Dos descubrimientos casi simultáneos.

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La paleontología siempre fue la primera opción de estudios para Yongsun, una joven hermosa de 27 años que sabe que todo lo que vale la pena saber e investigar en un 20% fue sacado de la tierra y el otro 80% permanece bajo la misma.
Adora su profesión, ama poder ejercerla y también ama poder conocer a nuevas y geniales personas gracias a su carrera, pese a la poca trayectoria que tiene.

Esta vez comparte campo con una persona un tanto nueva: Moon Byul, otra chica de 25 años que estudió geología en otra universidad. Byul es una persona especial porque es la única que tenía el mismo interés y entusiasmo que Yongsun en cuanto a conocer "la cueva del templo perdido", una gigantesca cueva que está en medio de un cañón con grandes altitudes, lo que puede provocar el llamado "mal de montaña" pero a ellas les interesa mucho más poder averiguar, conocer y descubrir todo lo que puede ocultar esa cueva, porque desde el nombre ya es inquietante para alguien que decidió dedicar su vida y su tiempo a explorar la tierra y lo que oculta.
Es un hecho que está labor debería ser para una espeleóloga, ¡pero eso no significa que van a dejar de lado este emocionante y misterioso destino!

Van caminando juntas, cargando cada quien todo su equipaje y herramientas para poder trabajar una vez dentro del destino en cuestión, con cada paso se acerca más y más el esperado momento.
Optaron por no conversar hasta que sea necesario, quieren evitar a toda costa la deshidratación o fatiga, tienen el agua suficiente para una investigación en solitario sin necesidad de hablar, no más, porque el senderismo es pesado por sí mismo y las herramientas tampoco son livianas.

¿Cómo se conocieron? Aquí entra la parte graciosa de la historia.

Yongsun, buscando con quién aventurarse a esta travesía, publicó en todas las redes sociales que encontró una invitación para ese enigmático lugar, indicando que debía ser una persona profesional que conociera y aceptara todos los riesgos que conlleva la aventura. Luego de muchos meses donde parecía que no habría algún interesado, apareció Byul en un foro de preguntas y respuestas, solicitando un contacto para poder concretar detalles, cada una viajó cerca de 3 horas para su primer encuentro, verificada la información y la identidad, no perdieron más tiempo, así que hoy, luego de dos meses de esa primera cita, están a punto de entrar a la cueva del gran cañón.
No creas que se interactuó mucho en esos meses, apenas lo escencial así que es como estarla conociendo "por primera vez".

Yongsun se detiene un momento para ajustar sus agujetas.
Byul lo nota y se detiene también. Cuando la primera se levanta, la segunda alza el pulgar cuestionando si todo está en orden y obtiene una positiva de respuesta.

Se sonríen cómplices de la aventura y dan sus primeros pasos dentro de la cueva.
Por sorprendente que sea, el ruido de sus botas no hace eco, haciendo pensar a ambas que no es un lugar profundo pero no tienen manera de saberlo, nadie se había atrevido a pisar este lugar o cuando menos no hay registro de ello.

Nadie lo comunica pero ambas están nerviosas de esa posibilidad, un pensamiento compartido de no querer asustar o desanimar a la otra por sus "propios" miedos.

Avanzan algunos pasos y la luz de afuera empieza a ser consumida por la espesa oscuridad de adentro.

Byul toma la delantera y saca una lámpara ya que empieza a ser imposible mirar dentro de ese lugar.
Pero por extraño que parezca, la luz deja de ser tan potente y no logra alumbrar hacia donde van, lo que despierta una señal de alerta en ambas, Byul sigue avanzando pero el miedo gana terreno en Yongsun, quien despacio sigue sus pasos a una distancia no tan larga, no tan corta.

Se avanza solo un poco más y un fuerte destello de luz lastima con intensidad la visión de ambas. Por instinto, Byul empuja hacia atrás o hacia la salida a su compañera, con el miedo de que le suceda algo, quien por el impulso y la ceguera momentánea cae de espaldas.
Apenas recupera la visión se da cuenta de que no ve la silueta de su compañera y tampoco hay rastro de ninguna luz adentro. ¿Qué pasó?

— ¡Byul! —la llama pero no obtiene respuesta.

Asustada y todavía vislumbrada, saca la lámpara más potente que tiene, alumbrando con intensidad pero la luz se pierde a muy pocos metros, no se puede observar nada y su visión lastimada no ayuda tampoco.
Pero está segura de que Byul ya hubiera dicho algo, regresado, o algo más. No puede perder la razón en este momento, pero debe hacer algo. 

La caída le provocó una herida en el tobillo y por la manera en que arde sabe que fue un metal quien la hizo, sería interesante intentar descubrir qué metal es, pero debe tratar esa herida cuanto antes. Por otra parte, Byul no atendió a ninguno de sus siguientes llamados, así que la preocupación se apodera de ella cuando tampoco responde a su teléfono.

Confundida, decide ir al médico pero sobre todo, notificar a un equipo de más paleantólogos de la desaparición de su compañera, así podrá volver con otro equipo que le ayude a saber qué sucedió y a llegar a ella.
Lo haría ella misma, pero su tobillo está sangrando demasiado, así que tiene que actuar pronto.

Sale de la cueva a pocos pasos, el día es agradable, busca un lugar donde sentarse pero antes de irse decide llamar al nombre de aquella chica una vez más, obteniendo silencio de respuesta.
Se aleja unos metros pero se sienta mirando a la entrada de la cueva por si Moon decide salir.

Pone a su lado el botiquín de emergencias, halla un algodón con alcohol empaquetado, lo abre y presiona la herida, limpiando con cuidado.
Toma una gasa y hace fuerza al ajustarla en su tobillo, posteriormente la asegura, eso le dará tiempo suficiente para ir al hospital.
Mira el rastro de sangre que dejó y llama al teléfono de su compañera, quien no responde.
Se preocupa, no quiere que piensen que le hizo algo, ¿pero podrán creer lo que sucedió?

Se apresura a regresar hacia abajo de la montaña, lo cual se convertirá en un gigantesco reto, porque está lastimada.
Subir les llevó apenas 3 horas y veinte minutos, esta vez para bajar Yongsun esta segura de que le llevara poco más de 5 horas, sabe que no está en condiciones óptimas pero no es una opción, tiene que ir al hospital.
Toma una gasa más y la guarda en su bolsillo, por si la necesita.

Guarda sus cosas y echa un último vistazo a la cueva. No pasaron más que tres minutos luego de su entrada, es decepcionante que se haya lastimado, y por otra parte no puede dejar de pensar en qué fue lo que sucedió y por qué ella no sale.
Espera que su teléfono sin cobertura y mitad de batería sea suficiente para llegar abajo y pedir las ayudas que necesita, entonces comienza un lento y doloroso recorrido.

La cueva del templo perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora