alguien más, quién sea.

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Los siguientes días, más temprano de lo usual, vió a Anibal en pijama acompañando a Rodi a la parada del colectivo a la esquina frente al boulevard de su casa.

Era coherente suponer que quería estar un poco más pendiente de lo que su hermano hacía luego de cómo apareció el fin de semana anterior. O quería asegurarse de que sí iba a la escuela.

Lo que sea. No lucía muy feliz arrastrándolo de la mochila, de todos modos. Enzo tampoco.

Tenía otras preocupaciones; por ejemplo, literalmente el hecho de que se besaron esa noche. No, que fue besado esa noche. Lo terminó de procesar la mañana siguiente, cuando despertó casi a medio día y no encontró sus lentes sobre su buró.

Desde ahí, todo se tornó más difícil. No sólo ver, sino que se dió cuenta qué no pasaba completamente desapercibido por él.

Autoconvencerse de que el beso de esa noche se debió a que estaba dopado o lo que le seguía fue su tarea durante los días posteriores. De ahí, Matías progresó a mentalizarse de que nada de lo que quería iba a cumplirse jamás.

Porque no debía, no era correcto.

Había una clase de regla universal no preescrita el que estuviera prohibido gustar de la misma persona que uno de tus amigos; gustar del novio de su mejor amiga, ahora, era completamente una traición.

Haberle permitido un beso, lo convertía en basura. Ocultárselo, en una mierda. ¿Pero qué le iba a decir? "Oye, tu novio me besó".

"Y yo me dejé". No podía. La idea de arruinarle esa parte importante de su vida, lo destruía también.

Rodi era todo para Valentina.

A veces se preguntaba cómo una chica tan dulce como ella aguantaba un patán como él. Pero no podía subestimarla; a Matías también le gustaba. Lo jodía en todos los sentidos.

No era mejor que ella. No era mejor que nadie más.

Rellenó uno de los cubos impresos de la hoja cuadriculada, ignorando los números confusos ahí encima; Andrés estaba a su par, casi recostado en el asiento mientras deslizaba y deslizaba en su celular, muy ocupado viendo ropa por internet qué no iba a comprar.

Las padres de Matías tenían una pizzería a un par de cuadras de donde vivían. Había tardes, como esas, donde el limitado personal descansaba. Entonces Pruss y él tenían un trabajo a medio tiempo no oficial.

Atender era simple y compartían las propinas. O cenaban pizza que quedaba abandonada en la vitrina, de las que se vendían por pieza.

Ese día estuvo tranquilo, así que descansaban en una de las mesas vacías. O casi, Recalt estaba tratando de repasar, lo que su amigo definió un par de veces como perder muy mal el tiempo.

"¿Qué te preocupa? sacaste seis. Ya quisiera yo, que saqué tres". Dijo, tan despreocupado que lo envidiaba.

No era pésimo en matemáticas, más no eran su fuerte tampoco. Había materias mejores, otras donde destacaba. Su última prueba lo resintió.

No podía permitirse una calificación así otra vez.

"Ah, mira, por eso no quiso venir con nosotros". Agregó desdeñoso, mostrándole su celular después. Tal y como si lo hubiera manifestado; una historia de instagram de su amiga. Específicamente, una foto de Rodi distraído, recostado en su hombro. "Se ocupa mucho con su vape rolado".

Matías quiso sonreír por el mal apodo, más sólo logró una mueca nerviosa; no era tan gracioso considerando lo que él sabía.

Lo que ahora era un secreto entre el uruguayo y él.

"Que te oiga".

"Que lo haga". Chasqueó su lengua, riendo con sorna. "¿Te toca a mi o a ti?"

Resoplando, apenas miró a su amigo cuando se levantó a atender a la pareja que recién había entrado al sitio, sus dedos empujando sus nuevos lentes sobre su nariz.

Solía sentirse más seguro con el marco grueso llamando la atención por sobre él, pero ese delgado era cómodo. Más sutil, más disimulable. Esperaba verse mejor con ese nuevo.

"Encima te ves re feo-..".

Nunca había sido exactamente acomplejado, pero sus palabras le quedaron grabadas hasta la médula.

Era lindo, sí. Pero no guapo. Había miles de hombres mucho más guapos que él. Tal vez por eso Enzo no le prestaba mucha atención..

Pero claro que no iba a hacerlo. Era heterosexual, tenía novia y Matías era un ingenuo a su comparación.

Como autosabotaje, buscó en su móvil; lo primero que le apareció, por simple algoritmo, fue esa misma historia. Una etiqueta debajo junto a un corazón blanco.

Queriendo o no, entró a volver a verlo.

r.enzo

Era del tipo que mantenía su cuenta vacía. Sin icon, siguiendo a las únicas cinco o siete personas que conformaban su círculo. Una sola destacada de tres fotos suyas con canciones que no combinaban entre sí adornándola. Un chico sencillo, sin complicaciones.

Lo más cercano a romanticismo que conocía era la "V" solitaria en su descripción; claramente, no fue un gesto suyo.

Bloqueó su celular, el perfil perdiéndose tras el negro de la pantalla. Sólo trató de concentrarse en las ecuaciones, sin entender por qué las matemáticas gradualmente debían ocupar letras. Y por qué añoraba ser otra persona.

Alguien mejor. Alguien como Valentina.

perdido en la realidad; matías x enzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora