En mis ojos se demostraba todo lo qué sufría constantemente. Ellos siempre se demostraban algo decaídos, algo cansados, algo tristes.
Muchos me decían que mi mirada hablaba, más bien que... Pedía ayuda, ¡Que pedía ayuda a gritos!
No muchas personas lo notaban, pero si como un 6/10.
Me deprimía mucho escuchar decir eso de mis amigos, conocidos y hasta vecinos.
Vuelvo y lo repito, no es fácil escuchar de tus amigos que estás mal, escuchar de tus vecinos, familiares, hasta profesores que necesitas ayuda y de que estás grave.
No es fácil tener que lidiar constantemente con esos impulsos y esa voz que tú misma mente provoca, no es fácil estar bien, estar relajado, estar tranquilo, estar feliz y de la nada que se te agite la respiración, que te comience a faltar el aire, que comiences a temblar de una manera muy brusca, que no puedas quedarte en ese mismo lugar para que los demás te vean así, y luego te comiencen a preguntar que es lo que te pasa, no es fácil que en pleno ataque de ansiedad te comience a doler de una manera impresionante el pecho, no es fácil dejar o mejor dicho tratar de sobre pensar muchas cosas feas y hasta quizás pensamientos suicidas. No era fácil tratar de ocultar todo eso mientras estás en clases y todos te esten viendo ya que estás actuando de una manera un poco extraña.
No es fácil mantenerte con vida queriendo irte o simplemente no estar pasando por todo esto, no es fácil que tú mamá supiera por todo lo que estabas pasando y que simplemente no esté y que al estarlo te diga: "pero cálmate no es para tanto" y no le de ni la mínima importancia.
No es nada fácil pasar por todo esto sola, nada de esto es fácil. Pasar por un ataque de ansiedad y tener que contener tus lágrimas por la simple razón de que cada que te pasa lo mismo todos te miran raro o simplemente se burlan de tí.
No es fácil estar desanimada todo el tiempo porque sabes que estás mal, y que llevas meses intentando "sanar" y no veas ni el mínimo cambio.