Un Encuentro Prohibido

162 16 0
                                    


El alfa Lestat de Lioncourt parpadeó perplejo, deslumbrado por la figura que observaba desde abajo a los pocos escalones de distancia. El alfa se quita el sombrero para dar respetos aquella criatura que le acaba de dejarlo anonadado, cuando momentos antes su pensamiento estaba sujeto a apresurarse para no llegar tarde a la obra de teatro que estaba a minutos de iniciar, pero ahora yacía embriagado por el olor dulce del omega e hechizado por su figura.

El alfa dio unos pasos sobre un escalón, luego otro, acortando la distancia. Los ojos azules de Lestat se encontraron con los de aquel omega de ojos verdes, Lestat admira la piel color canela del dueño de su mirada, deseo morder aquellos labios que  le muestran una suave sonrisa al percatarse de la presencia de Lestat.

-Te he estado buscando Louis – Dice una voz que rompe el hechizo y devuelve a la realidad al alfa mas no la atención de Lestat sobre el omega.

-Daniel- Expresó el omega que desvió su mirada de Lestat para centrarse en el recién llegados a quien dedicó una dulce sonrisa, la cual Lestat ya exige en su mente sea suya.

Lestat detuvo su paso abruptamente ante la llegada de ese hombre mayor, de ojos azules, un varón beta en aparente sus setenta año,  ojos azules que guarda en su mirara los años de experiencias como el cansancio. La mano del anciano se colocó sobre el hombro del omega quien correspondió poniendo una mano sobre la mano libre del anciano que hala la del joven y le guiará hasta la entrada del salón de la opera.

Lestat intenta procesar lo que acaba de pasar, estaba entre el ardor de los celos y la nada al ver al omega tomar la mano del beta, desconsuelo al ver como el omega que posee el nombre de Louis, voltea a verlo una última vez con curiosidad, mostrando una suave sonrisa que revela tristeza como si se disculpara con el alfa por romperle el corazón sin siquiera haber actuado, sin saber que el muro que acaba de revelarse entre alfa y omega no es motivo para Lestat para lanzar las armas al suelo.

La Resistencia y Negación del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora