Princesa Encantadora.

Capítulo X

                   » Princesa verdadera.«

-- A partir de hoy, la princesa Athanasia será tratada como una verdadera princesa.

No me reconoció como su hija. En la novela, Claude admite que nunca vio a Athanasia como su hija...

*Entonces, ¿a qué diablos estás jugando?*

Lilly parecía pensar lo mismo que yo. Incluso después de salir de la sala del trono, su rostro aún estaba pálido.

-- Está bien, princesa...

*Realmente lo espero eso...*

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-- Creo que estás un poco más gordita desde la última vez que te vi.

Pasaron unos días, pero Claude y yo seguímos igual.

*Amigo, nos conocimos hace 5 días. ¿De qué estás hablando?*

-- ¡Jejeje, tú también te vez lindo, papá!

Hasta ahora, me he encontrado con Claude dos veces más, y tuve un momento dulce (y aterrador) de padre e hija.

Durante estás reuniones me di cuenta, no importa cuán impertinente e insolente me haya comportado... Él no trata de matarme.

Al contrario, cuando más me comportaba como un niña asustada, cuanto más formales y aburridas eran mis respuestas...

*En realidad, todavía me siento lo suficientemente asustada como para desmayarme...*

Por el rabillo del ojo pude ver a Lilly sorprendida ante mis palabras.

-- Sígueme.

*¡Sobreviví! ¡Lo sabía! ¡Él es del tipo al que le gustan los que son agresivamente amistosos!*

Me observó con los ojos entrecerrados antes de darse la vuelta. Escuché el suspiro que Lilly y Félix dejaron escapar, al parecer ambos habían estado sosteniendo el aliento. Pude sentir como si la cuerda que sostenía mi vida se volvía más delgada a cada segundo.

-- Iba de camino al lago. Prepárate y únete a mí.

*¿Qué se supone que significa eso? Además, "casi". Me llamaste justo aquí y justo ahora, no puedo creer que estés fingiendo que llegué en este momento solo por casualidad.*

-- Su Majestad, me preocupa que la princesa esté rodeada de agua...

-- ¿De qué hay que preocuparse cuando ella está conmigo?

*¡Tú! ¡Tú eres el problema aquí!*

Lilly, la que le había hablado valientemente a Claude, me dedicó una mirada ansiosa. Su preocupación por mí era evidente, pero no podía hacer nada.

*¡No luches contra él, Lilly? ¿Y si decide ir en contra tuya? Yo tampoco quiero subir a ese barco. ¿Qué pasa si de pronto decide que está aburrido y me echa por la borda?*

El maldito bastardo detuvo su andar y giró hacia nosotros para después preguntar:

-- ¿No quieres unirte a mí?