A mitad del verano, entre la correspondencia, llegó una invitación que le recordó a Maya que hubo un tiempo donde no eran solo ella y su padre, sino eran tres: Ellos y Nat.
Ya habían pasado unos años desde que su padre y Nat se separaron legalmente, aquel día lo habían tomado más como un reencuentro divertido que el fin de una unión falsa. Nat tenía un bronceado casi perfecto de su estadía en Australia, todo en ella era pacifico y eso no hizo más que enfurecer a la pequeña Maya de 13 años.
Incluso después de firmar los papeles, fue casi imposible para Maya concentrarse en algo más que las risas de Nat y su padre al recordar viejos tiempos... nunca sobre ella, nunca sobre esos tres años.
Cuando Maya abrió el sobre y vio la hermosa caligrafía de la invitación de bodas, no se sorprendió demasiado, el mismo día del divorcio Nat les había contado de su relación con un enfermero australiano, habían pasado tres años desde ese encuentro pero aun así era solo cuestión de tiempo para que sucediera... exactamente eso. Era extraño para Maya, técnicamente su madre adoptiva se estaba por casar con otra persona —¿su padrastro? — y en lo único que Maya podía pensar era en la pereza que le provocaba asisir al evento.
Era difícil para ella pensar en Nat, todo era confuso respecto a la importancia que había tenido desde el momento que su padre la encontró en el patio trasero de un hospital. El padre de Maya conoció a Natalia en el tercer año de universidad, según la historia, él supo que iban a ser grandes amigos desde el momento que intercambiaron una palabra, Nat venía de una gran familia y él, al contrario, había dejado a la suya en california, los dos estaban solos en la ciudad y de alguna forma en esa amistad había encontrado un complemento. Después de la Universidad, los dos realizaron la pasantía en el mismo hospital, ella se especializó en emergentología y él en medicina general, ese mismo hospital fue el lugar donde Maya llegó cuando solo tenía meses de vida.
Maya pasó 6 meses en la sala de cuidados natales, era demasiado pequeña y tenía unos pequeños, casi diminutos, objetos extraños en sus manos. Su padre, en ese momento nada más que el recién recibido doctor Mark, la visitaba todos los días y se impuso cierta responsabilidad al ser la persona que la había encontrado, pero por otra parte, algo de tener cerca la presencia de Maya lo calmaba, como si ambos alejaran la soledad del otro. Con el tiempo y muchas vitaminas, Maya creció y dejó de ser un paciente de riesgo con la unica nota de que según uno de los informes médicos, los pequeños objetos extraños en sus palmas desaparecerían con el paso de los años y no era algo para preocuparse.
De haber sido así, Nat aún estaría con ellos.
Cuando su padre decidió que quería adoptarla, fue un sorpresa para cada una de las personas que lo conocían, en ese momento estaba recientemente soltero con un apestoso apartamento en New york y nada más que las ganas de revertir su suerte y formar una familia por su cuenta. Nat se rió en su cara hasta que se dio cuenta que iba en serio, a pesar de que ella creía que era una locura, lo ayudó como cualquier amiga habría hecho... y se casó con él.
Bueno, Maya creía que había más entre medio pero su padre siempre resumía la historia, él estaba lejos de ser un candidato a los ojos del centro de adopción, y por eso cambió el departamento por una casa familiar y junto con Nat lograron convertirse en la carcasa de la perfecta familia americana.
—Nat estaba soltera en ese momento al igual que yo y sonaba bien —le explicó su padre hace unos años—. Ella seguiría con su vida y yo te podría criar con el respaldo de que tendrías otra representante —su padre hizo una mueca—creo que ella siempre se vio a sí misma como tú madrina, a pesar de que no estaba dentro del plan, después de la adopción se quedó a mi lado y ambos te vimos crecer.
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Genesis
FantasyEn la hermosa y ruidosa ciudad de New York, Maya nació con un gran secreto que le impide vivir con normalidad, eso la hace especial y por lo mismo, peligrosa. A pesar de su inexplicable mala suerte, Maya tiene una vida relativamente tranquila con su...