Parte 3

16 3 1
                                    



—¿Ferdinald? ¿Qué haces aquí?—pregunto.

—Tus miskas... dos gatólares—dice.

Me las da, ignorando que soy yo. Lo miro entornando los ojos mientras hace el papeleo.

—¿Trabajas aquí?—me sigue ignorando. Resoplo. Me da las miskas y un ticket.

—Ya, babosa, vete, ¿eres gato o algo así? No me digas que se puso de moda comer miskas.—por fin habla.

—¿Te importa?

—No me importa, "roba-almuerzos"

De pronto recuerdo que cuando llegue a casa me van a regañar feo por la acusación falsa de Ferdinald.

—Agh.

Me hace una seña con la mano levantando el dedo del medio.

Me voy. Me dirijo hacia la parada del autobús y voy al callejón. Parece vacío. Reviso mis bolsillos y encuentro un papel (algo inútil de la tarea); lo dejo en el suelo y deposito las miskas. Mis manos se ensucian.

—Bshbshbsh.—creo que así se atraían a los gatos (no soy mensa).

No veo nada. Ni un sonido. De pronto, me entra pánico. ¿Y si algo malo le ocurrió? Ahí había perros, carros, gatos mayores...

Bueno, o quizá sólo no esté ahí, me tenga miedo, o algo así.

Me alejo para ver si sale. Me escondo detrás de un muro. Un perrito llega a comerse las miskas y mover la cola. Es adorable, pero a quien yo busco es un gatito.

—Buen chico, pero esta comida es para un gatito, no para perritos.—no me hace caso. Mejor recorro a la técnica de espantarlo—. ¡Shuuuu!

"Agarro una piedra"... ¡sale corriendo!

—Miau...

¡Es él!

—Aww qué lindo eres.

Se empieza a comer lo que queda de las miskas mientras ronronea. Sus costillas se notan. Está muy chiquito, me pregunto si todavía necesita a su mamá.

Miro alrededor. No puede haber más gatos ahí ¿o sí?

—¡¡Kassandraaaaaaaaaaa!!

¡Ay si es cierto! ¡Sarah no sabe que salí! Seguro cree que desaparecí.

Rápido regreso a mi casa (parte de un buen regaño).

—Kassandra, ve ahora mismo a tu habitación, estás castigada. —la misma cara de enojada.

Ya es de noche. Supongo que Sarah me llamó a buena hora.

La oigo preparar la cena. Voy a mi escritorio y enciendo mi ordenador. Instalo wesssenger. Escribo mi número y el de Clare.

>Hola, Clare cómo estás?—escribo.

>Hoy alimenté un gatito.

<... —me emociono.

<Hola, Kassy, qué bien que me hablas ya te extrañaba.

<Qué bien que alimentaste al gatito.

<Ayer una compañera que se llama Emily me invitó a una caminata a la montaña con su familia y ahora somos mejores amigas.

<Ayer una compañera que se llama Emily me invitó a una caminata a la montaña con su familia y ahora somos mejores amigas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

>Qué bien.

<Sí, incluso me regaló un collar.

>Qué bonito, Clare, pero me tengo que ir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

>Qué bonito, Clare, pero me tengo que ir. Mañana te escribo ¿vale?

<Sí, pero no se te vaya a olvidar!

No puedo evitar sentirme mal. Creí que yo era la única mejor amiga de Clare, pero eso se había acabado. Mis lagrimas corren por mis mejillas y un nudo se hace en mi garganta. Ya no tengo amigos. Clare ya no me necesita. 

Estoy sola en el mundo.

Mi pequeño amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora