras casi a zancadas, dispuesto a no perderla de vista y, muy a diferencia de Tatiana, solo tiene que estirar un poco el cuello.

—Dios mío, van a secuestrarme —susurra Tatiana sin quitarse la sensación de ser acosada, de hecho, esta aumentó más y su paranoia le está diciendo que alguien la persigue, pero para saberlo con certeza es muy difícil. Sube varios escalones y ve la nueva cabellera rubia de su amiga—. ¡Sandra! —cuando ubica a su amiga esta no la escucha ya que aun sigue hablando por celular y se vuelve a perder entre las personas, y para Tatiana que la conoce, se ve furiosa.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora