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El dolor se extendía por cada una de sus extremidades, para concentrarse en la dolorosa sensación que se arremolinaba en su pecho. Siseó. Sus músculos no estaban respondiendo, el dolor adormeciendo sus sentidos, nublando su capacidad y fuerza de voluntad para forzar su propio cuerpo a continuar. Estaba muriendo, era un hecho.

Podía escuchar de fondo, en lo que un pitido se hacía presente en sus oídos, encendiendo llamas en su pecho, un fuerte espíritu de batalla volviendo a nacer de en medio de las cenizas. Apenas y había sido capaz de hacer nada frente a la Luna Superior, debía cumplir con su deber como pilar de la niebla, no podía dejarse morir tan fácil. Debía hacer uso del poco tiempo de vida que aún le quedaba.

Sus manos se presionaron con fuerza sobre el tsuka, reprimiendo el dolor cuando usó sus propias piernas para empujar hacia delante con toda la fuerza que quedaba en su cuerpo.

Su cuerpo ardió, incluso tras el sudor frío que corría por su frente, su apariencia perdiendo cada vez más de la vitalidad que le caracterizaba, piel y labios decolorándose en una vista digna para ser considerado un cadáver viviente. Pero aún respiraba, su corazón aún latía rápidamente contra su pecho; por ello, aún estaba seguro de que estaba con vida, podía continuar en la batalla y enfrentarse con tal de proteger a sus compañeros.

Arriesgar su vida por la de sus amigos no era algo de lo que se arrepentiría.

Un sonido seco. Consiguió liberarse a duras penas, habiendo caído al suelo con sumo cansancio y dolor, el entumecimiento volviéndole incapaz de moverse con tanta prisa como hubiese deseado.

El pitido volvió a sus oídos, y que el temor de desmayarse allí mismo inundó todos sus otros pensamientos, le volvió lejano a la batalla en el fondo y arrastró parte de su consciencia lejos de donde había estado. Estaba en un límite que su jóven cuerpo no parecía querer tolerar. Y aún así haría que funcionara, intentaría lo que fuese con tal de cumplir con su deber.

Silencio.

Voces se oían apenas dentro de su inconsciencia, solo una de ellas siendo lo suficientemente conocida como para que el subconsciente del jóven lo tomara como una nota de seguridad, sin embargo, el deje de su consciencia despertó por ello. Aún habían a quienes proteger; de estar cerca, debía ser capaz de hacer lo que estuviera en sus manos para mantenerles a salvo en su lucha, ayudar a derrotar a Muzan y acabar con ese infierno.

Sus ojos se abrieron. A lo lejos visualizó a Ginko, aquella cuerva que solía hablar demasiado y presumir de él constantemente, ahora parecía llevar una expresión de preocupación total; aún si dolía, su único consuelo fue ofrecerle una sonrisa en un falso "estoy bien". Por supuesto que no lo estaba, era aún desconcertante que hubiese despertado, pero no tenía tiempo de cuestionarse aquello. Ahora que se sentía capaz de moverse, sin duda se apresuraría a la batalla.

Un tic tac distante, un aroma peculiar en el ambiente. ¿Eso se sentía estar muerto? Dejar el mundo terrenal. Sus recuerdos estaban confusos, al igual que sus párpados pesados con un profundo cansancio.

Despertó de golpe. Kokushibo, la batalla, ¿lo habían derrotado? De ser así, debía ponerse en marcha lo más rápido que pudiera para ayudar a derrotar a Muzan.

Sin embargo, rápidamente analizó a su alrededor, este lugar no era siquiera similar al castillo infinito, por lo que no parecía comprender dónde estaba, y más aún, por qué estaba vivo. Su cuerpo había sido destrozado, prácticamente desmembrado por su ancestro, recordaba el dolor insoportable que le produjo el haber perdido partes de su cuerpo de una manera tan brutal.

Dirigió su mirada hacia abajo, usando su mano para quitar la manta que cubría su cuerpo, y entonces llegó una realización que llenó su mente de un horror impensable; estaba completo. Todo su cuerpo perfectamente unido y en plena salud, pero no era solo aquel detalle, sino que, sus manos parecían tan blanquecinas y recuperadas, sus dedos nada delicados por el entrenamiento, con una apariencia fortalecida, pero sus uñas filosas al tacto, al punto de que tal movimiento consiguió desgarrar parte de aquella manta.

No podía comprenderlo, qué sucedía.

Sus sentidos captaron pasos acercándose, mucho más finos de lo que solían ser antes de despertar en aquel lugar. Su mirada se detuvo en la puerta corrediza, alerta de lo que sea que pudiese cruzar aquella. El desconocimiento era una fuente de terror absoluto para cualquier ser humano y, en su caso, una oportunidad de descubrir qué estaba sucediendo.

- Despertaste. Ya era hora, ese pájarraco no dejaba de graznar.

Un demonio atravesó la puerta, hablando con un tono bastante distante, así como molesto en lo que comentaba con bastante seriedad.

- Soy Yushiro.






















Nota de autor

¡Hola! Qué tal. Esta parte es relativamente más corta de lo que debería, quise dejarlo como una pequeña introducción, ¿qué les va pareciendo hasta ahora? Cualquier crítica constructiva será bien aceptada~ es más un desafío personal que otra cosa. Nos vemos ♡

Cristal eyes [TanMui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora