No sé que rumbo estoy tomando con mi vida, no sé que estoy haciendo, pero siempre me hago la misma pregunta.
¿Por qué tantas ganas de acabar con mi vida?
Fueron incontables las veces, que intente lo mismo, una y otra, y otra vez.
Pero...¿Cómo paso todo esto?
Meses después de que llegará la ansiedad a mi vida, comenzó a resonar esa voz en mi cabeza, esa voz que me atormentaba, esa voz que resonaba muchas veces, pero específicamente cuando me encontraba sola.
Resonaba demasiado, a veces simplemente me asustaba o a veces simplemente, no me daba cuenta y me dejaba llevar, reaccionaba al rato de ver sangre sobre mí.
Me pasaba a menudo, me pasaba prácticamente como tres veces o hasta cuatro veces al día. Más que todo esa voz me hablaba de noche o hasta en plena luz del día.
Lo hacía, no le importaba el como se encontraba mi estado de ánimo, simplemente me hablaba y bastaba con tan solo decir una palabra para arruinarme el día o la noche.
No era fácil, claro que no lo era, era una lucha que tenía constante con mi mente, y hasta conmigo misma porque tenía que cuidarme de esos impulsos; a veces simplemente recaía, algo que obviamente no quería, ya que soy una persona muy alegré y me gusta sacar muchas sonrisas, pero por culpa de saber que de verdad necesitaba ayuda me deprimía. Me deprimía de una manera increíble, ya que tampoco era facil de aceptarlo.
Siempre habitaba en mí ese impulso, ese impulso, que esa voz provocaba en mí.
Casi nunca podía dormir por la culpa de esa voz, pensaba y pensaba casi siempre. Por eso mismo siempre buscaba algo en que ocuparme durante el día, para así que no llegarán esos impulsos o que simplemente me hablará esa voz.
Ya que la mente sin ocupar es un peligro.
"No hay peor enemigo que uno mismo"
A veces simplemente me ponía hacer ejercicio, aún qué no me gustaba ni un poquito, pero era la única manera en que podía quedarme dormida rápido.
Quedaba muy cansada y así podía quedarme dormida rápidamente.
Por esa misma razón, tenía unas ojeras, muy notorias.