Yaku llevaba siendo amigo de Alisa Haiba casi toda la etapa escolar. Los Haiba se mudaron de Rusia y la hermana mayor de la familia se transfirió al Nekoma un poco después de que empezase el curso, acabando en la misma clase que Morisuke. Ella se volvió muy popular al momento, tanto por su carisma y amabilidad como por su belleza. Desde que llegó, él había hecho todo lo posible para que se sintiera a gusto y habían formado una bonita relación.
Pero todo el mundo pensaba que era algo más.
Los del equipo de voleibol, sus compañeros de clase e incluso algunos profesores siempre les preguntaban que si estaban saliendo. Era verdad que se llevaban muy bien y eran cercanos, sí, pero nunca llegó a convertirse en nada más. Ellos estaban bien como amigos y ninguno tenía sentimientos por el otro. O al menos era así por parte de Yaku.
-¡Morisuke! -Alisa le llamó cuando estaban a punto de salir de clase-. ¿Me ayudas a estudiar inglés esta tarde?
-¿Esta tarde? El examen es mañana, Alisa.
-Ya lo sé, pero ayer me puse a estudiar y no entiendo nada. Por favor, ayúdame.
-No entiendo cómo puede dársete tan mal el inglés y llevar las demás asignaturas con sobresalientes -Yaku resopló-. ¿En tu casa a las seis?
-¡Sí! ¡Mil gracias, Morisuke! -la chica se lanzó a abrazarle bajo la mirada de algunos alumnos que seguían allí. Tras unos segundos se separaron, despidiéndose hasta después.
Pasaron las horas, y Yaku ya se encontraba en la casa de los Haiba, explicándole inglés a Alisa. La tarde fue amena, se agradecía que aprendiese rápido. En recompensa por haberle ayudado a estudiar, le invitó a cenar a su casa.
-Esta mi hermano, ¿no te importa, no?
-Para nada.
El hermano de Alisa era Lev Haiba. Ambos eran muy parecidos, pero solo físicamente, cada uno tenía sus propios rasgos académicos y personales. Alisa era muy inteligente y no tenía problemas con ninguna asignatura, excepto con el inglés. Sin embargo, Lev rara vez sacaba buenas notas y siempre le costaba prestar atención en clases. Por otro lado, ella era muy tranquila, y él más bien todo lo contrario. A pesar de ser hermanos eran prácticamente opuestos.
Los chicos ya se conocían muy bien del tiempo que Morisuke había pasado en esa casa, y también porque en cuanto Lev entró al Nekoma se apuntó al club de volley.
Alisa terminó de recoger sus cosas y, junto a Yaku, fueron a la cocina que conectaba con el comedor. En él estaba Lev, viendo un partido de vóleibol en la televisión.
-Mucho ves y poco practicas -comentó Yaku. El aludido giró la cabeza en dirección al mayor y sonrió.
-Me alegra verle aquí de nuevo, Yaku-san. Y de hecho acabo de volver de practicar del jardín.
-Pues yo no he escuchado ninguna pelota -se entrometió Alisa.
-Eso es porque teníais la música muy alta.
-¡Ni siquiera estábamos escuchando música! -rió Alisa-. ¿Qué os parece si mientras que hago la cena vosotros dos practicáis?
-¡Sí, sí, sí! -exclamó animado, pero el otro chico le clavó la mirada a su hermana-. ¿Por favor, Yaku-san?
-Bueno -suspiró-. Está bien
Lev sonrió ante su respuesta y salió corriendo hacia el jardín. Yaku le siguió y estando fuera se pusieron manos a la obra. Empezaron a practicar bloqueos, y todo iba bien hasta que uno de ellos acabó siendo recibido por la cara de Lev.
-¡Lev! ¿Estás bien? -Yaku corrió a su lado-. Lo siento, la he lanzado muy fuerte.
-Estoy bien, Yaku-san -Lev se tocó la nariz y detectó un fluido bajo ella. Era sangre.