Día siguiente
—¡Hija! Levántate ahora mismo y ve directo al colegio, no hay tiempo de desayunar.—es mi mamá.
—Si, voy, ma.—me zambullo en mi almohada. ¡No quiero ir! No sin Clare. ¿Quién me defenderá?
Bajo a la mesa ahí está ella, con una bolsa de cartón en la mano.
—Fer, ma, Fer es... ¡TERRIBLE!—mi mamá me mira con cara de: "esta loca está loca".
—Hijaaa... ¡ya! Aprende a ser social, a tener amigos, compañía...
¿Cree que no lo intento? Con la única persona que he logrado conversar sin tartamudear ha sido con Clare.
—Mamá, ya me voy... ¿quieres darme mi almuerzo?
Me lo da. Es buena, pero no conmigo. Normalmente me deja con Sarah, la criada, pero esta vez se quedó en casa (no fue a atender el hotel con papá).
Salgo. Espero el autobús. No quiero caminar; la última vez que lo hice, Fer y "la pandilla del caos" (así fue el tonto nombre que le puso Fer a su grupo de amigos) me hicieron papilla. Momento memorable.
En fin veo mi smartwatch. Las ocho y cuarenta. Perfecto. Llego temprano.
El autobús llega a las nueve. Tengo media hora.
Miro alrededor buscando un pasatiempo (no, no tengo celular). Veo un callejón oscuro y húmedo a la izquierda de la parada. Si... lo haré. Me dirijo hacia el musgoso lugar en silencio.
Escucho pasos.
Mi sangre se congela.
Una ENORME sombra me mira fijamente. Casi me desmayo.
Pero sale y es un diminuto gatito gris atigrado claro de ojos verde o azul (qué se yo). Tendrá unos tres meses o menos. Está muy delgado, se nota que no ha comido en días.
Me maúlla alegremente y se sienta frente a mí. ¡Qué gesto! Es hermoso.
Reviso mi mochila. Tengo pollo frito, sándwich de jamón, y jugo. Le doy del jamón que tiene mi sándwich y el pollo. Se lo come feliz mientras ronronea y me observa con sus preciosos ojos (son iguales a los de Clare).
Es muy lindo...
¡La hora! En el smartwatch marcan las nueve diez. Por distraída se me pasó el tiempo volando (en las mañanas el tiempo es más rápido que la luz)
¡Rayos! Ahora me tendré que ir caminando y tardarme un buen (dar explicaciones también). Sin contar que me puedo encontrar al tonto de Ferdinald y como la otra vez terminar lesionada.
Camino...¡qué digo, corro! Hacia el cole y me duele la pierna. Ayuda...
¡Al fin llego! Esto es pesado de a deberas.
Por suerte tocó examen sorpresa y como soy la única que estudia saqué la mejor calificación de todos. Fer sacó la más baja por malo...
Al volver a casa tuve un mal presentimiento. ¿Qué hago...? Normalmente no tengo esos "presentimientos".
Ok, me voy.
Llegué a casa, pues, y mamá ya se ha ido. Sarah me espera en el comedor con una sopa de fideos. ¡Rico!
—Ha tocado examen sorpresa, Sarah.
—Enséñame, Sandy.—(cabe decir que Sarah cree que me llamo Sandra por Ka"Sandra).
—Aquí está, y puedo decir que fue la mejor nota del salón.—mira mi nota, pero la Miss dejó un escrito arriba.
"Estimados padres: su hija ha tenido un mal comportamiento. Un niño llamado Ferdinald Smith, acusó de violencia a la niña. Dijo que últimamente les pegaba a los niños que no le daban su almuerzo, pegaba cinta en el baño (de ambos sexos) a fin de no poder hacer sus necesidades".
¡Fer!
Fue obra de Fer.
Sarah me mira con una mirada que sólo he visto una vez (cuando rompí su planta favorita).
—Te invito a que hablemos de esto, Sandra.—ya valió.
Sólo cabe decir que Sarah se enfadó y me gritó. Yo le pude decir la verdad, pero no sé si me creyó, sólo entornó los ojos, agarró su periódico favorito (lleva años con ese periódico), y se puso a leerlo.
Me subo a mi cuarto. No sé qué hacer.
No puedo llamar a Clare, no puedo ver tele, no puedo jugar un juego de mesa...
Miro mi ventana. La abro. La brisa fresca me golpea. Veo la casa de mi vecina y me llegan los recuerdos.
"—¡Kass! ¡Corre que te alcanzo!
—¡Clare, cuidado!—Clare se tropieza con una enredadera.
—Niñas ¿qué pasa?—es la vecina a la que llamábamos 'la bruja'.
—Clare, viene, apúrate.
—Tengo un botiquín de primeros auxilios en casa espera y lo traigo.
—¡Gracias, señora!
—Ahora digámosle 'la doctora'.
—Razón."
Desde ese día aprendimos Clare y yo que no hay que juzgar a las personas por la apariencia, por más difícil que fuera.
Suspiro. Extraño esos tiempos (cuando Fer no estaba).
Mi ventana tiene un árbol y es fácil de escalar.
Me subo a ese árbol. Me aseguro de que nadie me ve y salto al piso.
Sigue la barda. Pongo unas cajas de madera que ahí hay como escalones, y me brinco.
¿Adónde voy? No tengo un "rumbo".
¡El gatito! Claro, lo voy a alimentar. Saco mi billetera. Cinco gatólares [equivalente a cien pesos mexicanos], genial. Puedo comprar miskas para el gato.
Me dirijo hacia la tiendita más cercana y entro.
—Unas miskas, porfa.
Malas noticias. Atiende Fer.

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Mi pequeño amigo
Novela JuvenilAyer me encontré a los chicos malos de mi escuela tirando piedras a un gatito. Corrí a defender al inofensivo animalito y le di un golpe a uno de los niños. Terminé con el ojo morado y siendo dueña del gatito. Mi pequeño amigo es el único que tengo...