𝟗

343 24 13
                                    

Spreen y shadoune se encontraban sentados en el suelo, mirando aquellas tumbas de sus compañeros, Missa y Rubius.
Había pasado tiempo desde que el noruego
Había fallecido, pero el dolor en el pecho de Spreen y el nudo en su garganta eran más fuertes que incluso él mismo.
Shado intentaba hablar con Spreen, pero este solo seguía mirando la tumba de su hermano mayor, esa mirada penetrante que Shadoun no era capaz de admirar gracias a los lentes oscuros que llevaba todo el tiempo el oso azabache.
El ser de sombra acercó su mano hacia el muslo de su acompañante y lo acarició suavemente, haciendo que Spreen lleve toda su atención a la mano del ente.

¿Querés hacerlo?

Aquellas palabras hicieron que el francés abriera con sorpresa sus ojos blanquecinos.
Giró hacia el costado su cabeza, demostrando cierta confusión por la pregunta, atreviéndose a interrogar a el argentino.

¿Hacer qué, amor? — "amor"... Spreen frunció el ceño al sentir su estómago retorcerse. Bajó sus orejas por mirar de reojo la mirada de su amado sobre él, sacó sus anteojos y miró al ser de sombra, que esperaba una respuesta. — Si querés coger, después de todo no nos queda mucho tiempo para llegar a la final, y no pienso morir virgen.

¿Morir virgen?, oh, claro, lo había olvidado por completo. Spreen ya le había contado hace bastante tiempo que no había experimentado el placer sexual con alguien, ya que con las personas que había salido, no sentía atracción sexual en absoluto, ¡Ni siquiera en su celo!, pero oh dios, Shadoune tenía algo que hacía que la llama dentro de él arda.
El ente de humo se sonrojo ante la propuesta indecente del oso azabache, quien enseguida, al ver las mejillas coloradas de el francés, miró hacia otra dirección, ocultando su color carmesí en su rostro.

No me mires así loco — habló algo nervioso mientras abrazaba sus piernas.
Shad rió y dejo un beso en la frente de Spreen, para acto seguido levantarse y extenderle la mano.

¿Vamos o quieres hacerlo aquí enfrente de la tumba de tu hermano? — dijo en un tono algo juguetón, intentado calmar el ambiente. Solo rodeó los ojos con neutralidad. Miró la mano enguantada de su pareja y la aceptó, dejandose ser llevado hacia la casa.
Por un momento, querían olvidarse de todo aquel infierno que estaban viviendo, infierno que parecía nunca terminar.

Un infierno que los hacía dudar de que pasaría realmente después de morir.

Shadoune abrió la puerta de su habitación y dejó entrar primero al oso que al parecer se veía neutral, como siempre.
Cerró la puerta y giro hacia la dirección de Spreen, que ya se encontraba sentado en la cama.

Es-tu prêt pour la meilleure nuit de ta vie, mon amour? — acarició la cabellera alborotada del más bajito. — hablame en español, francés boludo. — gruño, sintiendo como el calor iba recorriendo cada parte de su cuerpo al poder admirar al ente de humo sacarse el buzo junto a su camisa.
Sintió una suave caricia en su mejilla, junto a unos besos que repartía el mayor sobre su cuello. Un suave gemido se quiso escapar de los labios carnosos del oso, pero logro ahogarlo y se desesperó al buscar más contacto.

No tengo lubricante ni condones, ¿Estás seguro que quieres seguir? — susurró en la oreja de Spreen. — ¿Para que queres eso?

Shad rodeó los ojos y mordió con lujuria el labio inferior de su novio, para ir bajando lentamente, dandole besos arriba de su ropa y metiendo sus manos debajo de la camiseta verde agua.
El francés fue quitando lentamente las prendas del argentino hasta dejarlo en boxers, admirando cada parte de la piel blanquecina que tenía este, incluyendo sus lindos rosados pezones y sus cicatrices que ya estaban de un color marrón clarito.

˳ ࣪५  - 𝘓𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘱𝘦𝘭𝘦𝘢𝘯, 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘢𝘯. ❦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora