Capítulo 4

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Cada día se me hacía mucho, pero mucho más pesado; el ánimo por el suelo, ya no tenía más ganas de seguir, poco a poco me estaba rindiendo, poco a poco ya no quería hacer nada con mi vida, poco a poco se fue apagando todo. Cada vez más se me hacían más pesados los días, cada día me daban más ataques de ansiedad sin ningún motivo, cada día tenía más ganas de no estar aquí, cada día deseaba no estar aquí, cada día me hacía más ideas para llegar a parar al hospital. Así, así, para sentir más cerquita a la muerte. A veces simplemente quería desaparecer y más nunca volver.

Cada día deseaba no estar aquí, cada día no deseaba no estar viva, cada día deseaba y anhelaba no sufrir y ni mucho menos estar así.

Todos los fines de semana iba dónde la psicóloga, pero en realidad sentía que me decía lo mismo, y hasta quizás con fastidio, ya que siempre iba donde ella.

Ya ni siquiera sabía, si acabar con todo esto, seguir, o simplemente dejarme llevar por completó.

No tenía animos de nada, ni de seguir y ni mucho menos estar así todo el tiempo por la puta ansiedad.

¿Dónde estaban mis amigos?

Quizás fue una de las primeras preguntas que se hicieron al saber por todo lo que estaba pasando.

Ellos, ellos estaban bien, ellos cada que podían llegaban a mi casa un rato, para distraerme o intentar de sacarme una sonrisa. Por la misma razón de que sabían todo lo que me estaba sucediendo. Era el grupo de siempre, aún qué, esos no eran todos mis amigos, algunos seguían con sus vidas como si nada, por la misma razón de que no tenían ni la mínima idea de lo que me estaba pasando, otros pues, ya no tenía comunicación con ellos y no sabía nada de sus vidas, aún qué no le daba mucha importancia a eso, ya que no todos me hacían feliz o simplemente no la pasaba bien con todo el mundo.

Esa vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora