Capítulo 6

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8 p.m. del día siguiente

—¿Estás ya listo? —preguntó Volkov mientras esperaba que Horacio saliera del baño para poder ir a al restaurante.

—¡Dame dos minutos! ¡Casi estoy! —gritó Horacio desde el interior del baño mientras acababa de maquillarse un poco los ojos y ponerse su perfume.

Mientras Horacio acababa de arreglarse Volkov se miró brevemente en el espejo que tenían enfrente de su armario. Se había puesto unos zapatos de vestir marrones, un pantalón beige, y una camisa azul cielo que le iban a juego con sus ojos. Horacio salió del cuarto de baño.

—Que guapo vas —dijo Horacio sonriendo al ver a Volkov de pie enfrente del espejo y acercándose para abrazarlo por detrás. Volkov le correspondió el abrazo acercándose más a él.

—No tanto como tú —respondió sonriendo.

Horacio llevaba una camiseta roja a juego con su cresta, unos pantalones negros ajustados, zapatillas negras y una chaqueta de cuero negra.

—¿Nos vamos? —dijo Volkov mientras cogía las llaves del coche.

—Espera, me falta una cosa.

—¿El que?

—Esto —respondió Horacio acercándose para darle un breve beso en los labios—. Ya está, podemos irnos —Volkov se quedó de pie parado sonriendo por unos segundos, luego lo siguió hasta la puerta.

~

Pasaron una muy buena noche juntos, la comida y el servicio habían sido excelentes, y las vistas al mar le habían encantado a Horacio. Volkov hizo su discurso habitual sobre como abrir la botella de vodka Beluga Gold Line a los camareros del restaurante y Horacio lo escuchó sonriente a pesar de haberlo oído ya más de cien veces. Llegaron a los postres y ambos compartieron una copa de helado de chocolate con frutos de la pasión. Al acabar, Viktor pidió una botella de agua y les sirvieron un vaso a cada uno. Una vez el camarero se había retirado Viktor dio un trago al vaso y empezó a hablar:

—Horacio...—dijo Volkov con un tono de voz nervioso mientras le cogía la mano a Horacio.

—Dime Volki —respondió Horacio.

—Ya sabes que nunca he sido muy bueno con las palabras...y me ha costado un tiempo habituarme a poder hablar de mis sentimientos con libertad.

—No me digas, no me había dado cuenta —respondió Horacio bromeando. Volkov soltó una risa nerviosa.

—El caso es que llevo un tiempo dándole vueltas a un tema y...—Viktor cogió el vaso de agua y le dió otro sorbo— he estado pensando en nuestro futuro.

Horacio lo miró con seriedad y le hizo un gesto dando a entender que podía proseguir.

—La cuestión es que llevamos dos años juntos, sin contar todos los años en los que ya éramos amigos y...lo cierto es que estos dos últimos años han sido los más felices de mi vida, gracias a ti —Horacio sonrió al escuchar a su novio decir esas palabras. Después de lo mucho que le había costado hacer que Volkov se abriera, se sentía orgulloso de poder ver cómo ahora su pareja podía hablar tan abiertamente de sus sentimientos con él.

—También han sido los mejores para mí Viktor —dijo Horacio. Volkov sonrió.

—El caso es que creo que no podría haber encontrado a alguien mejor con quien compartir mi vida y...

Volkov se levantó de la silla, pues ya no podía aguantar más ni los nervios ni las ganas. Sacó la cajita que tenía guardada en el bolsillo trasero de su pantalón, se arrodilló enfrente de Horacio, abrió la cajita y dijo:

¿Te quieres casar conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora