III

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Las nubes tapaban un poco al Sol, lo cual te molestó ya que necesitabas aunque fuese un mínimo rayo de luz para calentar tu helado cuerpo.

A pesar de que estuvieras con varias capas de ropa y una gran bufanda, sentías todo tu cuerpo entumido.

—¿Disfrutando del día de invierno?—Te susurró con tono burlesco desde atrás, asustándote—Creía que preferías quedarte en casa con este clima, te hace mal estar tanto tiempo expuesta a este frío.

—Sabes que sí, diablos, no sabes cuánto deseo estar acostada y calentita sin pasar frío, pero necesitaba salir a pasear un poco. Cada día me siento más incómoda con esto.—Reclamaste agotada—.

El azabache bajó su mirada hasta tu vientre y se detuvo a observarlo con cariño. Tu estómago estaba totalmente desproporcionado a tu delgado cuerpo, pero no impedía que te siguieras viendo igual de preciosa. Mierda, no importa cómo te vieras, para él siempre estabas igual o incluso más linda. Bajó la un poco más la vista hacia tus piernas, se encontraban un poco hinchadas al igual que los pies. Eso lo preocupó.

—Mi cielo, ¿estás segura de que puedes caminar bien con...?

—Lo dices por las salchichas que tengo de piernas, ¿no?—Contestaste gruñona.—El médico me dijo que para desinflamar debía caminar un poco cada día o sino sería tremendamente doloroso al momento de querer levantarme. Pero con este frío ya ni siquiera siento que tengo dos piernas.

Madara asintió al escuchar tus palabras. Con cuidado se agachó hasta quedar a la altura de tu estómago. Colocó una de sus grandes manos encima de ella y sonrió embobado.

—Será una niña tan hermosa...

—¿Quién te dijo que sería una niña?

Se encongió de hombros.—Tengo el presentimiento de que será una niña. ¿Tú no?

Pensaste durante un momento lo que acababa de decir tu pareja. Desde que te enteraste de que estabas embarazada el parecía más feliz que tú con la noticia.

Y cómo no ibas a sentirte así, si aquel bebé era de tu matrimonio con Toribama. No entendías cómo el Uchiha se había tomado aquella noticia tan... bien. Como si realmente fuera un fruto de su amor. Cuando le preguntaste por qué no se encontraba molesto o no sentía rechazo a ese bebé que venía al mundo, él te explicó detalladamente que no le importaba si no era su hijo de sangre, porque era tuyo. Y te amaba con locura, por consecuencia, iba a amar tanto como tú a ese pequeño ser que se estaba formando dentro de ti; jamás lo haría sentirse rechazado y crecería creyendo que él era su padre... al menos hasta que tuviera la edad suficiente para conocer toda la verdad.

Sin duda alguna él se había encargado durante estos meses de hacerte sentir la mujer más afortunada del mundo y que no les faltara nada a ninguno de los dos.

Tus padres no recibieron muy bien la noticia de tu separación pero te volvieron a aceptar en su hogar, cosa que no duró por mucho tiempo ya que cuando Madara y tú formalizaron un poco más la relación, el azabache habló con ellos para llevarte con él a su casa. Con gusto y felicidad de que tuvieras una nueva oportunidad de rehacer tu vida y ahora con alguien del clan, aceptaron contentos; por otro lado, la aldea estuvo sacudida y llena de teorías sobre tu huida. Las primeras semanas se estuvo divulgando la noticia de que te habías ido de la casa del Hokage y lo habías abandonado por infidelidad. El prestigio y confianza del peliblanco hacia la aldea había bajado considerablemente con ello, pero no parecía importarle mucho ya que actualmente estaba viviendo con su nueva "esposa".

—Creo que será niño.—Declaraste volviendo a la conversación—.

Madara frunció el ceño con tu respuesta. Él realmente tenía el presentimiento de que aquel bebé sería una niña. Su niña.—Solamente dices eso para llevarme la contraria. Será niña. Y se llamará Harumi.

—¿Mhm?¿Por qué Harumi?—Dijiste confusa—.

—Primero, porque nacerá en primavera,—Te miró con obviedad. Hiciste la cuenta y sí, tenía la razón. Quedaban pocas semanas para que el invierno terminara y comenzara la primavera. Si sacabas rápido la cuenta, tu abultado vientre no aguantaría otra estación más, estabas cerca del momento.— y segundo, porque Harumi queda perfecto para Uchiha... sí sí, queda perfecto. Uchiha Harumi.

Te reíste ante aquellas palabras. Estaba bastante preocupado de que el nombre combinara con su apellido y sonara pegadizo. A pesar de tener su rostro serio sin ninguna expresión, en sus ojos podías ver los brillos que tenía en las pupilas.

Emoción.

Madara estaba demasiado emocionado con esta nueva etapa en sus vidas. Ese bebé aún ni nacía y ya era el mayor tesoro de su padre.

—Amor... está bien, me gusta el nombre. Pero y si es niño, ¿has siquiera en su nombre?—Le preguntaste curiosa—.

El ojirubí se sorprendió al escucharte y con un leve sonrojo apartó la mirada hacia el lado contrario al tuyo.—No necesito hacerlo, porque será niña.

—Mhm...ya. Básicamente no has pensado su nombre si es niño.—Replicaste cruzada de brazos y tratando de aguantar la risa—.

Sin querer responderte, acercó sus labios hasta tu vientre y repartió muchos besos alrededor de él.—No escuches a tu madre, Harumi. Yo se que serás la niña más preciosa de toda la aldea.—Susurró contra tu ropa hablando con el bebé—.

Lo observaste callada mirándolo con devoción. Se veía tan tierno hablándole a tu bebé.

Agradecías al destino por haberte dado una segunda oportunidad, esta vez con un hombre que era capaz de sacrificar todo por ti y por tu bienestar.

𝐋𝐔𝐙 𝐄𝐍 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 ; 𝐔𝐂𝐇𝐈𝐇𝐀 𝐌𝐀𝐃𝐀𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora