Parte 4

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Dos días después 

No pasó mucho desde la última vez que escribí. Lo único que pasó fue que llegaron mis papás y leyeron la carta de la maestra. Estuve castigada por todo un día. Ahora que lo escribo suena poco, pero en ese momento pareció una eternidad.

No le escribí a Clare. No es que se me haya olvidado, sino que no quería hablar con ella. Ya no es mi mejor amiga.

Oigo las notificaciones en el ordenador. Ya sé que es ella, pero no quiero contestar.

Me paro de la cama ¡hora de ir a la escuela! Tengo cero ganas. Nada de inspiración. Menos que mis papás están enojados, y Sarah también (se creyeron la nota de la maestra).

Agarro mi mochila y meto mis cuadernos. Me visto y bajo las escaleras. Abajo Sarah me espera con mi almuerzo.

—Vaya, vaya, por fin has decidido salir de ahí. —dice.

No la miro a los ojos, pero sé que me está viendo con una cara de enfado. Hago la misma parada del autobús.

Esta vez tocó lo mismo de todos los días (me refiero a ser molestada por todos), y no pasó nada bueno.

—Ratón, sonríe. —Ferdinald me intenta sacar una foto.

—Jejeje mira: este filtro le queda guay.—agh, estoy harta, escondo mi cara en mis brazos.

—¿Ahora eres español?

—Jeje nooo, Fer.

—¡Ya cállense!—interrumpo.

—Blah blah blah. —lo hace para enojarme.

—Blah blah blah. —su amigo lo imita.

Corro con mi mochila puesta hacia el patio de recreo. Hay varios niños de mi edad. Una niña pelirroja se me acerca.

—Hola. Soy la nueva. —saluda.

—Pues qué mal que tus padres decidieron meterte aquí; hay puros tontos. —digo.

—Oh... ok... ¿tú no eres de esos "tontos"?

—Podría decir que no. Pero si le preguntas a alguien más te dirá que soy yo la tonta.

—Bueno... por cierto, soy Aurora Moss ¿y tú?

—Kassandra Miller.

—¡Kassy! Yo tengo una prima que se llama Kassy, también.

—Mmm... mejor llámame Kassandra, ¿ok?

—Bieeen. Pero no es para enojarse, Kassandra.

No soy muy buena para hacer amigos, pero esta Aurora quiere ser mi amiga.

—¿Te veo mañana?—pregunta.

—Vale...

Podría ser una buena amiga.

—¡Miren! Las ratonas son amigas. —son Fer, Mike y Gabriel (sus amigos).

Cubro mi cara con una mano y con la otra agarro a mi nueva amiga de la mochila y corro hacia el patio.

—¿¡QUÉ TE PASA?! —me grita. Tomé medidas raras.

—¡No importa! Ahora te van a empezar a molestar a ti también. —digo.

—¡Babosa! Yo que quería ser tu amiga...

—Mira: aquí es o cazas o eres cazado. —en su cara se ve que no entiende nada—Me refiero a que o eres malo o te hacen papilla.

—Ahh... no entiendo...

—¡Agh! ¿Ves esos niños? ¡Pues aléjate de ellos!—me agarro la cabeza con las manos.

—¿Fer, Mike y Gabriel? ¡Son buena onda! Hasta me pusieron un apodo cariñoso: Manzana. Por mi cabello rojo ¿ves? —¡qué inocente!

—Aurora, ese no es un apodo cariñoso, es un apodo de burla.

—Ohh...así que no son buena onda...

—No, al contrario son lo peor

—Bueno... adiós, te veo mañana.

—Bay.

Es buena chica. Puede que no sustituya a Clare, pero puede que si llegue a ser mi nueva mejor amiga.

Me voy de la escuela. Esta ves tomaré el camino largo, que es pasando un parque.

Llego al parque y cerca hay un carrito de helados. Me acerco. Reviso mi billetera: tres gatólares.

—Uno de frambuesa con queso, por favor.

—Dos gatólares, niña. —me dice el anciano que atiende.

—Tenga. ¡Gracias! Buena tarde.

Me siento en una de las bancas que queda cerca de un pequeño lago. Abro mi mochila y saco una libreta. Anoto los nombres de mis compañeros de salón para ver cuáles pueden ser mis amigos.

Chicas:

-Yo (obvio no)

-Aurora Moss (es muy probable)

-Amber Smith (no he hablado nadita con ella)

-Vicky Mayer (es la presumida del salón, mejor no)

-Amy Richardson (es de las "lindas")

-Michelle Mitchell (una fresa)

-Laura Gonzalez (es la castigada del salón, siempre está metida en un lío)

Chicos:

-Ferdinald Turner (por supuesto que no)

-Michael Walker (no)

-Gabriel Adams (no)

-Allan Harper (he hecho trabajos con él, podría ser una buena idea)

-Bruno Álvarez (es muy berrinchudo)

-Harry Harrison (es un nerd)

-Patrick Williamson (mmm no, es amigo de Fer)

Terminé. Miro alrededor a ver si hay algo interesante, y veo... ¡una patineta!

Sé que todos se burlan de mí por eso, pero Clare me dijo que no tenía que hacerle caso a las críticas de los demás.

Me acerco despacio. Parece abandonada y vieja. Me subo y empiezo a patinar. Es muy divertido y me encanta.

De pronto, las ruedas de la patineta empiezan a chillar. Paro de inmediato y sigue sonando el chillido. Suena como... ¡un gato! Agarro mi mochila y lo que queda de mi helado, y me dirijo a toda velocidad en la patineta hacia donde suenan los chillidos.

Mi corazón se escapa cuando noto que los chillidos proceden del callejón que está cerca de la parada.

Ahí están Ferdinald y sus amigos apedreando al gatito que he alimentado durante estos días.

—Jajaja ¡dale, dale!

—¡Esta es grande! Pum.

—¡¡HEY, TONTOS!! ¡DEJEN A ESE GATO! —todas las malas palabras que conozco pasaron por mi cabeza.

—¿Quién dice? —¡arrogante!

—¡¡$#&@%*@&*$#!!—grité todos los insultos que pude y que conozco.

Al ver que seguían maltratando al masacrado gatito, agarré la patineta, y, con TODAS la fuerzas que he tenido en la vida, se la estampé en la cara a Ferdinald. Su frente empezó a manar sangre, y también su nariz.

Sus amigos miraban a la vez espantados y enfadados. Al ver que se acercaban tomé mi cono de helado y lo aventé en su dirección. Sin ver atrás, corrí adonde estaba el casi muerto gatito, lo cargué y me fui corriendo a mi casa.

Mi pequeño amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora