—Entonces ¿nos vemos hoy en la noche? —preguntó el chico detrás del teléfono.
La chica estaba teniendo un buen día, las clases habían terminado más temprano de lo común y había comprado un libro a un precio increíble, si bien últimamente no podía darse el lujo de gastar como ella quisiera, de vez en cuando un regalo para sí misma no dañaba a nadie... aunque tendría que comer en la cafetería esa noche. El teléfono aún presionado en su oreja le recordó que aún está en una conversación.
—Sí, claro —respondió ella sin darle mucha importancia—, pero no te retrases como la última vez.
Escuchó al chico refunfuñar por el auricular.
—Te veías linda hoy —el término diciendo claramente cambiando el tema de la conversación a otra cosa que no fuera su irritable impuntualidad.
La chica sonrió mientras cambiaba la página del libro.
—¿Así que no me veo siempre linda? —preguntó intentando hacerlo enojar.
No escuchó la respuesta del chico, en cambio, sintió la vibración de su reloj, el rostro de Zack apareció en la pantalla, acertando con su sexto sentido para interrumpir su día. Hizo una mueca cuando olvidó despedirse del chico pero él ya había terminado la llamada. La chica rodó los ojos y contestó la otra línea.
—Que ocur... —empezó a decir con aburrimiento.
—¡Se escapó! ¡No se a donde se fue! —gritó Zack haciendo que la chica alejara el teléfono de su oreja.
—Idiota –musitó ella— ¿que dirección tomó?
Como si hubiera hecho la pregunta a una bola de cristal, supo la respuesta antes de lo esperado. Sirenas empezaron a sonar por todo el lugar, aquel detalle no era algo importante, siempre sonaban sirenas, ella las había escuchado durante toda su vida y ya hasta podía reconocer que significaba cada una de ellas. Solo le tomó dos segundos reconocer esa alerta como la usada para detectar a los intrusos del rebaño equivocado.
—No lo sé —respondió Zack, a quien también tenía que escuchar la mayoría de veces en contra de su voluntad, por su tono de voz supo que él había entrado en pánico— se perdió por los elevadores de la recepción.
La chica rodó los ojos.
—¿Cuántas veces te dije que no tenías que perderla de vista? —le preguntó a través del teléfono.
—Lo sé, lo sé —repitió el chico con la respiración entrecortada—, estaba a mi lado hace un minuto.
La chica se rió sin gracia, siguió caminando mientras ojeaba las primeras páginas de su nuevo libro y se intentó concentrar en los sonidos de su alrededor, lo que era un algo más difícil debido a que se encontraba en un espacio gigantesco y repleto de personas dirigiéndose a sus trabajos, pero eso no era un obstáculo para ella, la habían entrenado para ese tipo de situaciones.
—¿Vienes hacia acá? —preguntó la chica.
—Si, tuve que tomar las escaleras, pero estoy llegando —explicó Zack entre jadeos.
La chica sintió un grito unos pocos metros a su derecha. Una sonrisa brotó involuntariamente en su rostro. Al fin había algo de emoción en su día, pensó en que tal vez debía agredecerle a Zack por haberla llamado.
—La tengo —dijo con calma y colgó el teléfono.
Siguió cambiando las páginas de su libro con tranquilidad mientras divisaba las llamas de Clark desde la distancia. Un clásico.
Maya no tardó mucho en aparecer en el perímetro, sintió pena por la chica, corría aterrorizada y se veía perdida. Su vista se mantuvo fija en el libro cuando Maya estaba por pasar por su lado, la chica ni siquiera se esforzó, solo falto una zancadilla. Estiró su pie y así de fácil, Maya se tropezó y quedó en el suelo unos cuantos metros detrás de ella.
Cada vez atrapar a los novatos se le hacía más fácil.
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Genesis
FantasyEn la hermosa y ruidosa ciudad de New York, Maya nació con un gran secreto que le impide vivir con normalidad, eso la hace especial y por lo mismo, peligrosa. A pesar de su inexplicable mala suerte, Maya tiene una vida relativamente tranquila con su...