11. 2 》no puedo...

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Todo lo que había tratado de reprimir hasta ese momento estalló en mi pecho

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Todo lo que había tratado de reprimir hasta ese momento estalló en mi pecho. Sus palabras, ese desafío en su voz... Me desarmó por completo.

No podía soportarlo más.

Mis manos se movieron antes de que mi mente pudiera procesar lo que estaba haciendo. En un segundo, estaba sobre ella, y mis labios aplastaban los suyos con una ferocidad que ni siquiera sabía que podía sentir, mas fuerte que cualquier cosa. Era pura necesidad, cruda, salvaje. No quedaba lugar para las dudas, ni siquiera para el miedo que me había paralizado desde esa maldita noche.

Besarla era una cosa, pero besarla completamente sobrio era otra completamente distinta. Ser totalmente dueño de mis cinco sentidos al tocarla, al sentir su perfume y saborear ese bálsamo de cereza que tenia puesto.

Brooke no se resistió. De hecho, me respondió con la misma intensidad, pasando sus manos por lo que quedaba de mi cabello y tirando de mí como si no pudiera tenerme lo suficientemente cerca. Mi respiración se mezclaba con la suya, desordenada y pesada, mientras mis manos bajaban hasta el borde de esa maldita camisa. La odiaba. Odiaba todo lo que representaba, todo lo que me recordaba.

Con un tirón, la arranqué de su cuerpo, el sonido de los botones reventando resonó en la cocina, pero no me importó. No podía parar.

Ella jadeó, sorprendida por mi brusquedad, pero no me detuvo. Mis manos recorrían su piel con avidez, explorando cada centímetro que esa prenda había cubierto. El top de su bikini y el mini short que tenia ya comenzaban a estorbar. Sentía cómo su cuerpo se arqueaba contra el mío, respondiendo a cada toque, cada beso.

Ella me necesitaba.

– Rafe... – susurró contra mi boca, con deseo puro. Mi nombre saliendo de sus labios me hizo perder completamente la cabeza.

La levanté, sentándola sobre la encimera de la cocina, mientras mi boca bajaba por su cuello, saboreando su piel, que me ardía en los labios. Brooke se aferraba a mí, sus dedos clavándose en mis hombros como si intentara no dejarme escapar.

Ja, como si fuera a querer irme a algún otro lado.

El ambiente en la cocina era denso, cargado de una tensión que no habíamos liberado hasta ahora, y el sonido de nuestras respiraciones pesadas llenaba el aire. Cada parte de mí gritaba que esto estaba mal, que no debía estar pasando, pero no me importaba.

Nada más importaba.

– No puedo... – logré murmurar, aunque ni siquiera sabía qué estaba tratando de decir. No podía o no queria detenerme. No ahora, no cuando todo en mí la quería de esa manera, con tanta desesperación que dolía.

Pero justo en ese momento, un ruido rompió el hechizo que nos envolvía. La puerta principal se abrió de golpe, y ambos nos congelamos. El sonido de unos pasos resonó en el pasillo, acercándose cada vez más.

Brooke y yo nos quedamos inmóviles, nuestra respiración entrecortada aún llenando el aire, pero ahora con el pánico latente. Mis manos seguían aferradas a su cuerpo, y la camisa que acababa de arrancarle yacía destrozada en el suelo.

Alguien acababa de llegar.

Brooke se apartó de mí de golpe, sus labios aún entreabiertos, y sus ojos buscando desesperadamente algo en mi rostro que ni siquiera yo podía darle. Sin decir una sola palabra, saltó de la encimera, ajustándose lo que quedaba de su bikini y corriendo escaleras arriba, dejando tras de sí solo el eco de sus pasos.

Me quedé parado, el pecho subiendo y bajando, tratando de recuperar el aliento mientras me inclinaba para ocultar con el pie los malditos botones esparcidos por el suelo y esconder la camisa debajo de la encimera de marmol. Apenas había logrado ocultar todo cuando el sonido de pasos firmes resonó en el pasillo. Mi cuerpo se tensó, reconociendo inmediatamente el ritmo pesado y decidido de Ward. Me enderecé, dándole la espalda por un segundo, intentando borrar cualquier rastro de lo que acababa de pasar.

Ward entró a la cocina, su presencia llena de esa calma tensa que siempre traía consigo. Me giré hacia él con una sonrisa forzada, sintiendo la adrenalina aún correr por mis venas. Apenas había tenido tiempo de recuperar la compostura.

– Papá – lo saludé con voz tranquila, tratando de parecer relajado mientras me mordia la lengua luego de llamarlo de ese modo –. No esperaba verte tan pronto. Pensé que tu viaje sería más largo.

– Las cosas se resolvieron antes de lo previsto – contestó sin emoción mientras recorría la habitación con la mirada, como si buscara algo. Me tensé sin querer, pero mantuve mi postura relajada. No tenía por qué sospechar nada, ¿verdad?

– Ya veo.

Ward me lanzó una mirada fugaz antes de dirigirse al refrigerador y sacar una botella de agua. Dio un trago lento, dejándome sentir el peso de su presencia sin decir nada por un momento. Finalmente, habló, casual pero directo.

– No pensaba encontrarte aquí todavía – comentó mientras cerraba la botella. Su tono era ligero, pero lo conocía demasiado bien. Había una advertencia implícita –. Supuse que a estas alturas ya habrías regresado a la universidad ¿no fui claro, Rafe?

Me tensé, aunque intenté mantener la calma en mi respuesta. Sabía que esta conversación iba a llegar tarde o temprano, pero no esperaba que fuera así, de improviso. Me rasque mi nariz, notando por primera vez desde que volvi de la casa de Barry la ausencia de cocaína en mi sistema.

– Sí, lo fuiste – contesté, forzando una sonrisa despreocupada. – Pero decidí quedarme un poco más. Ya sabes, por Brooke.

Ward entrecerró los ojos, evaluándome. Sabía lo que estaba pensando. Sabía que, detrás de esas palabras, estaba el verdadero motivo por el que me había alejado. Mi padre nunca lo había dicho en voz alta, pero todos entendíamos lo que significaba. Era como si siempre hubiera una barrera invisible entre Brooke y yo, una barrera que él había impuesto.

– Este ya no es tu lugar, Rafe – dijo, su voz aún tranquila, pero con un filo inconfundible. Dio otro trago a su botella, dejando el comentario flotar en el aire –. Ella está mejor cuando mantienes la distancia.

El impacto de sus palabras me golpeó más fuerte de lo que quería admitir, pero mantuve la compostura. Él creía o mas bien, sabia que yo no era bueno para Brooke, mi propia hermana, y se aseguraba de recordarmelo siempre que podía.

– Padre – empecé, blanqueando los ojos y luego haciendo contacto directo, él debía de confiar en mi –, no te preocupes por mí. Ya me iré pronto.

Ward asintió levemente, como si esa respuesta fuera lo que esperaba escuchar. Dejó la botella en la encimera y comenzó a caminar hacia la salida, pero antes de irse del todo, se detuvo en el umbral y lanzó una última frase por encima del hombro.

– Espero que lo hagas. Brooke necesita paz, y tú... sabes cuál es tu lugar.

Con esas palabras, desapareció del pasillo, dejándome solo en la cocina. Mi mandíbula se tensó al escuchar el eco de la puerta cerrándose.

Lejos de Brooke.

Remarque en mi mente, la ira me consumía y encontré como único objetivo la botella que había dejado en la encimera, la tome y la lance contra una de las alacenas causando un sonido seco.

¿Como era posible odiarlo tanto?

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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Ultraviolence || Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora