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Toda ansiedad y desesperación que Dan Heng sintió a lo largo de la noche y en medio de toda la odisea que tuvieron que pasar dentro de la Estación Espacial de Herta, rápidamente fue sustituida por un enorme sentimiento de paz y tranquilidad apenas se adentro al Expreso Astral.

Divisar a su cachorro saltando por todo el vagón panorámico, claramente emocionado de verlo llegar y también eufórico por haber sido testigo de la gran pelea dada contra la Bestia del Juicio Final; llenó de inmenso amor y ternura el corazón del omega, calentando su pecho hasta hacerlo sentir cómo toda tensión existente en su cuerpo desaparecía junto con la adrenalina de su sistema, y al recibir al niño entre sus brazos es que por fin pudo aspirar una vez más el dulce aroma que el mismo cachorro desprendía inconscientemente al llamarlo.

Sentándose en uno de los grandes sillones espaciosos dentro del vagón, el mayor calmadamente recostó la cabecita del bebé en su pecho para que en esa posición el menor pudiera escuchar los nítidos latidos del corazón de su padre omega y le permitiera conectarse más fácilmente para tranquilizarlo de su auténtica emoción.

Y sin cansarse nunca de hacerlo, Dan Heng tomó otra bocanada de aire llenando sus sentidos del dulce aroma a vainilla y leche que desprendía el bebé en su pecho, intentando así también neutralizar los últimos destellos ansiosos dentro de su cuerpo, que horas atrás lo habían estado agitando enormemente junto con toda la situación ocurrida en la Estación.

Un último suspiro cansado salió de su cuerpo, pensar en la maldita y sádica manera que tenía el destino con ponerle en su camino tantos obstáculos ahora que ya había alcanzado un poco de estabilidad para su cachorro y él, le dejaba un muy mal sabor de boca e interminables dolores de cabeza. El sentirse vulnerable ante la idea de perderlo todo de nuevo era algo de lo que tendía a preocuparse por sentirse perseguido por las consecuencias de todas aquellas decisiones que había tomado en aquella vida pasada que tenía aún sin poder cerrar definitivamente.

Pero pensar en ello solo terminaba amargando su esencia y ciertamente lo que menos quería Dan Heng en ese preciso momento era preocupar al niño en sus brazos luego de ya haberlo angustiado lo suficiente con su separación horas enteras apenas pasaron uno de sus tantos momentos críticos, culpa de las malas noches de sueño y largas pesadillas. Mejor optando por distraerlo de eso, el omega fue repartiendo tiernos besitos por toda la sedosa cabecita del pequeño como forma de mimos, siempre teniendo en cuenta los sensibles cuernitos que estaban creciendo rápidamente entre su espesa y larga cabellera azabache. Cuando crezca será la viva imagen de él terminó por pensar el mayor, abrazando aún más cerca de su pecho al bebé.

Yun suspirando en agradecimiento por ello también reforzó su abrazo entre el cuello de su padre, ya que tenerlo así de cerca mágicamente los terribles dolores de cabeza que tenía, desaparecían. Estos últimamente lo habían estado irritando demasiado, siempre llenando sus noches de incomodidad y problemas para dormir, por lo que ser arrullado por el mayor mientras le cantaba una nana en alguna lengua antigua verdaderamente terminaba con toda angustia suya atascada en su pequeño sentir.

Adoraba con toda su alma el suave aroma que el omega desprendía exclusivamente para él, porque sabía que incluso si pasaban por una gran tormenta eléctrica o la misma e infinita oscuridad proveniente del cosmos, mientras sostuviera su mano nunca más le tendría miedo a nada ni nadie.

Al final, el simplemente estar así, posicionados uno contra el otro, mezclando sus aromas entre los dos para darse seguridad y afecto, respondiendo a los mimos con otros mimos repartidos por doquier, era con lo que Dan Heng podía decir con facilidad que no importaba que cosa se le cruzara en el camino, que situación fuera difícil de pasar o incluso que tan doloroso fuera algo de atravesar si al final del día esa era su mayor recompensa, el ser recibido con tanto amor y devoción por el inocente y dulce niño que tenía por hijo; siempre dando su mejor esfuerzo para regresar a su lugar seguro: los bracitos de su pequeño y juguetón Yun.

hate you ; 𝖗𝖊𝖓𝖍𝖊𝖓𝖌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora