Me Duele Amarte En La Soledad

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Como capitana, siempre he procurado mantener una imagen respetable tanto en mi conducta personal como en mi liderazgo. En cada oportunidad que tengo, he intentado brindar consejos que sean útiles a las demás integrantes de las Firehawks.

En particular, cuando Riley fue aceptada en las Firehawks, asumí que sería una especie de mentora para ella, guiándola y apoyándola al igual que como lo hice con las demás.

últimamente me pregunto por qué siento que no soy de utilidad para ella.

A pesar de mis esfuerzos y de la intención de asumir ese rol, siento que mi presencia no tiene el impacto que esperaba. Me pregunto por qué, a pesar de mis intentos de ser útil, no estoy logrando conectar de la manera que imaginé.

Al final de cada sesión de entrenamiento, me resulta encantador ver a Riley con el cabello desordenado y las mejillas sonrojadas por el esfuerzo.

Provoca en mí una emoción profunda difícil de describir.

Siempre me ha divertido molestarla con apodos, y observar cómo se sonroja de manera tan peculiar me provoca una mezcla de ternura y diversión.

Me pregunto si este comportamiento está afectando de alguna manera nuestra relación y mi capacidad para cumplir el rol que había imaginado.

¿No está mal amarla, verdad?

A veces siento que el peso de este silencio es casi insoportable. Mantenerme callada sobre lo que siento se ha convertido en una carga dolorosa, pero sé que no es culpa suya.

La responsabilidad es mía, por no tener el valor de expresar estos sentimientos que guardo dentro y que, con cada día que pasa, se vuelven más intensos.

¿Existe alguna posibilidad de que ella pueda sentir lo mismo que yo? Hay noches en las que mi mente no encuentra descanso, llenando mi mente por preguntas que parecen no tener respuesta. Esta soledad se vuelve dolorosa y abrumadora.

Golpeé ligeramente el borde del lápiz contra la madera del escritorio, mientras me sentía exhausta por la fatiga de pensamientos que no cesaban.

Se suponía que debía estar concentrada en mis estudios para los exámenes que se aproximan, pero la verdad es que no pude enfocar mi atención en nada.

Me preguntaba si Riley también pasaba largas horas despierta en la noche.

Consideré en enviarle un mensaje de texto para iniciar una conversación, solo para sentirme conectada de alguna manera. Sin embargo, me detuve al instante; no quería molestarla ni interrumpir su posible descanso.

Con un suspiro de frustración, decidí guardar mis apuntes y los útiles que tenía esparcidos por el escritorio.

Me rendí ante la realidad de que esta noche no era la mía, una vez más. La falta de progreso en mis estudios me había dejado exhausta y desmotivada.

Me recosté en la cama con un sentimiento de derrota abrumador, aceptando que mis ganas de estudiar se habían desvanecido por completo.

Esto no era común en mí; en realidad, me enorgullecía de mi disciplina, pero hoy me sentía completamente incapaz de seguir adelante. Sentía que necesitaba un respiro.

Las sábanas se envolvían a mi alrededor de una manera casi acogedora, como si intentaran abrazarme en un sueño reparador. No me negaría a este consuelo; en este momento, lo deseaba más que nada.

Cerré los ojos, deseando que pronto un rayo de luz pudiera filtrarse por el pequeño hueco de la cortina. Todo parecía pesado y opresivo cuando mis pensamientos se volvían hacia ella.

Pedazos De Hielo En La Pista De Hockey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora