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El silencio reinó en la habitación durante algunos segundos que parecieron ser realmente eternos para los involucrados.

Tanjirō se encontraba de espaldas al shoji, frente a frente con Muichirō, de manera en que cubría la mayor parte del otro, pero no lo suficiente como para que la presencia de este pasara desapercibida por la mujer que acababa de llegar, interrumpiendo su conversación, y quizá el ambiente por igual.

— ¡Ya veo! — De pronto se volvió a escuchar la voz de la mujer mayor. — Venías por una chica en específico, quien lo diría.

El menor podría quejarse por ser confundido por una chica, seguramente por su cabello largo, haciendo caso omiso al hecho de que sus rasgos seguían siendo bastante suaves al tener la misma apariencia que en sus quince años. Sin embargo, pareció mucho más conveniente el dejar que la mujer pensara de esa manera a dar otro tipo de explicaciones, por lo que, en lugar de negarlo, simplemente reposó su frente sobre el hombro del contrario, fingiendo pena de haber sido encontrado en esa situación.

— Oh, linda, no te preocupes. Los dejaré solos un momento, luego les traeré unas prendas para que se cambien. Eso que llevas... No te favorece mucho.

— Sentimos las molestias. — Habló Tanjirō, con una sonrisa casi nerviosa ante la dificultad de mantener ese engaño.

— No es molestia. Déjame decirte que es una chica muy bonita.

Tanjirō agradeció y volvió a reír ligeramente, sin ser capaz de asentir o seguro su expresión se vería realmente extraña. Incluso si no era una mentira el hecho de que ciertamente su apariencia era hermosa y encantadora, definitivamente no era una chica.

Pronto se escuchó la puerta corrediza deslizarse para terminar cerrándose y, en ese momento, el menor entre los dos dejó esa extraña postura que había tomado, suspirando en lo que subía sus manos para acomodar su flequillo. Estar en esa postura le despeinó un poco, aunque podría ser que tan solo se estuviera acomodando para disimular el hecho de que sus orejas se sentían calientes luego de haber probado tal cercanía.

— Exactamente, ¿a dónde nos trajiste, Tanjirō?

— Sobre eso...

Muichirō terminó por romper esa expresión seria, sonriendo ligeramente ante lo cambiantes e inocentes que se veían las expresiones que hacía el otro, distando bastante de alguien de su edad. Ciertamente, le parecía algo adorable de ver, sin importar los años que pasaran de por medio.

— Sigue siendo un lugar bastante agradable, aunque una elección extraña viniendo de ti, Tanjirō.

— No es muy lejos de nuestro destino, la posada se veía agradable. No es nada extraño, no pienses nada extraño.

— ¿Debería pensar algo extraño? ¿Cómo qué?

No había duda, con cada palabra, Tanjirō parecía hundirse aún más en lo que decía, por lo que el ex hashira no desaprovecharía la oportunidad de molestarle un poco respecto a ello. De alguna manera, sus expresiones parecían darle la suficiente entretención como para distraerse de cualquier otra cosa.

— Sabes de lo que hablo...

Para la próxima vez que la mujer apareció, ambos estuvieron alerta, por lo que fueron capaces de darse cuenta de su presencia mucho antes de que se atreviera a anunciarse. Entonces, Muichirō volvió a guardar silencio, dispuesto a ocultar el hecho de que realmente era un hombre, sin decir una sola palabra, actuando como si su silencio tan solo se debiese a la timidez.

— Les traje prendas para que se cambien. La cena se sirve hasta en una hora, así que deberían ir a comer pronto. Si necesitan cualquier cosa, estamos a su disposición.

Cristal eyes [TanMui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora