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Desde que Tobirama se había convertido en el segundo Hokage, casi no tenía tiempo para su esposa, que fielmente siempre lo esperaba en casa hasta altas horas de la noche. Claro que ella jamás podía esperar tantas horas sin dormir, y normalmente caía en el sueño antes de que fuese medianoche.

Había noches en las que él ni siquiera aparecía, debido a que se quedaba dormido en la misma mesa de su despacho, según él le contaba cuando podía.

Ambos llevaba tantos años juntos que el pensamiento de que él tuviera alguien más era casi nulo. Si bien era cierto, los dos tenían un carácter bastante dominante, varias veces el primero en dar el brazo a torcer era él, que prefería darse un paseo por la aldea antes de volver a casa y retomar el tema de conversación más calmado.

Aunque desde hacía unas semanas atrás [T/N] había comenzado a escuchar diferentes rumores que giraban entorno a Tobirama.

A la pelinegra no le gustaba para nada oír chismes de su marido, que era comidilla de las señoras de los puestos. Igualmente siempre andaba con una oreja alerta, lista para escuchar lo que fuese de lo que estuvieran hablando.

— ¿Escuchaste lo que estaban hablando las de al frente sobre el Hokage?

— No, no. ¿Qué estaban diciendo?

— Parece el Hokage-sama tiene una amante y por eso casi no pasa tiempo con su esposa. Le hace creer que tiene mucho trabajo como Hokage, pero en realidad anda con otra muchacha mucho más joven que ella.

Aquella pequeña pero dura conversación dejó la mente de la señora Senju bastante confundida. No recordó siquiera cómo es que había llegado a su casa luego de haber escuchado aquello. No quería creer en lo que las viejas chismosas del pueblo hablaban sobre su matrimonio y el posible engaño de su amado, pero habían tantas cosas mal entre ellos dos que no pudo evitar caer en la duda y comenzar a freír su mente con escenas de su querido Tobirama y una joven muchacha.

[T/N] se aferró poco a poco a ese rumor, provocando que con el paso de los días ella dejara de hacer sus actividades diarias y se encerrara en su cuarto con las cortinas cerradas y tapada hasta la nariz, llorando y lamentándose por no ser suficiente para su esposo.

Tobirama no iba a casa desde hacía una semana, por ende no estaba al tanto de lo que su esposa estaba viviendo. No fue hasta que un ANBU le dio el aviso que no había visto señales de vida en su casa desde hace días. Forzado a tener que dejar sus asuntos importantes de lado, el peliplateado caminó hasta su casa para asegurarse de que su mujer estuviera viva y a salvo.

— [T/N].— Dijo él apenas cerró la puerta de la casa.—

Había una silencio sepulcral, que solamente hizo preocupar un poco más al joven. Sintió cómo volvía a respirar normalmente al percibir el chakra de ella en la habitación matrimonial. A paso lento fue hasta la entrada de este, y tocó suavemente.

— [T/N], sé que estás ahí dentro. Voy a entrar.

Sin recibir respuesta alguna como la primera vez que habló al entrar, Tobirama abrió la puerta corrediza con brusquedad, generando un fuerte ruido de la puerta chocando contra su tope. Aquello no asustó en absoluto a la pelinegra que estaba todavía escondida entre las sábanas y mantas de la cama.

— [T/N]. ¿Por qué estás así? Me ha dicho un ANBU que casi no has dado señales de vida desde hace días. ¿Te ocurre algo?

Tobirama no tenía mucha paciencia con [T/N] en cuanto a sus pataletas que constantemente solían darle. Eso era algo que si el hombre pudiera cambiar de su mujer, lo haría inmediatamente, no la soportaba cuando estaba así.

𝐋𝐔𝐙 𝐄𝐍 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 ; 𝐔𝐂𝐇𝐈𝐇𝐀 𝐌𝐀𝐃𝐀𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora