Volkov salió del hotel y se subió a su nuevo coche dirección a la sede del FBI. Una vez allí cogió su radio y abrió la tablet policial para ver quien estaba ya en servicio. Pulsó el botón para hablar por la radio:
—Monnier, ¿puede venir a mi despacho? Tengo un asunto confidencial y urgente que comentar con usted.
—Por supuesto, ahora mismo subo V— respondió Monnier al instante.
En menos de dos minutos Alanna llamó a la puerta del despacho de los directores y Volkov la invitó a pasar. Le hizo un gesto para indicarle que se sentara en el sillón que había delante de su escritorio y él se sentó en su silla. Luego, le sirvió un vaso con agua y rellenó el suyo.
—Verá Monnier...hay algo que tengo que comentarle.
—Si es sobre los últimos ataques, Williams ha hecho muchos avances esta última noche, si quiere luego le pasó el último informe para que se lo lea.
—No, no. No tiene nada que ver con el FBI. Necesito su ayuda. Podríamos decir que...es más bien un favor personal entre amigos.
—De acuerdo, dígame, ¿está usted bien?
—Sí, sí, yo estoy bien, tiene que ver con Horacio.
—¿Qué ocurre? ¿Le ha pasado algo a H? Si alguien le ha hecho daño mandamos a nuestros agentes ahora mismo, Bishop y Brown están disponibles.
—No, no, como ya le he dicho no tiene nada que ver con el FBI, y no es nada malo, no se preocupe. —Volkov cogió el vaso de agua que tenía en la mesa y le dió un sorbo—. El caso es que necesito su ayuda para...digamos...prepararle una sorpresa a Horacio.
—Ay claro V, dígame que necesita, por ustedes lo que sea.
—¿Podría acompañarme cuando salgamos de servicio a la calle de Portola Drive?
—Claro, ¿que hay en esa dirección? — preguntó Alanna mientras iba dando pequeños sorbos del vaso de agua que le había servido previamente V.
—Una joyería.
—Y para qué quiere ir a una...
—Le voy a pedir matrimonio a Horacio —Alanna al escuchar eso escupió toda el agua de golpe.
—¿Como?
—Lo que ha escuchado, le quiero pedir a H que se case conmigo.
—¡Ay V no sabe cuánto me alegro por ustedes! ¡Ya era hora! ¿Y qué va a hacer? ¡Qué emoción! ¿Quiere que preparemos algo a lo grande? Puedo hacer una llamada y podemos...
—No, no, nada de eso. Quiero que sea algo íntimo y bonito entre los dos. Ya habrá tiempo para grandes celebraciones y excentricidades en la boda. Es solo que agradecería tener a alguien que me aconseje y me dé su opinión al escoger la sortija. Además, digamos que usted tiene mucha más experiencia en todo esto —dijo Volkov riendo.
—Mire V no me voy ni a enfadar por ese comentario porque me alegro mucho por ustedes dos, así que lo acompañaré encantada. Estaré toda la mañana en las oficinas acabando unos informes, cuando usted salga de servicio me avisa y nos vamos.
—Perfecto, muchas gracias, Monnier. Y, por cierto, esto es completamente confidencial, usted es la única que lo sabe, confío en que sabrá guardar el secreto.
—Por supuesto V, no tiene que preocuparse por nada, esto no saldrá de aquí.
~
Volkov aparcó el coche en la acera de enfrente de la joyería y tanto él como Monnier bajaron del coche. Abrieron la puerta y una mujer de unos 40 años les dio la bienvenida.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?
—Buenas tardes, mire venía a buscar un anillo de compromiso para mi pareja.
—Perfecto, pues venga por aquí, señor...
—Volkov, Viktor Volkov. Y ella es la señorita Alanna Monnier.
—Pues vengan por aquí. Seguro que encontramos algo que le guste a su novia señor Volkov.
—Novio, novio.
—Disculpe, novio.
—No se preocupe —dijo Volkov con una sonrisa—, muéstrenos.
La dependienta sacó tres bandejas de terciopelo con varios anillos con diseños y piedras diferentes encima.
—¿Tenía algo en mente? ¿Alguna forma o tipo de piedra? Además, que sepa que se pueden personalizar, así que si hay detalles que quiera añadir o elementos que quiera cambiar lo podemos hacer sin problema.
—Pues la verdad es que sí que tenía algo en mente —Volkov cogió con cuidado uno de los anillos de las bandejas—, me gustaría que fuera de plata como este, pero las piedras...—miró los anillos de la otras bandejas y cogió otro anillo plateado— como este.
Viktor había cogido un anillo de plata con 5 brillantes, dos diamantes pequeños en cada lateral y una piedra redondeada en el centro. Los diamantes de los laterales parecían unas pequeñas alas de mariposa.
—¿Sería posible cambiar la piedra del centro?
—Por supuesto, ningún problema. ¿Qué tenía pensado?
—¿Podrían cambiarla por una gema de aguamarina? Quiero que la gema central sea azul, y seguir manteniendo los 4 diamantes de los laterales.
—¡Sin problema! Deme un segundo que lo anoto todo.
—De acuerdo, gracias. Monnier, ¿qué le parece?
—Señor, H se va a morir, quedará precioso. Si me permite, ¿puedo hacer una sugerencia?
—Por supuesto, por algo la he hecho venir.
—Disculpe señorita —dijo Alanna dirigiéndose a la dependienta— ¿sería posible grabar algo en el interior del anillo?
—¡Si, claro! ¿Quieren añadir algo?
—V, quizás podría añadir algo que crea que le pueda gustar a H y sea importante para ustedes.
Viktor lo pensó durante un par de segundos y dijo:
—¿Podría grabar un 17 y un 31 en el interior del anillo?
—¡Sin problema! Ahora lo anoto también. Lo tendremos listo en aproximadamente una semana, si no le importa pase por aquí que le cogeré sus datos para avisarle cuando esté listo.
La dependienta cogió los datos de Volkov y luego él procedió a pagar. Volkov y Monnier salieron de la joyería y subieron de nuevo al coche. Viktor dejó a Alanna y luego fue directo hacía el hotel. Abrió la puerta y pudo observar cómo Horacio aún no había llegado, debía seguir de servicio.
Viktor se quitó la chaqueta y se aflojó la corbata. De repente fijó su mirada en una fotografía con un pequeño marco que había colocado Horacio hacía un par de semanas encima de la mesita y sonrió. Cogió la fotografía y la miró embelesado. Era una fotografía que se tomaron juntos el año pasado en su primer aniversario como pareja. Después de todo por lo que habían pasado Viktor no podía dejar de sonreír pensando que en una semana Horacio podría ya ser su prometido.
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¿Te quieres casar conmigo?
FanficVolkov llevaba tiempo dándole vueltas al tema del matrimonio, creía que tanto Horacio como él estaban ya listos para dar el siguiente paso.