𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑅𝑎𝑓𝑒 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑜𝑟𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎 𝑐𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑎𝑑𝑖𝑐𝑐𝑖ó𝑛, 𝐵𝑟𝑜𝑜𝑘𝑒. ¿𝐸𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎? 𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑎.
"El chico puede tomar a la hermana como objeto de amo...
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Dos años habían pasado desde la ultima vez que había visto a Rafe y demsiadas cosas habían cambiado, pero muchas otras seguían exactamente igual. Brooke cumplía dieciocho años hoy, y su padre había insistido en festejarlo en el club isleño, un lugar al cuál unicamente podias acceder si eras miembro de este, y organizar eventos allí eran ciertas atribuciones que solo un hombre tan influyente como Ward podría tomarse.
- Él no esta aquí - sentenció Nina al notar como su mejor amiga buscaba con la mirada algo, o mejor dicho a alguien.
- ¿Quien? - Brooke preguntó, como si su mejor amiga no la conociera lo suficiente como para saber la manera en la que su mundo giraba en torno a Rafe. Sin contar que ella no había olvidado la charla que había tenido la semana pasada en el muelle. Aún así Nina prefirió pretender que ninguna comprendía que era lo que sucedia.
- Nada - ignoró la morena de ojos verdes, con una carismática sonrisa. Sabiendo que ningun de las dos tenian el ánimo ideal para indagar en esa conversación, la fiesta era exasperantemente aburrida y anticuanda, era obvio que Rose la había organizado sin tomar en cuenta el gusto de la rubia.
Más tarde, luego de haber partido el pastel, cuando la musica, el bullicio y el alcohol ya habian hecho su trabajo como para permitirse una pequeña escapada, Brooke salio a aquellos amplios porches que el club tenia. No pudo evitar suspirar ante la decepción, tenia la ilusión de que al menos hoy Rafe volvería, pero no apareció. Este era el segundo año que Rafe pasaba afuera de la isla. Volvía por unas semanas para charlar con Ward y ver como iba todo, asegurandose de pasar el menos tiempo posible en casa para que la rubia no lo cruzara, y luego volvía a marcharse.
Ella observaba las olas romper, una tras otra, con una fiereza arrolladora. Ella deseaba ser de ese modo, tan fuerte e imponente. El viento era cada vez mas fresco así que se abrigo con lo que tenía, sus brazos. Se rodeo a si misma y froto sus propias manos sobre la piel descubierta, intentando aligerar la sensación. Alguien a sus espaldas colocó un saco sobre sus espaldas, creyó que estaba alucinando cuando sintió la colonia de su hermano cerca de su cuello, pero se sorprendio al notar que no fue producto de su imaginación.
- Princesa... - dijo con una voz ronca - Debo admitir que no esperaba encontrar aquí a mi niña de los rizos dorados. Deberías estar adentro.
- Rafe - respondio ella volteando a verlo y pretendiendo mantener la calma, como si su corazón no estuviese latiendo a mil por hora y su rostro no este luchando por transformarse en una mueca de sonrisa -. Pensé que no podrías venir.
-Lo siento tanto - dijo él, nervioso, rapidamente se acercó a ella cuando noto que no recibió gritos de reproche, acuno su rostro entre sus manos y la miro a los ojos -. Ha sido un año muy complicado, mi princesa. Pero estoy aquí.
