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𝐶ℎ𝑎𝑟𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑀𝑎𝑚𝑎́
🝮︎︎︎︎︎︎︎

El aire frío se cuela por mi ventana y mueve mi cabello suavemente. Estoy sentada en el borde de la cama esperando a que sea la hora para partir hacia Italia.

Mi padre partió un día antes de que mi madre volviese de su viaje así que no hablaron casi nada. Él, por lo que me enteré, ya está allá y se vio con sus nuevos socios. Supongo que habrán hablando los términos del trato y otros temas.

Se me hace bastante raro todo este tema. Nadie me quiere dar explicaciones de nada, cuando pregunto solo dicen la misma palabra «negocios»

Sinceramente no entiendo el porqué debería firmar yo también, por lo que tengo entendido mi padre tiene planeado vivir por mucho tiempo más así que supongo que ninguno de nosotros tendría que subir al poder.

Además, ayer hablé con mi hermano y él negó el que papá les haya dicho que también tendrían que firmar los documentos.

Me saco todas las preguntas de mi cabeza y me tranquilizo con un Es porqué papá confía en ti para ser su sucesora.

Me levanto de la cama y bajo por las escaleras yendo hacia el comedor donde se encuentra mi madre dando las últimas indicaciones. Se acerca a abrazarme apenas me ve. 

— Tranquila, mi niña. Confía en tu padre, sabes que el no haría nada que te lastime.

— ¿Por qué me dices esto?

Se separa un poco de mi y acaricia mi rostro con una sonrisa.

— Porque veo la duda en tus ojos. Te conozco, soy tu madre y se cuando algo te sabe raro.

Le sonrió y vuelvo a abrazarla, pero esta vez con más fuerza.

Siempre dije y siempre voy a decir que no hay nada como los abrazos de mamá. A mi padre lo puedo amar, pero a mi madre la adoro. Con ella me siento segura, es el lugar al que voy cuando me siento mal o cuando algo me incomoda, es la persona a la que voy cuando necesito consejos o me surge algun problema. Simplemente es mi lugar seguro.

— Ponte linda. Tu padre me dijo que irá Emilio. ¿Cuándo piensas comprometerte con él?

— Cuando realmente lo ame.

Me mira con los ojos entrecerrados y niega mientras se ríe levemente.

— ¿Que? Para ninguno es un secreto que solo estoy con él por conveniencia.

— Pero creo que aun él no sabe eso. Lo saben todos menos él.

Me encojo de hombros— Pues su problema. Además, él no está a mi altura.

— Para ti nadie lo está.

— Obviamente. ¿Ya viste lo que soy? –señaló mi cuerpo– soy mucho ambiente para ese chico.

Ella ríe mientras niega con la cabeza. Viene una empleada a preguntarle algo y ella se va dándole los últimos detalles a todo antes de que nos vayamos.

Emilio. ¿Que puedo decir de él? Chico de 30 años, con una fortuna multimillonaria y cientos de negocios y sucursales por todo el país. Nos conocimos hace 4 años cuando acompañe a mi padre a una fiesta que tenían él y sus socios. Fue un evento en donde fueron muchas personas importantes, entre esos Emilio. Una cosas llevo a la otra y terminamos estando en una relación.

Él creo que si está enamorado de mi, en cambio yo no. Yo solo lo hago por el bien de mi familia, ya que al tener tantos contactos nos ayuda a facilitarnos el trabajo.

Me encamino hacia la cocina para prepararme un café antes de partir. Podría pedirle a las cocineras que lo hagan, pero sinceramente hoy tengo ganas de hacerlo yo misma, además de que me aburro y que mejor que hacerme un café.

Entro a la cocina y me busco una taza en lo que la cafetera calienta y prepara el café. Apoyo mis manos en mesón y respiro ondo.

Sigo preocupada con el tema de mi padre, aunque se me pasa al momento cuando pienso en que veré a mis hermanos otra vez. Hace mucho no los veía. 2 meses, pero aún así, aunque sea insoportables, los extrañaba un poco.

Suspiro cuando siento unas manos en mi cintura mientras me abrazan por detrás.

— ¿Preparándose su último café antes de irse? –susurra en mi oído.

— ¿Que haces? Van a vernos.

Me gira y se pega a mi antes de unir nuestro labios en un beso.

Me separo al instante poniendo una mano en su pecho, alejandolo.

— Esta mi madre, por dios. Va a vernos y no quiero tener que dar explicaciones.

—Bien. —se aleja— solo venia a comentarle que su padre me ha pedido que las acompañe en su viaje, señorita.

Su semblante se puso serio y tomó la debida distancia que se supone que tendría que tomar.

— Mejor. Eso significa que pasaremos más tiempo juntos.

– No se de que habla, señorita.

Lo miro incrédula y ruedo los ojos. Odio cuando se comportan como niños chiquitos caprichosos y no comprenden los riesgos de las situaciones.

Me doy la vuelta para buscar el café y servirlo en la taza.

– Pido su permiso para retirarme.

— Vete.

Escucho un suspiro de su parte y al segundo sus pasos alejándose por la puerta.

Tomo la taza con mis manos y tomo un sorbo. Con taza en mano, vuelvo al salón en donde estaba mi madre.

Al verme, niega con la cabeza y se acerca a mi.

— Sabes, si vamos a volver a Italia, por lo menos debes de disimular las infidelidades hacia tu pareja. —me mira seria y lo único que pasa por mi mente es como mierda se enteró.

— ¿Que? ¿De que hablas mamá?

Pone sus manos en su cintura y entrecierra sus ojos.

— Lo se todo. El otro día los escuche. —seguro estoy roja como un tomate– Además, él no es muy disimulado que digamos.

Empieza a caminar hacia donde están unos señores sacando un cuadro y da unas indicaciones.

— Te sigue con la mirada, —continua hablando— te busca todo el tiempo, te mira de arriba a abajo sin ningún descaro y raramente cuando te ve o sale muy feliz o muy triste. ¿Que les haces, Adhara? ¿Le rompiste el corazón?

Miro hacia arriba y me sigue mirando esperando una respuesta. Me tiro en el sofá rendida.

— Capaz que se enganchó. Pero bien que le deje las cosas claras desde un principio. Solo es sexo.

— Ay cariño, eso nunca sale bien.

Le doy otro sorbo a mi café y empiezo a ver a mis alrededores cruzando miradas con Nick que, como me lo dijo mi madre recién, esta mirandome como lo hace siempre.

— Para mi si. Yo no me enamore y estoy más que bien. Ahora volveré a Italia, fingire ser la pareja perfecta y luego Nick me complacera a escondidas. ¿Que hay de malo en eso?

Ella niega con la cabeza. Siempre buscó que yo me enamore y viva la vida que ella esta viviendo, casada, con hijos y millonaria.

Pero bien le dije que todavía estoy muy joven para eso. Tengo 22 años, todavía tengo tiempo.

— Haz lo que quieras. Cualquier cosa sabes que estoy para ti como tu madre, una amiga o como un hombro en donde llorar, mi niña. —se acerca a mi y me da un beso en la coronilla y se va.

Saco mi teléfono y veo un poco las redes. Reviso la hora y me doy cuenta que ya es momento de partir, así que subo en busca del último bolso que voy a llevar conmigo y bajo subiendome a la camioneta que me va a llevar al aeropuerto.

Luego de unas horas de viaje, aterrizamos y el aire fresco me pega en la cara.

« Ciao Italia »

• 𝑌𝑜𝑢 𝐵𝑒𝑙𝑜𝑛𝑔 𝑇𝑜 𝑀𝑒 • | Antoni MascheranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora