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Aiko estacionó su auto en el aparcamiento del gimnasio y corrió a toda velocidad hacia la entrada. Quería aprovechar cada minuto disponible antes de que comenzara el entrenamiento en grupo. Para ella, la danza era más que una actividad; era una pasión que la acompañaba desde la infancia. Aunque era animadora, entendía que serlo requería conocimientos de baile, y desde pequeña había practicado ballet con devoción.

Aiko era muy diferente a su hermana en cuanto a gustos. Mientras su hermana disfrutaba viajando por el mundo, explorando montañas y bosques, Aiko prefería el refinado mundo de la danza y la belleza. Esa diferencia también se reflejaba en la percepción que los demás tenían de ellas. Su hermana era adorada por todo el campus gracias a su actitud explosiva y aventurera. En cambio, Aiko inspiraba temor y respeto. Muchos pensaban que su fama como una "mean girl" era merecida, pero eso no podía estar más lejos de la verdad. Aiko había llegado a donde estaba gracias a su disciplina y determinación. Estaba a un paso de convertirse en la capitana del equipo de porristas, y no pensaba aflojar en su empeño.

Mientras realizaba sus estiramientos, una voz familiar rompió su concentración.

—Mira qué bien se te ve el culo, sí que te gusta ejercitarte —dijo alguien que acababa de entrar al gimnasio.

Aiko se volteó rápidamente y su corazón dio un vuelco al reconocer al hombre que la hacía suspirar.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó, quitándose los audífonos y deteniendo sus estiramientos.

—Quería ver a mi mujer —respondió el hombre musculoso, levantándola en el aire y plantándole un beso profundo.

Para cualquiera que los viera, parecerían una pareja estable, pero Aiko sabía que él no quería formalizar la relación, y ella no se lo cuestionaba.

—¿Te vas a quedar a practicar o prefieres divertirte un poco en mi auto? —le preguntó él con picardía.

—Debo quedarme a entrenar si quiero ser capitana, Sukuna —respondió ella, sonriéndole y dándole un beso casto antes de bajar de sus brazos— Y en la tarde debo ir a mi trabajo.

—¿Y si te hago compañía mientras encerramos al niño en su cuarto y nosotros disfrutamos del resto de la casa? —insistió el imponente capitán del equipo, con sus tatuajes faciales dándole un aire intimidante.

Aiko negó con la cabeza y lo golpeó suavemente en el pecho—No vuelvas a decir eso. Si su hermano nos escucha, nos mata —respondió ella entre risas— Además, no permitiría que ese niño viera cosas que no debe, es demasiado dulce.

—Bueno, entonces avísame cuando puedas hacer algo divertido, ¿sí? —El tono molesto en su voz era evidente, pero a Aiko no podía importarle menos; ella tenía sus propias prioridades.

Sin más preámbulos, se colocó los auriculares y volvió a concentrarse en su tarea. Al terminar sus estiramientos, puso "Expresso" de Sabrina Carpenter y comenzó a bailar la coreografía que había creado en su habitación. Sus movimientos eran fluidos, pero se detenía de vez en cuando para perfeccionar algunos detalles frente al espejo.

Estaba tan inmersa en su danza que no se percató del reflejo que apareció detrás de ella. Al darse cuenta, dio un salto y exclamó—¡Mierda! —gritó en cuanto notó la presencia.

—¡Perdona! —El joven de cabello negro se disculpó de inmediato.

—¿Me estás espiando? —preguntó Aiko con diversión— Buenos días, Choso. ¿Pasó algo? —inquirió mientras pausaba su música.

—Buenos días, Aiko. Yuki me comentó que estarías aquí y bueno, solo venía a decirte algo para esta tarde —Choso aún estaba un poco sonrojado.

—Ya sabes que me puedes escribir a mí cuando necesites y no a mi hermana —sonrió. Estaba de muy buen humor y esto no pasó desapercibido para el joven de las ojeras— ¿Qué pasó?

Mr. Loverboy - Choso KamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora