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— ¿Ese idiota no montaba toros? — pregunto un hombre, apuntando a Max por la ventana.

— Solía intentarlo — respondió su suegro, despectivamente.

Aunque los años siguieron pasando, el suegro de Max seguía sin aceptarlo. Consideraba que era poco hombre para su hija. La vida del rodeo había quedado atrás para el pelinegro, quien ahora solo se dedicaba a promocionar la maquinaria que vendía el padre de Roxanne. No le iba mal, era un tipo carismático, que fácilmente podía ganarse al público.

Y así como los años siguieron pasando, sus juntas con Bradley en Brokeback siguieron sucediendo. Uno de los tantos fines de semanas que Max se juntaria con Brad, este se encontraba buscando su abrigo azul.

— Cielo, ¿Viste mi abrigo azul?

— La última vez, te lo pusiste el día de la tormenta — Roxanne seguia concentrada en los negocios, tambien se dedicaba a ayudar a su padre en el negocio, la mayor parte de su tiempo se iba en este.

Roxanne observó a Max desordenando el closet, dejo un momento su trabajo y observó cuidadosamente al pelinegro — ¿Por qué tú amigo no viene aquí?, llevas muchos años yendo a Wyoming. ¿Qué le cuesta a él venir a Texas?

— Porque las montañas Bighorn no están en Texas. Y no creo que su camioneta resista el viaje — Max suspiro rendido, no era capaz de encontrar su abrigo — Bueno, me esperan 14 horas de viaje.

— Eso no me parece justo, que tú vayas tres o cuatro veces al año y él nunca venga aquí.

Mientras tanto en Wyoming, Bradley cada día descuidaba más a su familia. Sus hijas eran pequeñas, así que para ellas el seguía siendo su héroe. Pero para Johanna, no era más que un desgaste estar con él, claro que aún lo amaba, o eso creía; pero las constantes peleas y los fines de semana en los que se iba con su amigo a "pescar" la estaban agotando. Brad ya ni siquiera se despedía de ella con un beso, como solía hacerlo, como si su matrimonio no fuera nada.

Ese fin de semana ambos volvieron a juntarse en Brokeback, montando caballos, como el tiempo en el que se conocieron.

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En este punto, después de tantos años, la situación de Bradley ya era inexplicable. Su vida se había ido en tremendo declive, cada día su matrimonio empeoraba más, y cada día era más descuidado con sus hijas. Había días en los que llegaba del trabajo y solo se tiraba en el sillón a beber y fumar.

— Ennis... — suspiro su mujer. La manera en la que a veces resolvían las cosas era teniendo sexo — Estamos atrasados en los pagos, me preocupa no tener protección.

— Si no quieres tener más hijos míos, estaría encantado de dejarte en paz — el desdén en las palabras del castaño era notorio.

— Los tendría si los mantuvieras.

Ni siquiera el sexo podia salvar la situación. Y así como era de esperarse, el 6 de noviembre de 1975 ambos terminaron divorciándose, la custodia de sus hijas había quedado en manos de Johanna y Bradley tenía que pagar manutención.

No había pasado mucho para que Max se enterará de la situación. Contento, se fue hasta Wyoming a visitar a Bradley, quien ahora vivía solitariamente en un rancho fuera de la ciudad, la única compañía que tenía eran las visitas de sus hijas durante algunos días.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto Brad, dándole un fuerte abrazo. La situación le dolía, pero era lo bastante orgulloso como para admitirlo.

— Me llegó tu mensaje sobre el divorcio...

Brad le sonrió a duras penas, y lo acercó hasta su camioneta, donde se encontraban sus hijas.

— Johanna junior y Jenny, él es Max.

Luego de un pequeño saludo, Bradley aparto a Max, ya tenía una idea del porque este estaba aquí.

— Tuve que preguntarle a 10 personas distintas dónde te había mudado — Max lo miró, la mirada de Bradley estaba cargada de amargura y pesadez. Su sonrisa poco a poco se fue esfumando, ya tenía claro lo que diría el castaño — Yo creí que... No sé...

— No se que decirte... Tengo a las niñas este fin de semana... Realmente lo siento. Tu lo sabes, solo las tengo una vez al mes y el mes pasado no las ví – Max observó como la mirada de Bradley se desviaba a una camioneta que pasaba por ahí, como si el que estuviera dentro estuviera pendiente de ellos.

— Lo entiendo...

— Max...

— Te veré el próximo mes...

Rápidamente se subió a su camioneta y condujo lo más rápido que pudo, mientras las lágrimas bañaban sus mejillas. Solo quería huir de ahí. Como ingenuo, había pensado que después del divorcio de Brad todo sería distinto, tal vez por fin podrían tener una vida juntos después de todo, pero el miedo de Bradley era más grande que él, se apoderaba y lo controlaba. Max estaba herido, de verdad aún tenía la esperanza de que algún día sería feliz con Bradley.

Ese día, viajo hasta una frontera con México, dónde sintiendose desesperado, se metió con un prostituto. Creía que eso lo haría sentir mejor, que eso lo aliviaría y haría que su mente descansará de pensar en Brad. Pero esto no era así, porque incluso cuando lo estaba haciendo, seguía pensando en él. Habían tantos hombres en este mundo, pero su corazón pertenecía a uno, uno con el cuál jamás podría tener una vida juntos.


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Volví🗣️ y más fuerte que nunca.


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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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Secreto en la montaña [Maxley] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora