sociedad de alumnos: comité morado.

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Los chicos de primer año se trataban demasiado bien por la falta de confianza. Los de segundo eran un intento de orden a comparación de los de tercero, que eran salvajes y selectivos.

La excelente reputación que Matías construyó durante año y medio de clases empezó a agrietarse después de la fiesta de Simón. Luego de que Valentina los descubrió y no permitió explicaciones.

No las había, siquiera. O él no las tenía; quizá Rodi sí. Pero no las compartió con nadie.

Tal vez no quería hablar con él porque prácticamente lo delató con Anibal semanas atrás. Tal vez por lo caótica que acabó su relación y porque Matías era parte del desastre. Tal vez porque estaba arrastrando el peso de haberlo besado dos veces.

Tal vez, tal vez, tal vez.

Como sea, algo no terminaba de cuadrar en Enzo; aún no le devolvía su sudadera y lo había visto con ella desde lejos, divagando en los pasillos de la escuela. A vista de todos, casi restregándole cómo no podía importarle menos lo que dijeran.

Eso era parte de lo peor; le daba igual.

¿Qué no le importaba, exactamente? ¿su ruptura? ¿o lo que hubo entre ellos?

No quería saberlo, precisamente.

"Oye, mati, ¿es cierto lo que están diciendo de ti y el uruguayo de mi salón?"

Las palabras de Paula, o pau, salieron casi en un guión del que todos se pusieron de acuerdo para aprenderse.

Sí, el del doscientos dos de administración, con el uru, el de contabilidad, el que es novio de-... Y seguían, seguían, seguían. Su imagen fragmentada en trozos pequeños plagando cada esquina. Estaba bien, porque los rumores siempre se esfumaban por donde venían.

"Algo, sí".

Claro que se había enterado, era de tercer año. No se llevaba mucho con ella, a pesar de que jugaban volleyball juntos. No hablaban más allá de lo indispensable. Pero Paula era el tipo de persona que se dirigía a todos con una confianza hostigante; adelantada para su edad, había escuchado decir.

Un ejemplo de ello era cómo estaba embarazada a los diecisiete, de un universitario. Seguía asistiendo a los entrenamientos más que nada para chusmear con los chicos.

"Qué zorra". Bromeó ella, pasando sus dedos por los mechones oscuros cayendo en sus hombros.

Matías la miró por sobre su mochila, sonriendo con desgano mientras echó ahí sus rodilleras.

"Zorra tú, tú eres la preñada".

Los dos rieron, entendiéndose sin ofenderse.

"¿Sabes trenzar el cabello?"

Los rumores siempre se esfumaban por donde venían. El problema era cuando los alimentaban y eso era justo lo que estaba haciendo ahí, junto a las gradas de la cancha del fútbol.

No debía, no era justo, ni para él ni para Andrés, quien prácticamente se saltó el almuerzo por acompañarlo en su práctica de volleyball y para estar ahí, buscando algo que no sabía qué era con exactitud.

"Ya me quiero ir, ya no te soporto".

Matías suspiró, exasperado, golpeando con la parte baja de su palma la pelota de volleyball que Pruss le lanzó.

Por las tardes, el profesor de física entrenaba a niños pequeños de colonias cercanas. Sabía de antemano que, en ocasiones, algunos de los de la liga escolar se quedaban a ayudarle.

Rodi y Simón estaban ahí, corriendo de extremo a otro por el césped sintético detrás de nenes, lanzando órdenes a diestra y siniestra.

A excepción de Felipe, por suerte, qué no estaba. No quería darle explicaciones de por qué todavía no aceptaba su solicitud en instagram.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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perdido en la realidad; matías x enzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora