Matías gustaba de un chico; Rodi, que en realidad se llamaba Enzo.
Venía de su segundo apellido, Roldán. El mote empezó como una broma; a sus amigos más cercanos les parecía gracioso que le hayan dejado los dos apellidos. Le quedó de cariño.
Matías no sabía si tenía permitido decirle así, ellos dos no eran amigos.
En los pasillos de la escuela era uru, más bien, por uruguayo. Su familia y él se mudaron, desde segundo de secundaria, al mismo barrio donde Matías vivía desde que tenía noción de ser.
El destino, pensaba a veces. Un destino que se burlaba de él.
Rodi era de un grado mayor; de tercer año, grupo trescientos tres. Recién cumplía los diecisiete e iba por ahí con el ego inflado siendo defensa del equipo de futbol representativo de la preparatoria.
Su cabeza estaba afectada por los arranques de la adolescencia. Sabía a boca de otros que era terriblemente desastroso e hiperactivo.
Tal vez el futbol servía para drenar un poco la violencia de su temperamento. Eso y los porros que se echaba con su grupito detrás de los baños del edificio D; un pendejo de primera.
Pero a Matías lo traía loco, por alguna santa razón que desconocía.
Tenía dos problemas grandísimos; Rodi, o Enzo, cómo sea, no lo quería ver ni en pintura. Encima de todo, era novio de Valentina.
Su mejor amiga.
No le caía bien a Enzo. No porque fuera un rumor, o porque Valentina se lo haya dicho, o porque lo insinuó su imaginación insegura; simplemente bastaba con notar cómo lo miraba. O cómo trataba de no mirarlo.
De cómo se reía de él, pero no con él.
A pesar de estar en pleno otoño, el sol de mediodía seguía siendo hostigantemente bochornoso. Las suelas de sus zapatos quemaban sobre el pavimento.
Pero ahí estaba, en las gradas sucias y semi vacías al lado de la escuela, junto a Valentina y Andrés. Había un partido de prueba entre el equipo de Enzo y uno improvisado de chicos de primer año, candidatos a reemplazarlos cuando se graduaran.
De amistoso no tenía mucho, ya habían echado a la banca a un par de esos matones por gritarse cosas no muy agradables.
Matías ni siquiera entendía el futbol, no le gustaba. Pero claramente a Rodi sí, y pensaba constantemente en escenarios hipotéticos para saber qué hablar con él si se daba la oportunidad, para no aburrirlo tanto; ¿y cuál es tu jugador favorito? ¿y para qué sirven las tarjetas? ¿y por qué el árbitro siempre está equivocado?
Era pésimo para las preguntas, lo supo porque cuestionario fue interrumpido. Lo golpearon con el balón.
"¡Se quebraron tus lentes!". El respingo de Valentina lo alerto y supo que no fue el balonazo lo que lo mareó lo suficiente para desenfocar su vista.
Matías recién se percató de que sus lentes ya no colgaban de su rostro. Cuando menos pensó, Andrés ya estaba gritando algo junto a la cerca, abrazando la pelota como panza de embarazo y alegando que no iba a devolverla porque eran unos animales que no tenían cuidado.
Un tipo lo había tomado de la camisa desde del otro lado y no tardaba en armarse un alboroto, pero su amigo igual no se callaba.
Y Valentina revisaba su armazón, pero era inútil unirlo. Una bisagra se había zafado, una mica estaba rota. Su mamá lo iba a matar porque eran los de repuesto.
"Seguro fue el tontorrón de Enzo, que siempre patea re chueco".
Se forzó a reírse, toda su concentración en parpadear con rapidez, como si eso pudiera ayudarlo a poder ver mejor a lo lejos. A la cancha.
"Uru, ven acá". El partido acabó en un reñido empate, los niños de primero se dispersaron entre maldiciones y Valentina los había jalado a buscar a su novio antes de irse. Las clases ya habían acabado, igual.
Seguro quería besuquearlo, pero además había estado cargando con su mochila. Una nike negra a punto de romperse.
"¿Desde cuándo me dices así tú?". Enzo dejó a sus amigos parloteando solos cuando estuvieron cerca. Recién parecía recobrar el aliento aunque seguía rojo, mucho.
Como de costumbre siempre que estaban al rededor de ellos, pasaron a segundo plano.
Matías se balanceó sobre sus piés, fingiendo demencia por lo cerca que estaban del uruguayo. Andrés a su lado hablaba de lo mal coordinados que estuvieron los chicos del equipo contrario, de que tenía caucho en el cabello y otras cosas qué no entendía.
"¿Y qué? ¿no te vas conmigo?". Intencionalmente o no, Enzo la tomó de la mano cuando Valentina quiso devolverse. Matías ya conocía esos reproches.
Siempre, siempre que la veía con ellos hacía lo posible para alejarla.
Aún conociendo sus intenciones, su amiga cedió, obediente y permisiva. Se despidieron con una seña simple, ella colgándose del brazo de su chico cuando se la llevó a rastras. Él aguantando a Pruss hablando de una tarea que ni recordaba mientras caminaban en dirección opuesta, a la puerta del estacionamiento.
De repente todo se sentía muy ajeno.
"¡Ah! no te disculpaste con mati, casi le rompes la cabeza con la pelota. Y luego sus lentes-.. ". La escuchó decir, pero no terminar por la distancia y por el viento llevándose su voz.
No era adivino, pero supo que estaba ignorándola.
Mati. Ojalá él lo llamara así.
Mati y Rodi. Qué bien sonaba eso.
;
créditos y mención especial a redditguy por ser participe de esta ideóta, a linndaa_ por ser mi diccionario y a matiettx pq existe. grasias, revolucionarios crew <3
ESTÁS LEYENDO
perdido en la realidad; matías x enzo.
Historia Cortamatías cayó completamente por el novio de su mejor amiga. no copias ni adaptaciones. ©cerezaacidaa