sueños entre goles y amor( julienzo)

LA RECONCILIACIÓN

La tensión entre Julián y Enzo había comenzado a disiparse después de su sincera conversación. Aunque aún quedaban heridas por sanar, ambos sabian que querían seguir adelante juntos. Decidieron tomarse una noche para ellos, sin fútbol, sin preocupaciones, solo para reconectar y recordar por qué estaban juntos

Julián preparó una cena especial en su apartamento, queriendo que la noche fuera perfecta. Velas encendidas, música suave de fondo y una atmosfera íntima que prometía una velada inolvidable. Enzo llegó puntual, sintiendo una mezcla de nervios y anticipación.

-Hola-dijo Julián, abriendo la puerta con una sonrisa.

-Hola-respondió Enzo, devolviéndole la sonrisa. Se abrazaron brevemente, sintiendo la familiaridad y el calor del otro.

La cena transcurrió en un ambiente relajado. Hablaron de cosas triviales, evitando deliberadamente los temas que podrían reavivar

viejas heridas. Rieron, compartieron recuerdos y poco a poco, la

cercanía que siempre habían tenido comenzó a resurgir.

Después de la cena, se trasladaron al sofá, con copas de vino en la mano. La conversación fluyó con naturalidad, y el aire estaba cargado de una tensión palpable pero agradable.

-Me alegra que estemos aquí juntos, Enzo-dijo Julián, tomando la mano de Enzo y entrelazando sus dedos.

-A mi también, Julián. Te he echado de menos -respondió Enzo, acercándose un poco más.

Se miraron a los ojos, sintiendo que el momento era perfecto. Sin decir una palabra más, Julián se inclinó y rozó los labios de Enzo con los suyos, un beso suave y tierno que rápidamente se intensificó. Las copas de vino quedaron olvidadas sobre la mesa mientras se aferraban el uno al otro, como si temieran perderse de

nuevo.

Las manos de Julián recorrieron el cuerpo de Enzo con urgencia, desabrochando su camisa y dejando al descubierto su piel cálida. Enzo respondió con igual pasión, desnudando a Julián con movimientos rápidos pero cuidadosos, como si cada prenda fuera un obstáculo entre ellos que debía ser eliminado.

Se tumbaron en el sofá, sus cuerpos enredandose mientras los besos se volvían más profundos y ardientes. Julián trazó un camino de besos por el cuello y el pecho de Enzo, provocándole suspiros de placer. Enzo, por su parte, exploraba cada rincón del cuerpo de Julián, sus manos y labios dibujando líneas de fuego sobre su piel.

-Te he echado tanto de menos-murmuró Julián contra la piel de Enzo, sus palabras cargadas de deseo y amor.

-Yo también, Julián. Nunca quiero volver a estar lejos de ti-

respondió Enzo, sus ojos brillando con la intensidad del momento.

Se movieron juntos, perdiéndose en el placer del reencuentro. Cada caricia, cada beso, era una reafirmación de su amor y de su deseo de estar juntos. Los gemidos y suspiros llenaban la habitación, creando una sinfonia intima que solo ellos podían escuchar.

La noche continuó, con Julián y Enzo entregándose completamente

el uno al otro. Hicieron el amor con una pasión desenfrenada, redescubriendo cada centimetro de sus cuerpos y recordando por qué se amaban tanto. Cada movimiento, cada toque, era una promesa de que siempre estarian juntos, sin importar los obstáculos que pudieran enfrentar.

Finalmente, exhaustos y satisfechos, se quedaron tumbados en el sofá, sus cuerpos aún entrelazados. Julián acarició el cabello de Enzo, mirándolo con ternura.

-Te amo, Enzo. Nunca quiero perderte de nuevo dijo Julián, susurrando las palabras como si fueran un secreto solo para ellos.

-Yo también te amo, Julián. Y siempre estaré a tu lado respondió , sus ojos llenos de sinceridad.

Enzo

Se quedaron abrazados, disfrutando del calor y la cercanía del otro. La noche había sido una reconciliación en todos los sentidos, y ambos sabían que, aunque aún quedaban desafios por delante, su amor era lo suficientemente fuerte para superarlos

La relación entre Julián y Enzo había resurgido de las cenizas, más fuerte y más apasionada que nunca. Mientras se acurrucaban bajo una manta, con la luz de las velas titilando suavemente a su alrededor, sabían que habían encontrado el camino de regreso el uno al otro. Y esa era la mayor victoria de todas