Plan

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Val

Tenía 13 años cuando di mi primer beso. Unas chicas de clase habían invitado a Riley a una fiesta, si es que se le puede llamar fiesta a un grupo de niños preadolescentes jugando a juegos tontos. Y, como no, ella me había llevado a mí.

Riley siempre hacía eso, la gente ya asumía que íbamos en pack. A aquellas chicas nunca les había caído bien, pero Riley era, de alguna manera, bastante popular por lo que tuvieron que tragarse sus críticas sobre mi y aguantarme.

Ese día me entere de porqué me tenían tanta manía, al parecer al chico más guapo de la clase le parecía atractiva. Ellas sentían celos. Ni siquiera se pararon a pensar en que realmente como se sintiera aquel chico no era mi culpa, yo no había hecho nada para ganarme ese odio.

El caso es que, entre dichos juegos tontos, sus amigos le retaron a besarme. Seguro que en sus cabezas era espectacular, el me besaría sin mi consentimiento y yo caería rendida a sus pies. Salvo que no fue así.

Ese día, además de descubrir por qué les generaba tanto odio a las demás chicas y de dar mi primer beso, me di cuenta de que no me gustaban los hombres. Su beso se sintió tan vacío y me repugnó tanto que pase los días próximos completamente perdida. No entendía que me pasaba ni porqué, si me había besado el chico más guapo, me sentía así. Todas las chicas de mi clase hubieran deseado ser yo, y mientras, yo solo quería resetearme a mi misma para poder darle mi primer beso a alguien a quien quisiera o, por lo menos, que fuera una chica.

Tras mucha reflexión y comentar con la orientadora mis dudas, llegué a una conclusión. Era lesbiana. Una semana después ya lo sabía todo el instituto pero a mi me daba igual, me sentía más libre que nunca y conociendo una parte de mi que no sabía que existía.

Después de eso di muchos besos, algunos dirían que demasiados. Aún así nunca ningún beso me había fascinado tanto como cuando sentí los labios de Riley sobre los míos.

Había sido tan inesperado y me había sorprendido tanto que me había quedado de piedra, había pasado lo peor que podía pasar. No había respondido el beso.

Y, no me malinterpreten, deseaba ese beso más que nada en el mundo. A veces incluso soñaba con él. Y aún así, cuando por fin había ocurrido, no se lo había devuelto.

Sin duda la había cagado.

Lo peor fue ver la cara de Riley al separarse, tan desesperada, tan arrepentida, tan... asustada. Y no reaccioné, podría haber arreglado las cosas en ese momento pero estaba en shock y no sabía que hacer.

Sí, había pensado más de una vez que tal vez Riley sintiera lo mismo, pero no esperaba que hiciera algo así tan de repente. Riley no era del tipo de los que se la juegan, de los que arriesgan, era más bien cautelosa. Pero lo había hecho, me había besado y, conociéndola, le había costado un mundo atreverse. Y yo, sin querer, la había rechazado.

Cuando salió corriendo grité su nombre, la llamé pero ella no respondió, se encerró en su habitación. Me quedé frente a su puerta dos horas, llamándola, pidiendo que saliese a hablar conmigo, necesitaba arreglar las cosas. Pero no salió.

Grace llegó, había salido, probablemente con Jake, y se encontró con una imagen muy pintoresca, algo que, sin duda, no se esperaba. Le expliqué lo que había sucedido, la canción, el beso y mi estúpida reacción y como Riley se había encerrado y no me respondía.

Ella me abrazó, era poco común entre nosotras pero lo necesitaba. Me dijo que cuidaría de ella y que debía descansar, que solo necesitaba algo de tiempo y luego podría hablar con ella.

Pero no había sido así. Había pasado una semana y no había podido hablar con ella. La única que tenía vía libre para entrar en su habitación era Grace. Esta entraba continuamente con grandes tarrinas de helado y paquetes de pañuelos y salía con dichas tarrinas vacías.

I know places | Riley x ValDonde viven las historias. Descúbrelo ahora