sentimientos encontrados

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El siguiente entrenamiento fue una mezcla de emociones. Aunque ambos trataban de concentrarse en sus ejercicios y tácticas, había una nueva tensión en el aire. Los compañeros de equipo notaron que Julián y Enzo parecían más sincronizados que nunca, pero también que había algo más en sus miradas, una especie de entendimiento silencioso que los diferenciaba.

Después de la práctica, mientras todos se dirigían al vestuario, Julián y Enzo se quedaron unos minutos más en el campo, practicando tiros libres. La luz del atardecer bañaba la cancha, creando un ambiente casi mágico.

—¿Estás bien? —preguntó Enzo, notando que Julián parecía más pensativo de lo habitual.

Julián asintió, aunque su mirada estaba perdida en el horizonte.

—Sí, solo... pienso en muchas cosas. Ayer fue... importante para mí.

Enzo se acercó y le dio un leve empujón con el hombro, en un gesto amistoso pero cargado de afecto.

—Para mí también. Pero debemos mantenernos enfocados, ¿vale? —dijo Enzo, tratando de disipar la tensión con una sonrisa.

Julián sonrió de vuelta y asintió, aunque ambos sabían que las palabras no bastarían para contener lo que sentían.

Esa noche, hubo una cena de equipo en el hotel. Los jugadores, el cuerpo técnico y algunos miembros del staff se reunieron en el comedor para disfrutar de una comida relajada y compañerismo. Julián y Enzo se sentaron juntos, como siempre, y trataron de actuar con naturalidad.

Sin embargo, a lo largo de la cena, las miradas que intercambiaban eran innegables. En un momento, Enzo se levantó para servirse más agua, y Julián lo siguió al dispensador, buscando una excusa para hablar en privado.

—¿Podemos hablar después? —susurró Julián, casi sin mirarlo.

Enzo asintió ligeramente, sabiendo que era necesario. Terminaron la cena y, una vez que todos se retiraron a sus habitaciones, Julián y Enzo se encontraron en la terraza del hotel, bajo un cielo estrellado.

—Sé que esto es complicado —comenzó Julián, rompiendo el silencio—. Pero no puedo dejar de pensar en ti, en nosotros. No sé cómo manejar esto.

Enzo lo miró, sus ojos reflejando la misma confusión y deseo.

—Yo tampoco. Pero sé que no quiero alejarme de ti. Esto que sentimos es real, y debemos encontrar una forma de enfrentarlo juntos.

Julián tomó aire profundamente y, antes de pensarlo demasiado, se acercó a Enzo y lo abrazó. Fue un abrazo sincero, cálido, lleno de emociones reprimidas. Enzo lo correspondió, sintiendo el peso de sus sentimientos compartidos.

—No importa lo difícil que sea —murmuró Julián contra el hombro de Enzo—. Encontraremos la manera.

Esa noche, ambos durmieron con la certeza de que habían dado un paso importante. Aunque sabían que el camino por delante sería complicado, también sabían que lo recorrerían juntos.

Al día siguiente, durante el entrenamiento, la química entre ellos era aún más evidente. La conexión en el campo era inigualable, y su rendimiento comenzó a mejorar significativamente. Los entrenadores lo notaron y comenzaron

sueños entre goles y amor( julienzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora