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1993, ¿¿‽‽
El viento helado soplaba con fuerza aquella noche, azotando las copas de los árboles y haciendo crujir las vetustas vigas de la mansión en lo alto de la montaña. A la luz pálida de una luna de sangre, las sombras danzaban como espectros alrededor de la imponente construcción, susurrando secretos que el tiempo había relegado al olvido.
En el corazón de la mansión, un estudio en penumbra albergaba a una pequeña figura solitaria. Los ojos de la joven, carmesíes y profundos, recorrían con afán las líneas de un antiguo manuscrito, buscando respuestas en sus páginas amarillentas. El tic-tac del reloj de pared resonaba lúgubremente en la estancia, marcando el paso del tiempo con una precisión implacable.
De súbito, un ruido sordo interrumpió su concentración. La joven albina alzó la vista, aguzando los sentidos. No era habitual que alguien osara aventurarse hasta aquel recóndito lugar a tales horas. Se levantó con cautela y avanzó hacia la puerta, que abrió con lentitud. El aire gélido de la noche se coló en el estudio, llevándose consigo el exiguo calor de la chimenea.
En el umbral, un hombre de edad avanzada, de cabellos níveos como la nieve y ojos tan rojos como el rubí, la miraba fijamente. Su presencia, inesperada y espectral, emanaba un aura de misterio que parecía envolver toda la estancia.
-Traigo algo que mostraros,- dijo él con voz suave, aunque firme, mientras extendía una mano en la que reposaba un libro antiguo.
La albina lo observó con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Sabía bien que no era casualidad que aquel libro llegase a sus manos en ese preciso instante. El destino, implacable y caprichoso, había dispuesto que sus caminos se cruzaran.
Sin mediar más palabras, el hombre giró sobre sus talones y comenzó a descender por el pasillo. La menor le siguió, sintiendo que cada paso la acercaba más a un secreto que había estado oculto por siglos.
Aquella noche, bajo la luna de sangre, los cimientos de la realidad empezaron a tambalearse, y aquello que debía ser revelado cambiaría para siempre el curso de sus existencias.
Aunque no exactamente para bien.
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