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El colectivo está repleto donde sea que mires, por lo que tengo que viajar colgada de uno de los caños para no caerme sobre alguien. Me sostengo firmemente, apretando las rodillas para que la mochila entre ellas no se caiga. Aguanto el aire ante los cuerpos que se aprietan con cada parada e intentan pasar, todavía abrumada por el dolor de cabeza que persiste desde la mañana.

Los negocios y veredas llenas de gente pasan fugaces por las ventanillas, dejándolos atrás con un humo denso. Falta poco para salir del centro y alejarnos de la hora pico que sacude a la ciudad, y, finalmente, llegar a casa.

Se me retuerce el estómago violentamente, el muffin de vainilla no había sido suficiente para toda la jornada. Siento el corazón galopar con fiereza en mi pecho al recordar quien lo había dejado sobre mi banco. Una señora me observa extrañada entre las tantas personas y me percato que estoy sonriendo como tonta.

Volviendo a la comida: si no llego ya para comer algo rápido, termino muerta. Bueno... me salvaba de la prueba de filosofía. Tiro la cabeza hacia atrás, lo mucho que me lo permite el espacio por el que ni una aguja se puede colar, al recordar la cantidad de cosas para hacer de la escuela. Voy a dejar la secundaria para rapear en los colectivos, capaz la señora esa no me mira tan raro si me ve trabajando.

Al llegar de una vez por todas a casa, gracias al colectivero que parecía estar en una película de Rápidos y Furiosos, solo Cuti me recibe maullando mientras se frota contra mi jean. Dejo la mochila por ahí y en cuestión de minutos estoy en la cocina atragantándome con una ensalada de arroz que mamá preparó la noche anterior a pesar de que yo pueda cocinarme. De todas formas, no me quejo mientras termino el plato.

Con el corazón contento por la comida y vestida con ropa liviana, me tiro satisfecha a la cama para hablar en el grupo de las chicas.

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Suelto una carcajada ante como todas evadimos las cosas escolares

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Suelto una carcajada ante como todas evadimos las cosas escolares. Ellas están acostumbradas a que sea una pesada con las pruebas y trabajos; lo que te deja el trauma de sacar el año adelante en dos semanas. Una escalofrío helado me acaricia la nuca.

Sigo con el celular en la mano cuando me levanto para verme en el espejo de pie, abarca mi cuerpo de pies a cabeza: perfecto para planear outfit enteros. Peino con los dedos la maraña de pelos enredados debido al aire de la calle y el frizz terrible que siempre se me hace.

𝘼𝙇𝙏𝘼 𝘿𝙄𝙉𝘼𝙈𝙄𝙏𝘼 | Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora