La tormenta que había rugido durante la noche se calmó, dejando un aire fresco y limpio. Julián y Enzo despertaron abrazados en el sofá, sintiendo una paz que solo podían encontrar el uno en el otro. Desayunaron juntos, disfrutando de la tranquilidad y la intimidad de su pequeño refugio.
La mañana pasó rápidamente mientras exploraban el área alrededor del apartamento, caminando por senderos verdes y disfrutando del tiempo libre. Sin embargo, sabían que el descanso sería breve y que pronto regresarían a la vorágine de la temporada de fútbol.
De vuelta en la ciudad, los entrenamientos se reanudaron con una intensidad renovada. El equipo se preparaba para un partido crucial contra uno de sus mayores rivales. La presión era alta, y la atención mediática aumentaba con cada día que pasaba. Julián y Enzo se concentraron en su preparación, pero también encontraron momentos para estar juntos y mantener su conexión.
Una noche, después de un largo entrenamiento, Julián recibió una llamada inesperada de su madre. Se apartó del grupo para contestar, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y sorpresa mientras hablaba en voz baja. Enzo, notando la tensión, se acercó a él cuando terminó la llamada.
—¿Todo bien? —preguntó Enzo, colocando una mano en el hombro de Julián.
—Sí, es solo que... mi madre tuvo un pequeño accidente en casa. Está bien, pero me preocupa no estar allí para ayudarla —respondió Julián, tratando de ocultar su inquietud.
Enzo lo abrazó, ofreciéndole consuelo.
—Lo siento, Julián. Sé que debe ser difícil estar lejos. Si necesitas ir a verla, yo estaré aquí para apoyarte en todo momento.
Julián suspiró, agradecido por la comprensión de Enzo.
—Gracias, Enzo. No quiero perderme el partido, pero también quiero asegurarme de que ella esté bien.
Al día siguiente, Julián decidió hablar con el entrenador sobre la situación. Sorprendentemente, el entrenador mostró comprensión y le dio permiso para viajar a casa y estar con su madre por un par de días. Enzo se quedó para continuar con los entrenamientos, apoyando a Julián a la distancia.
Durante su tiempo en casa, Julián cuidó de su madre y se aseguró de que estuviera cómoda y segura. A pesar de la preocupación, encontró consuelo en las videollamadas nocturnas con Enzo. Sus conversaciones llenas de amor y apoyo le recordaban que no estaba solo en esto.
—Te extraño tanto —dijo Julián una noche, mirando a Enzo a través de la pantalla—. No es lo mismo sin ti aquí.
—Yo también te extraño —respondió Enzo, sonriendo con calidez—. Pero estoy aquí para ti, siempre. No importa la distancia.
Finalmente, Julián regresó al equipo justo a tiempo para el partido crucial. La bienvenida fue cálida, y la energía en el vestuario estaba a tope. Enzo lo recibió con un abrazo fuerte, susurrándole palabras de aliento.
—Estamos juntos en esto. Vamos a darlo todo hoy.
El partido comenzó con una intensidad palpable. Julián y Enzo jugaron con una sincronización perfecta, moviéndose como si fueran una extensión el uno del otro. La defensa rival se esforzaba por contenerlos, pero su conexión era inquebrantable.
A mitad del segundo tiempo, Julián interceptó un pase y corrió por la banda, esquivando a los defensores. Miró hacia el centro del campo y vio a Enzo acercándose. Con un pase perfecto, envió el balón directo a los pies de Enzo, quien disparó con precisión, anotando un gol espectacular.
El estadio estalló en vítores, y Julián corrió hacia Enzo, abrazándolo con fuerza.
—¡Lo hicimos! —gritó Julián, su voz llena de emoción.
—¡Sí, lo hicimos! —respondió Enzo, con una sonrisa radiante.
El partido continuó con la misma intensidad, y finalmente, el equipo se llevó la victoria. En el vestuario, la celebración fue eufórica. Julián y Enzo se miraron, sintiendo una profunda satisfacción y una conexión renovada.
Esa noche, después de la celebración, regresaron a su apartamento, sintiéndose exhaustos pero felices. Julián tomó la mano de Enzo y lo llevó al balcón, donde la luna llena iluminaba la noche.
—Gracias por estar siempre ahí para mí, Enzo —dijo Julián, mirando a los ojos de su compañero—. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para ti, Julián —respondió Enzo, acariciando su rostro—. No importa lo que pase.
Se besaron bajo la luz de la luna, un beso lleno de amor y promesas. Cada caricia era una reafirmación de su conexión, y cada susurro era un compromiso de estar juntos sin importar los desafíos.
Con el tiempo, Julián y Enzo continuaron enfrentando los altibajos de la temporada. Su amor y apoyo mutuo se convirtieron en una fuerza inquebrantable, y su historia de amor inspiró a muchos dentro y fuera del campo.
Un día, después de un entrenamiento agotador, Enzo sorprendió a Julián con una pequeña cena en casa. La mesa estaba decorada con velas y flores, y la comida era una de las favoritas de Julián.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Julián, sonriendo mientras observaba la escena.
—Solo quería hacer algo especial para ti —respondió Enzo, tomando la mano de Julián y guiándolo hacia la mesa—. Para recordarte cuánto te amo y cuánto significas para mí.
Cenaron juntos, compartiendo risas y conversaciones íntimas. Después de la cena, bailaron lentamente en la sala de estar, moviéndose al ritmo de una música suave que llenaba el aire.
—Esto es perfecto —susurró Julián, apoyando su cabeza en el hombro de Enzo.
—Lo es —respondió Enzo, sosteniéndolo con fuerza.
La noche terminó con ellos acurrucados en el sofá, disfrutando de la cercanía y del amor que compartían. Sabían que el camino no siempre sería fácil, pero también sabían que mientras estuvieran juntos, podrían superar cualquier cosa.
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sueños entre goles y amor( julienzo)
FanficEn _Sueños entre Goles y Amor_, el lector es sumergido en una apasionante historia que entrelaza el mundo del fútbol con una historia de amor conmovedora entre dos jóvenes promesas del deporte: Julián Álvarez y Enzo Fernández. Ambientada en el vibra...