Último remate. Último pitido. Último punto sumado a la pantalla del equipo contrario. Se había acabado. Los animadores y jugadores del equipo Karasuno celebraban por todo lo alto su victoria. Sin embargo, no había lágrimas ni resentimiento por parte del Nekoma. Ambos equipos habían jugado bien y eso era lo que importaba.
Los miembros de cada equipo se dieron las gracias entre sí por ese partido, el último entre ellos para los de tercero. Pero sobre todo el último partido en el que los del Nekoma jugaban con sus superiores, con el equipo tal y como lo conocían.
—Os voy a echar de menos —Kai dijo esas palabras que nadie quería escuchar, y en ese momento sí que se derramaron las primeras lágrimas.
Las lágrimas de Yaku.
—¿Tenías que decirlo? —dijo con la voz cortada.
—Eras el que menos esperaba que llorase, la verdad —comentó Kuroo, sorbiéndose la nariz mientras que algunas lágrimas se escapaban de sus ojos.
—Cállate —amenazó, limpiándose con la palma de la mano.
Se dieron un abrazo entre los tres y Kai y Kuroo fueron a hablar con el capitán y vicecapitán del Karasuno, mientras que Yaku se quedó solo. De repente, a lo lejos vio como Lev corría hacia él.
—Yaku-saaan, ¿por qué está llorando? ¿No decía que le daba igual perder este partido? —se burló Lev, asumiendo el motivo por el que Yaku tenía los ojos acuosos.
—Es que no es por el partido, Lev.
—¿Entonces por qué? ¿Ha pasado algo malo?
—Es porque es mi último partido en el Nekoma. Voy a tercero, ¿recuerdas?
—¿Qué?
—Pensé que lo sabías... El año que viene me voy a un equipo profesional. Bueno, eso espero, si me aprueban la solicitud.
—Pero... ¿Entonces se va a ir del equipo? ¿Sin más?
—Lev... No quiero irme, pero no puedo quedarme aquí para siempre. Vendré a veros a algunos entrenamientos cuando pueda, lo prometo.
—Yo... tengo que irme, creo que me llama Alisa. Nos vemos —murmuró con un tono tembloroso para luego salir corriendo y salir por una puerta en dirección opuesta a su hermana, que se encontraba aún en las gradas.
—Vaya, pensaba que ibas a aceptarle. Veo que eres un rompecorazones —apareció Kuroo.
—¿De qué hablas?
—¿No se te ha declarado?
—¿¡Qué!? ¿¡A qué viene eso!? Yo a Lev no... —Kuroo le miró fijamente, levantando las cejas y sin pestañear—. ¿...verdad?
El silencio de Kuroo era el más ruidoso que Yaku había escuchado. En ese momento empezó a conectar cables: lo pegajoso que se había vuelto con él, las ganas que decía tener cuando entrenaban juntos, lo protector que se volvió cuando se lesionó en un partido, lo triste que se había puesto cuando Yaku le había dicho minutos atrás que ya no jugarían juntos en el mismo equipo...
—Mierda, mierda, soy estúpido. ¡Lev, vuelve!
Yaku salió corriendo en dirección a la puerta por donde el chico había salido corriendo hace apenas unos minutos, y siguió corriendo por el pasillo. Después de unos segundos se encontró a Nishinoya hablando con Asahi enfrente de un puesto de comida. Se paró frente a ellos.
—¡Nishinoya! ¡Azumane! ¿Habéis visto a Lev? —preguntó agitado.
—De hecho sí, hace un momento ha pasado corriendo y llorando justo delante nuestra —comentó Asahi—. Hemos deducido que era por haber perdido el partido, pero aún así nos hemos quedado un poco preocupados.
—¿Qué ha pasado? Lev no suele ponerse así cuando pierde un partido —preguntó Nishinoya.
—Lo sé, es que no es por el partido —Yaku se pasó la mano por la frente para quitar la mezcla de sudor del partido y de la carrera que acababa de hacerse—. Le he dicho que ya no voy a seguir en el equipo el año que viene.
—¿Pero no tendría que saberlo? Digo, eres de tercero, es el último año —supuso Asahi.
—¡Es Lev, claro que no lo sabe! Y encima es la persona más sensible del mundo. La he cagado pero bien.
—Bueno... entiendo que esté triste, porque es duro que una persona a la que estás acostumbrada a ver todos los días pases a verla a vete a saber cuando, y más si es importante para ti. Pero creo que tiene que esforzarse por entenderlo —explicó Asahi.
—Tienes razón... Gracias, Azumane.
—Además, seguro que tú también lo echarás de menos —dijo Nishinoya.
—Claro que voy a echarlo de menos —Yaku sonrió con tristeza—. ¿Sabéis por donde se ha ido?
—Ha salido por la puerta principal —indicó Nishinoya—. ¡Espero que lo soluciones!
—¡Gracias!
Yaku salió corriendo de nuevo, esta vez hacia la puerta principal, que estaba al final del largo pasillo. La abrió y, a la izquierda de los amplios escalones, se encontraba un peligris abrazando sus rodillas y con la cabeza entre ellas. No tardó mucho en sentarse a su lado.
—Lev... Tenemos que hablar —Yaku, al ver que Lev no levantaba la cabeza, le acarició sutilmente el pelo—. Por favor.
Finalmente, Lev obedeció y al separar la cabeza de sus rodillas y estirar las piernas, miró al frente. Yaku pudo apreciar su rostro humedecido y sus ojos enrojecidos por el llanto.
—Lev... quiero que sepas que este año me lo he pasado en grande a tu lado. Me has demostrado lo mucho que vales y también me has hecho sentir cosas que nadie había conseguido que sintiera. No quiero que dejemos de estar en contacto, pero quiero aspirar más alto que un equipo de preparatoria, ¿entiendes eso?
—¿Qué tipo de cosas? —Lev se centró en lo que más le interesaba—. Porque usted sí que me ha hecho sentir cosas. Cosas que yo nunca habría imaginado que existieran.
—Lev, yo...
—Quiero estar siempre a su lado, Yaku-san —Lev al fin consiguió hacer contacto visual con los ojos marrones de Morisuke—. Lo sé desde que lo conocí. Quédese conmigo, se lo ruego.
Yaku se quedó mudo, sin palabras, así que pasó a los actos. Posó su mano en el cuello de Lev y atrajo su cabeza a la suya, juntando sus labios. Un beso. Se estaban besando. Fue un beso corto y cálido, cuando se separaron se miraron mutuamente a los ojos.
—Yo también quiero quedarme a tu lado, Lev, pero no puedo seguir en Nekoma. Tengo sueños y quiero alcanzarlos. Quiero ser jugador profesional, y si me quedo aquí no lo voy a conseguir.
—Lo sé, perdóneme Yaku-san... Me estoy comportando como un egoísta.
—No pasa nada, pero aún así no pienses que no vamos a seguir viéndonos. Buscaremos una solución, ¿vale?
—Vale —Lev empezó a sollozar, pero esta vez de felicidad—. ¿Puedo decirle que le quiero? Porque lo llevo sabiendo desde hace un tiempo y no sé si podré retenerlo mucho más —preguntó con la voz cortada.
—Claro que puedes —sonrió Yaku, y acto seguido volvieron a envolverse en un beso cariñoso.
—Le quiero, Yaku-san.
—Yo a ti también, Lev —ambos sonrieron—. Creo que deberíamos volver.
—Está bien.
Antes de levantarse, Yaku dirigió sus manos a las mejillas de Lev para limpiar la marca de sus lágrimas. Luego se levantaron y volvieron a entrar al centro.
Ambos lo sabían. No iban a separarse tan fácilmente.
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•Me he visto la nueva película de Haikyuu y me he visto inspirada para escribir un poco más de estos dos, hay escenas LevYaku (aunque pocas) que me han encantado audiwgdowksk-
Sin más que decir, ¡hasta el siguiente capítulo!