Capitulo V

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Maya estaba sufriendo un grave caso de paranoia, lo tenía claro. 

Desde el incidente con  el chico de primer año husmeando en su casillero que habia  comenzado a sobrepensando cada paso que daba fuera del departamento, de pronto sentia que las personas la seguian mientras caminaba, que sus compañeros la observaban aún más y con cada segundo que pasaba algo grande estaba más cerca de desarrollarse. Se intentaba decir a ella misma que simplemente estaba siendo dramática y algo narcisista al pensar que alguien realmente a alguien le importaba lo que hacía, pero al mismo tiempo no podía dejar ese pequeño rincón de duda que cuestionaba los eventos que habían pasado últimamente: el chico mirando desde la cafetería el primer dia de clases y luego el intento de ladrón con amnesia.  Tenía que ser una coincidencia ¿cierto?

Intentó pensar qué quería pasar más tiempo con su mejor amigo y que por eso tomaba el camino largo a la escuela acompañada de Mike, y no porque sus manos sudaban cada vez que se encontraba sola en un espacio demasiado público por su cuenta.
     —Es verdad —dijo Maya sonriendo al lado de Mike— nunca sabes de dónde vienen.

     —Tienes que ser más rápida con tu muñeca —respondió Mike haciendo un gesto demostrativo con su mano.

Era un perfecto día otoñal, cosa que Maya agredecia, algunos árboles en el parque tenían pequeñas hojas secas pero la mayoría seguían igual de frescos como en pleno verano. Mike tenía que atravesar todo los días un parque no tan conocido para llegar a la escuela, Maya miró a su alrededor abrazando la naturaleza que no veía a diario. Era demasiado temprano pero aun asi habian algunas personas corriendo o paseando a sus perros. Incluso durante el camino había visto pasar por su lado algunas ardillas.

     —No me gusta el tenis —dijo Maya encogiéndose de hombros.

     —¡No es tenis!  —exclamó Mike sujetando las correas de su mochila—, es un videojuego de tenis —explico.

     —Suena lo misma cosa para mí —respondió ella queriendo hacerlo enojar.

Mike simplemente negó con la cabeza con decepción. Después de cruzar el parque, la ciudad volvió a emerger entre medio de los árboles y el ruido de los autos se sintió con más fuerza pero Maya ya estaba acostumbrada, y siempre lograba dejar todos los factores no tan atractivos de New York a sus espaldas. En el café en la esquina de la avenida, Sophie los esperaba apoyando su espalda en la pared y luciendo mucho más espectacular que una estudiante normal.

     —¡Hola perdedores! —exclamó ella  levantando sus lentes hasta dejarlos en su cabeza—, ustedes realmente caminan como tortugas.

Maya le sonrió cruzando la calle e ignoró el hecho que Sophie nunca había necesitado lentes ópticos.

     —¿Vas a ordenar algo? —le pregunto Mike.

     —Claro que sí —dijo Sophie en un bostezo y se giró hacia Maya—, ¿quieres algo?

     —Tu elige —respondió ella siguiendo su tradición—, solo asegurate que tenga cafeína y mucha crema.

     —Hecho —Sophie le guiño un ojo y entró a la cafetería.

Maya se hizo a un lado de la calle y empezó a tirar de las hilachas en sus guantes una por una.

     —¿Qué películas me habías recomendado por mensaje? —preguntó Mike al otro estrecho de la calle, mientras los peatones pasaban por el medio.

     —Oh, la de la chica que se va en un viaje en carretera y...—empezó a decir ella hasta que fue interrumpida por una niña que pasó con demasiada rapidez por su lado y chocó con fuerza con su brazo y cadera.

GenesisWhere stories live. Discover now