[14] El conocimiento es poder

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Paso la mano por el cabello apelmazado de Kalos, que está apoyando su cara contra mi pecho mientras duerme plácidamente después de siete días intensos, mientras que con la mano libre tomo anotaciones en el libro sobre lo que he aprendido de esto.

El celo de una Bestia es bastante raro, o quizás se deba a que es una clase poco común en el continente. No lo sé.

Aun cuando literalmente me arrancó la ropa, nos tiramos a la cama e hicimos lo que hicimos... fue extraño que ordenarle cosas funcionara aunque eso incrementara su enfado y, con ello, esa aura que desprende cuando está furioso. Abrumadora y asfixiante.

Por lo que he comprobado, no tiene nada que ver con el coito humano. Son tres sesiones de hora y media, tres descansos de treinta minutos por sesión, y una sacudida más de dos horas antes de quedarse exhausto durante un buen rato. En total son seis horas y treinta minutos principalmente y sus descansos completa una hora y media. Ocho horas por completas de veinticuatro. El resto de las horas se la pasa persiguiéndome a donde quiera que me mueva, agitando su cola a una velocidad agitada, y cuando me tumbo se me pega al cuerpo para tomar aquello como descanso.

No hay lenguaje durante el proceso, su raciocinio es básico y no comprende órdenes complejas o conversaciones. Sólo cortas y un tono firme. También gruñe en un tono alto cuando siente a alguien detrás de la puerta, y aúlla sólo en el acto final, la sesión más larga.

Su personalidad se vuelve simple, como tener una mascota obsesiva con tenerme siempre cerca. Su enfado cuando le niego algo o le prohíbo moverse se transforma rápidamente en gimoteos a modo de llanto sin lágrimas. Pupilas empequeñecidas como puntitos, piel ardiendo, y destila un olor potente que al parecer se adhiere al sudor que se encarga de pegarme en todos los lados. Si muerde o araña, lame la herida, y si me niego o le ordeno que pare no me escucha porque me inmoviliza para seguir con ello.

Es un poco asqueroso, la verdad, pero no puedo hacer nada con ello.

Así es su comportamiento durante seis días, siendo imposible que una criada llene la bañera de agua porque lo considera una "invasión". Y sí, me siento asqueroso por no bañarme en siete días.

En el séptimo día el proceso es idéntico, pero el coito es más intenso y él se pasa todo el momento gruñendo como si intentara comunicarse conmigo. El sexo no es delicado, aunque su fuerza es bastante más controlada de lo que pensaba, por lo que supongo que él sabe —de alguna manera— cuanta aplicar. Lo único que he podido comprobar que acepta en ese acto es que lo tome del cabello, muerda sus orejas y la cola está prohibida en todo momento aunque me haga cosquillas. No hay besos en el proceso. Tampoco gestos amorosos. Es puramente físico, en lo que incluye cierto comportamiento de los animales, donde el instinto primario es preñar a la hembra lo más rápido posible... pero mi cuerpo no es fértil todavía, aunque supongo que él intuye que lo seré.

—Amo... —murmura él, abriendo un ojo, mientras su voz ronca detiene el sonido de la pluma—. Kalos obediente. Sólo amo.

—Fue interesante —admito, cerrando el tintero con una mano, y dejo todo como mejor puedo a mi lado de la cama. Mi mano pasea hasta sus orejas, y sus mejillas toman un tono suave rosado que no tarda en esconder contra mi pecho para que no le vea la cara—. ¿Te da vergüenza que te toque las orejas, aun cuando has estado siete días pegado a mí?

Su respuesta es un gemido, aunque no suena del mismo modo de cuando le metí el pie dentro de la ropa interior. Quizás sea uno de vergüenza.

—¿Cómo te sientes?

—Bien —responde él, moviendo su cabeza para que vea la mitad de su cara—. Orejas sensibles, amo...

—¿Se siente bien?

Cuatro de corazones  [COMPLETADO en INKITT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora